domingo, 22 de diciembre de 2019

742. Limpiando el pecado en el campamento – VII, ¿alguien pensó que podía vencer a Dios?


Josué 8:1-2 RVC
1 El Señor le dijo a Josué: «Tú no temas ni desmayes. Llévate contigo a toda la gente de guerra, y prepárense para atacar a Hai, porque yo te he entregado a su rey y a su pueblo, su ciudad y su tierra.
2 Tú lo vencerás, y harás con Hai y con su rey lo mismo que hiciste con Jericó y con su rey, sólo que ahora serán para ustedes los despojos, lo mismo que sus bestias. Pero pon detrás de la ciudad a gente emboscada.»


Los enemigos de Dios y de Su obra no se plantean realmente a “Dios” como enemigo. Normalmente no creen en Él, pero aún si sumen que existe, toman la actitud que expresó Sofonías:

Sofonías 1:12 DHH
12 “En aquel tiempo tomaré una lámpara
y registraré Jerusalén.
Castigaré entonces a la gente
que se siente tranquila
como el vino reposado,
y que se dice a sí misma:
‘¡El Señor no hará nada, ni bueno ni malo!’

Por el solo concepto de “Dios” cualquier ateo sabe que si existe no podría oponerse a Él, pero el verdadero quid del asunto es: ¿realmente Dios está interesado en esto? Ellos piensan que, simplemente, no le importa lo que hagan, o que no va a intervenir en sus asuntos.

Así que la verdadera cuestión no es si “Dios puede” sino si “Dios lo hará”. Y luego de eso: “¿podrá hacerlo con Su débil pueblo?”. Y la respuesta es que no solamente puede hacerlo sino que ese “débil pueblo” resulta la mejor herramienta que tiene… a fin de que la gloria sea para Él.

Veamos primero que apenas solucionado el problema del pecado en el campamento vino la promesa de la victoria. Repito lo que dije en el artículo anterior: dado que la verdadera lucha es espiritual nuestro principal enfoque no debería estar en “cómo” combatir las potencias demoníacas sino en tener una relación restaurada con el Creador. Una vez solucionado eso, sencillamente Dios dice: “yo te he entregado a su rey y a su pueblo, su ciudad y su tierra”.

Creo que todo el avance en Guerra Espiritual de las últimas décadas resulta fabuloso, siempre y cuando no pongamos “el carro por delante del caballo”: la base sigue siendo una relación correcta con Dios. En realidad, el sentido máximo de cualquier acción de Guerra Espiritual es llegar a restaurar una relación más profunda y un testimonio más radiante de la gloria de Dios.

Volvamos al texto. Notemos que expresamente Dios le está permitiendo a Josué y su ejército hacer lo que no podían hacer en Jericó: tomar del botín de guerra. Recordemos, era la práctica habitual en ese entonces, y si alguno se puede sentir espantado hoy por eso, les recuerdo que cuando un partido político gana una elección luego reparten su “botín de guerra” (los cargos políticos, la “billetera” del estado, etc.) entre todos aquellos que participaron en la campaña.

Así que vemos que el pecado de Acán fue, desde otro punto de vista, no esperar el tiempo adecuado, adelantarse a tomar lo que no le correspondía. Dios estaba estableciendo un principio: Él es primero. La Guerra Espiritual hoy no se hace para “conquistar un territorio” a fin de que estemos más cómodos en él, se hace para entregárselo a Él, y la comodidad y la bendición son las consecuencias necesarias.

Esto es un punto muy importante, porque cuando estamos en medio de la lucha es muy fácil perder el foco y los enemigos se transforman en “nuestros” enemigos y la lucha en “nuestra” lucha, por lo que terminamos haciéndola con estrategias y métodos humanos… y así le fue a Josué. Quizás más difícil que el combate espiritual sea mantener siempre el enfoque correcto.

Y ahora viene algo fantástico:

Josué 8:3-8 RVC
3 Josué y sus guerreros se prepararon y fueron a atacar a Hai. Para esto, Josué escogió a treinta mil hombres aguerridos, y los envió de noche
4 con estas órdenes: «Presten atención y pongan emboscadas detrás de la ciudad. Manténganse muy atentos y preparados, pero no se alejen mucho.
5 Todo el pueblo y yo nos acercaremos a la ciudad, de modo que nos vean, para que ellos salgan y nos persigan como lo hicieron antes, y nosotros huiremos delante de ellos.
6 Así haremos que se alejen de la ciudad, y que piensen que estamos huyendo como la primera vez. Cuando ustedes nos vean huir,
7 saldrán de sus escondites y tomarán la ciudad, pues el Señor nuestro Dios nos la va a entregar.
8 Una vez que la hayan tomado, le prenderán fuego. Esto lo deben hacer en conformidad con lo que el Señor ha ordenado, y con lo que yo les he transmitido.»

Dios simplemente le dijo: “pon detrás de la ciudad a gente emboscada” y Josué, como guerrero experimentado, pudo entender exactamente qué debía hacer.

Esta parte es fantástica porque nos muestra las estrategias de Dios, que Él está usando aquí y ahora aunque no nos demos cuenta.

Josué preparó una emboscada y una “actuación”: un grupo huiría como la otra vez, los enemigos no se darían cuenta del engaño y caerían en la trampa.

Josué 8:12-29 RVC
12 Tomó consigo cerca de cinco mil hombres, y puso la emboscada entre Betel y Hai, en la parte occidental de la ciudad.
13 El pueblo estaba en el campamento, al norte de la ciudad, y la emboscada al occidente. Esa noche Josué avanzó hasta la mitad del valle.
14 En cuanto el rey de Hai los vio, rápidamente reunió al pueblo en la madrugada, y en el momento señalado salieron de la ciudad para combatir a Israel frente al Arabá, sin saber que a espaldas de la ciudad les habían tendido una emboscada.
15 Josué y el pueblo de Israel se fingieron vencidos y huyeron por el camino del desierto,
16 y todo el pueblo de Hai se reunió para perseguirlos. Corrieron tras Josué, con lo que se alejaron de la ciudad.
17 No hubo en Hai ni en Betel nadie que no saliera a perseguir al pueblo de Israel, y por perseguirlo dejaron abierta la ciudad.
18 Entonces el Señor le dijo a Josué: «Apunta contra Hai la lanza que tienes en la mano, porque yo te la voy a entregar.» Y Josué apuntó su lanza contra la ciudad,
19 y los que la habían emboscado se levantaron rápidamente; y en cuanto Josué levantó su mano, ellos corrieron y entraron en la ciudad, y la tomaron y enseguida le prendieron fuego.
20 Cuando los hombres de Hai miraron hacia atrás, vieron que de la ciudad salía humo, y que éste subía al cielo, y ya no pudieron huir ni a una parte ni a otra, porque el pueblo de Israel que fingía huir al desierto, se volvió contra sus perseguidores.
21 Tan pronto como Josué y el pueblo vieron que los emboscados habían tomado la ciudad, y que le habían prendido fuego, regresaron y atacaron a sus habitantes.
22 Los que ya estaban en la ciudad salieron a su encuentro, así que los de Hai quedaron en medio del pueblo de Israel, los unos por un lado, y los otros por el otro. Fue así como los hirieron, y ninguno de ellos pudo escapar,
23 aunque tomaron vivo al rey de Hai y lo llevaron ante Josué.
24 Cuando los israelitas acabaron de matar a los habitantes de Hai, a los cuales habían perseguido por el campo y el desierto, regresaron a la ciudad y también mataron a filo de espada a los habitantes que aún quedaban con vida.
25 Aquel día cayeron doce mil de los de Hai, entre hombres y mujeres.
26 Josué no dejó de apuntar con su lanza hasta que la ciudad de Hai y sus habitantes fueron destruidos por completo.
27 En conformidad con lo que el Señor le había dicho a Josué, los israelitas se apropiaron de los animales y de los despojos de la ciudad,
28 Y Hai quedó reducida a escombros y asolada para siempre, porque Josué mandó que la quemaran.
29 Al rey de Hai lo colgó de un árbol hasta que cayó la noche, y cuando el sol se puso dio órdenes de que bajaran el cuerpo y lo arrojaran a las puertas de la ciudad. Sobre el cuerpo hacinaron un montón de piedras, el cual permanece hasta el día de hoy.

¿Qué tiene este episodio sanguinario para decirnos hoy? Mucho.

Primero, vemos a un grupo de soldados “huyendo”, y eso es lo más humillante que podía haber; era mucho más honroso morir en el combate que huir. Bueno, sabían que era una estrategia, pero de todas formas, había que hacerlo…

Segundo, vemos un grupo escondido esperando el momento de salir, y uno puede imaginarse la tensión y ansiedad hasta que llegara la señal. No tenían las comunicaciones que tenemos ahora, tanto unos como otros dependían de una señal que llegaría en el momento oportuno y mientras tanto debían seguir con su “libreto”.

Esta es la estrategia del Señor contra enemigos muy difíciles, usando a Su pueblo, ese mismo pueblo muchas veces desorganizado y “chambón”, con pocos recursos humanos y pocos estudios (como a la última encuesta sobre creencias religiosas en Argentina le gusta mostrar…).

Entonces entendemos que en medio de los conflictos naturales, que son profundamente espirituales, que estamos viviendo en nuestros países (y quizás personalmente o como familias o congregaciones…) el General Supremo tiene una estrategia; algunos de Sus soldados están “huyendo” en el frente de batalla, les toca la parte más humillante de ser perseguidos por el enemigo, de soportar burlas, desprecios, perder trabajos o incluso agresión física. Hay un “frente de batalla” sobre el cual el Adversario está lanzando a la gran mayoría de sus tropas y parece que la línea de defensa del Reino está “como gato panza arriba”, defendiendo sus posiciones pero sin mucha esperanza de victoria. ¡Exactamente esa es la idea!

Claro que les toca la parte menos agradable, pero están en el lugar correcto, entre otras cosas, porque los ejércitos enemigos están concentrados allí y distraídos de lo otro que está haciendo Dios.

¿Qué es “lo otro” que Dios está haciendo? ¿Quiénes son esos soldados “escondidos” esperando la señal / atacando a la ciudad desprotegida? Bueno, eso lo sabe el General, no necesariamente Sus soldados. Su estrategia está normalmente fuera de la comprensión de la mayoría de los fieles y es mejor que así sea. Por un lado, porque entonces habilita a que actúe la fe y no la sabiduría humana; en sabiduría no podríamos competir ni cerca con las estrategias del enemigo, pero en fe, aún la medida más pequeña puede ganar.

Por otro lado, si un soldado conoce toda la estrategia y es capturado, fácilmente el enemigo puede rearmar sus tropas. Pero, ¿esto también funciona en el plano espiritual? ¿Acaso del Adversario no sabe ya lo que Dios está haciendo? Es probable que lo sepa, es probable que no sepa todo, él no es omnisciente, aunque, por cierto, mucho más inteligente que cualquiera de nosotros. De todas formas, la cuestión central no es tanto cuánto sepa él sino cuánto sepan sus agentes en la tierra, y no debemos pensar que todos ellos tienen una comunicación tan clara y fluida con su oscuro capitán.

¡Dios tiene a los Suyos escondidos en lugares estratégicos! Una “derrota” momentánea puede ser nada menos que el preludio para una victoria definitiva. Probablemente muchos no se den cuenta, pero no deben abandonar sus posiciones. Si tu función es “correr” delante del enemigo, estás haciendo lo correcto, los estás manteniendo distraídos mientras Dios por detrás está atacando su centro de operaciones.

Claro, hay un momento en que la estrategia queda clara, cuando sube el humo de la ciudad los ejércitos de Hai se dan cuenta de lo que estaba pasando, pero es entonces cuando los “cobardes israelitas” que huían de delante de ellos dejaron de ser tan “cobardes” y se manifestaron tal cual eran: feroces guerreros.

En la persecución, los ejércitos enemigos se alejaron de la ciudad, es decir, de su fuente, de su lugar de aprovisionamiento y su refugio. Tranquilamente hubieran podido resguardarse durante meses dentro de la muralla y la conquista no hubiera sido fácil, es más, otras ciudades estados hubieran podido venir en su ayuda. Pero el hecho de salir con todo su ejército, aquello que vieron como su principal fortaleza, se transformó en su principal derrota. Algo parecido a lo que estamos viendo a nivel social y cultura (y político) en nuestros países hoy; hay una aparente victoria, ¡pero cuidado! ¿a qué costo de parte del adversario?

El otro punto central que debemos entender de este episodio histórico es que la “fortaleza enemiga” debe ser destruida por completo, y ahí creo que fallamos bastante. Por supuesto, no me refiero a una destrucción física, pero sí espiritual. Es un tema largo para hablar y bastante complejo, pero cuando una fortaleza de error es atacada no hay que dejar ninguna de sus partes en pie porque luego se levantará con más fuerzas.

Hay que “tomar el botín” también, y eso implica muchas cosas, entre otras, a las personas engañadas por ella, lo cual es, ni más ni menos, que traerlas al Reino. Hoy Satanás está lanzando a las personas engañadas por los movimientos LG…, feminismo, izquierda, etcétera, etcétera contra los “valores cristianos” pero en realidad contra el Reino de Dios. No está haciendo nada más que obligarlos a entrar en contacto con el Evangelio del Reino, ¡cómo si algo pudiera resistirse a él! Pues bien, ¿se imaginan a toda esa gente, profundamente engañada por ideología totalmente antinaturales, cuando hayan recibido la luz? No habrá habido, en ese momento, sobre la faz de la Tierra, personas más comprometidas y consagradas a predicar la Verdad. Satanás está formando a los que serán sus peores pesadillas. Ese es el “botín” que tenemos que conquistar en la “ciudad” que en este momento el enemigo ha dejado “desprotegida”. Y al “rey” que los engañó hay que “sepultarlo” bajo un cúmulo de “piedras vivas”, que construyen la Casa de Dios, de tal forma que en ese lugar nunca más pueda levantarse.


Danilo Sorti



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