domingo, 22 de diciembre de 2019

744. El terror del Señor


Proverbios 28:1
1 El impío huye sin que nadie lo persiga, pero el hombre justo vive tranquilo como un león.

Hace algunos días estaba reflexionando en aquellas personas que ya están desechadas de la gracia divina, aquellos que menciona la Palabra cuando dice claramente que “no es de todos la fe” (2 Tesalonicenses 3:2), es decir, que no todos pueden creer, que hay gente sobre la cual el Espíritu Santo ya se fue y no puede arrepentirse.

Estos son los corruptos que, entre otras cosas, lideran a las masas hacia la perversión social, hacia los conflictos, etc. Seamos claros, los líderes vinculados con la “nueva” guerrilla urbana, los grupos feministas extremos, los relacionados con el aborto y un largo etcétera, caen dentro de esta categoría. ¿Estoy diciendo taxativamente que todos ellos ya han sido desechados? Es un poco difícil afirmarlo así, pero tengamos en cuenta dos cosas; primero que la Biblia misma nos dice que es una opción real y segundo, que el grado de perversión que tan voluntariamente incitan implica un extremo alejamiento de Dios. Si alguno de ellos puede ser rescatado, es muy difícil que lo sea sin antes pasar por un grado importante de quebrantamiento.

Mientras tanto tenemos a esta gente que está corrompiendo sociedades y, mucho pero, a nuestros jóvenes, y pero aún, intentando asesinar niños. ¿Vamos a permitirlo solamente porque “pobrecitos, pueden cambiar”? De ninguna manera, la misericordia de Dios no puede tolerar la destrucción tan grande que están trayendo, y por cierto, no podemos ser más misericordiosos que Él. Esta es la gente que tiene su conciencia ya cauterizada, que perdió toda sensibilidad.

El asunto es que los tenemos en el Congreso, en los distintos estamentos del gobierno, ocupando roles de movilizadores sociales, incorporados a fundaciones multimillonarias con mucho dinero para sobornar políticos, en puestos de mucha autoridad e influencia. ¿Cómo vamos a orar por ellos?

Hay un nivel muy delicado en el que el Espíritu Santo puede guiar a profetas y apóstoles a declarar que dichas personas sean cortadas de sobre la faz de la Tierra. Dios respeta la vida de Su criaturas, aún cuando se hayan desviado irremediablemente, pero hay momentos en que Su ira cae sobre esos perversos de mano de Sus mensajeros especiales.

Pero hay otro nivel de juicio, bíblico también y no tan extremo: el terror del Señor.

Génesis 35:5
5 Cuando salieron, el terror de Dios cayó sobre las ciudades de los alrededores, y nadie persiguió a los hijos de Jacob.

Éxodo 23:27-30
27 Haré que mi terror te preceda, y que en todo pueblo donde entres su gente tiemble delante de ti, y que todos tus enemigos se dobleguen ante ti.
28 Delante de ti enviaré a la avispa, para que a tu paso despeje a los jivitas, cananeos e hititas.
29 No los echaré de tu presencia en un año, para que la tierra no se quede desierta ni aumenten contra ti las fieras salvajes.
30 Los echaré de tu presencia poco a poco, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.

2 Crónicas 14:12-14
12 El Señor derrotó a los etíopes que se enfrentaron contra Asa y Judá, y los etíopes huyeron.
13 Asa y su ejército los persiguieron hasta Gerar, y los etíopes fueron derrotados hasta no quedar uno solo con vida. Fueron derrotados delante del Señor y de su ejército, y se les quitó un gran botín de guerra.
14 Además, el terror del Señor cayó sobre todas las ciudades alrededor de Gerar, y como había en ellas grandes riquezas, Asa y los suyos las saquearon,

Salmos 105:38
38 Cuando el pueblo salió, los egipcios se alegraron, pues ante ellos sentían un profundo terror.

Está claro que este nivel de terror estaba relacionado con la santidad y obediencia del pueblo, pero cuando las condiciones se cumplían, constituían una herramienta formidable para espantar a enemigos mucho más grandes y poderosos.

Esta misma estrategia es la que tenemos que usar hoy, cuando nos enfrentamos a enemigos tramposos, poderosos, que pueden manejar muy bien todos los hilos del poder y que se encuentran en un lugar “intocable”. Está bien toda la acción a nivel social y legal que podamos hacer, no hay que dejarla de ningún modo, pero lo principal sigue siendo la guerra espiritual, y creo que en estas batallas que nos toca librar hoy no la estamos usando de manera adecuada.

Dios siempre tiene recursos más poderosos, que de hecho parecen tan simples y hasta “débiles”, pero no lo son en absoluto.

Debemos establecer el terror del Señor sobre estos líderes corruptos, y veremos cómo empezarán a tomar decisiones ilógicas que terminarán anulándolos a ellos mismos, y al final caerán de su posición.

El Espíritu dijo en el libro de Proverbios:

Proverbios 1:7
7 El principio de la sabiduría es el temor al Señor; Los necios desprecian la sabiduría y la enseñanza.

El “temor” del Señor es algo muy distinto al “terror”. Se trata de un temor reverente, prudente, que nos lleva a acercarnos a Él con mucho respeto. Notemos bien que dice “el principio de la sabiduría” no “su fin”. Aquellos que no conocer íntimamente al Creador tal como el Hijo nos lo revela sólo pueden acercarse de esa manera. Está bien. Se supone que esa debería ser la puerta de entrada para recibir la revelación más plena de Jesucristo, cuando se alcanza a entender que la culminación de la sabiduría es el amor y no el temor.

Lo sensato sería esperar que esta gente tuviera temor del Señor (como era común en otros tiempos), por lo menos. Como ellos decidieron voluntariamente no tenerlo, Dios les envía Su terror, para que sean completamente anulados en sus planes y estrategias. En esa dirección tenemos que orar, con plena autoridad y sin indulgencias que le cuestan muy caro a todos. Tenemos la autoridad como hijos, pero si no la usamos, no sirve para nada. Peor aún, si bendecimos a los que deben ser cortados de su posición de poder, terminamos siendo siervos de Satanás.

Temamos primero nosotros, para que en amor declaremos Sus juicios, para misericordia de nuestros pueblos, y, quizás, para salvación de alguno de ellos.


Danilo Sorti


No hay comentarios:

Publicar un comentario