martes, 9 de julio de 2019

693. ¿Sobre qué se fundamenta la fe que alcanza grandes cosas? Un panorama de Hebreos 11


Hebreos 11:1-2 RVC
1 Ahora bien, tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve.
2 Gracias a ella, nuestros antepasados fueron reconocidos y aprobados.

Hebreos 11 es un “capítulo resumen” en el que el autor (presumiblemente Pablo) hace un recorrido por la historia bíblica para destacar la esencia de la fe. La comunidad receptora estaba atravesando por un tiempo difícil y necesitaba ser animada y fortalecida. Hubo luchas y dificultades, y el tiempo pasó sin que aparentemente las cosas hubieran mejorado. Necesitaban ser fortalecidos en la fe, pero no era necesario “inventar” nada, de hecho bastaba una nueva lectura bíblica reenfocada para descubrir lo que siempre había estado allí.

Desde el primer versículo es claro que la fe tiene que ver con “lo que no se ve”; implica una disposición del corazón a creer en algo que “no ve”, es decir, de lo cual la MENTE RACIONAL no tiene evidencias “suficientes”. Pero el tema que quiero repasar aquí es si esa fe “parte de la nada” o es una fe que necesariamente se tiene que fundamentar en alguna promesa, es decir, en alguna palabra que surgió primeramente de Dios. ¿Puedo creer lo que quiero creer o solo lo que me ha sido dado para que crea?

El versículo 1 no avala una “fe en la fe”; simplemente habla de esperar y de una realidad que no se ve, pero eso no supone que sea algo inventado por el que cree.

Hebreos 11:3 RVC
3 Por la fe entendemos que Dios creó el universo por medio de su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de lo que no se veía.

El testimonio de un Dios Creador es dado por la creación misma a nuestro espíritu, y luego por la Biblia. No hay nada inventado aquí, simplemente estamos respondiendo con fe a una revelación que es profundamente espiritual.

Hebreos 11:4 RVC
4 Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, y por eso fue reconocido como un hombre justo, y Dios aceptó con agrado sus ofrendas. Y aunque Abel está muerto, todavía habla por medio de su fe.

Tampoco Abel inventó nada: él ya sabía qué tipo de sacrificio debía ofrecer y cómo hacerlo.

Hebreos 11:5 RVC
5 Por la fe, Enoc traspuso sin morir el umbral de la muerte, y nunca más se supo de él, porque Dios le hizo cruzar ese umbral; pero antes de cruzarlo, todos reconocieron que él era del agrado de Dios.

Lo mismo que antes: aunque no tengamos mucho registro de aquella época, entendemos que ellos sabían cómo “caminar con Dios”. Enoc lo hizo de manera excelente; no inventó “su propio camino”, recorrió el sendereo que ya le había sido enseñado.

Hebreos 11:6 RVC
6 Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan.

De nuevo, el testimonio de la existencia de Dios y de Su justo juicio y recompensa le es dado a la persona antes de que decida creer en eso.

Hebreos 11:7 RVC
7 Por la fe, con mucho temor Noé construyó el arca para salvar a su familia, cuando Dios le advirtió acerca de cosas que aún no se veían. Fue su fe la que condenó al mundo, y por ella fue hecho heredero de la justicia que viene por medio de la fe.

Esta evidencia es quizás más clara en el relato bíblico; Noé recibió una palabra específica y en ella creyó.

Hebreos 11:8-12 RVC
8 Por la fe, Abrahán obedeció cuando fue llamado, y salió sin saber a dónde iba, y se dirigió al lugar que iba a recibir como herencia.
9 Por la fe, habitó en la tierra prometida como un extraño en tierra extraña, y vivió en tiendas con Isaac y Jacob, quienes eran coherederos de la misma promesa;
10 porque esperaba llegar a la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
11 Por la fe, Sara misma recibió fuerzas para concebir, aunque era estéril, y dio a luz, aun cuando por su edad se le había pasado el tiempo, porque creyó que era fiel quien le había hecho la promesa.
12 Por eso también, de un solo hombre, que ya estaba casi muerto, llegó a tener una multitud de descendientes, tan numerosos como las estrellas del cielo y tan incontables como la arena que está a la orilla del mar.

La historia del Padre de la fe no podía ser otra cosa que un continuo desafío de fe, pero cada nueva prueba que atravesó con éxito comenzó con una palabra de Dios: un mandato y una promesa. ¡Imposible pensar que algo de eso se le hubiera ocurrido a Abraham por sí mismo!

Hebreos 11:13-16 RVC
13 Por la fe, todos ellos murieron sin haber recibido lo que se les había prometido, y sólo llegaron a ver esto a lo lejos; pero lo creyeron y lo saludaron, pues reconocieron que eran extranjeros y peregrinos en esta tierra.
14 Porque los que dicen esto, claramente dan a entender que buscan una patria;
15 pues si hubieran estado pensando en la patria de donde salieron, tiempo tenían para volver.
16 Pero ellos anhelaban una patria mejor, es decir, la patria celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse su Dios; al contrario, les ha preparado una ciudad.

Aquí podemos detenernos un poco: “claramente dan a entender que buscan una patria”. Si en todos los hombres de fe no hubiera habido un anhelo por Dios no hubieran podido avanzar, sencillamente no hubieran podido creer o mantenerse firmes en la palabra recibida. Aunque la fe, según lo que estamos viendo, no ocurre “en el vacío” sino que depende de que primero haya una palabra, no puede anidar en un corazón que no anhele algo mejor, un corazón insatisfecho. En el versículo 16 vemos que Dios honra ese sentir, y a ellos es que les da una promesa para que puedan creer y actuar.

La fe que alcanza grandes cosas nunca puede partir “en el vacío” pero siempre necesita un corazón dispuesto a creer y que espera recibir la promesa.

Hebreos 11:17-19 RVC
17 Por la fe, cuando Abrahán fue puesto a prueba, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía a su único hijo,
18 a pesar de que Dios le había dicho: «Por medio de Isaac te vendrá descendencia».
19 Y es que Abrahán sabía que Dios tiene poder incluso para levantar a los muertos; y en sentido figurado, de entre los muertos lo volvió a recibir.

Ahora el concepto se profundiza: Abraham no había recibido una palabra específica de que si mataba a su hijo este resucitaría, sólo había una orden que parecía contradecir las promesas anteriores, pero una mente que razona en base a la fe podía entender que era imposible que tal contradicción existiera, ¿qué iba a hacer Dios?, no lo sabía, pero, por la fe en las palabras dadas, y más que nada, por la fe en la naturaleza de ese Dios que había llegado a conocer, entendió que algo debía suceder, y descansó en esa fe. De nuevo, no es fe en el vacío, es fe en base a una palabra, aunque ahora no una palabra dada en el momento.

Hebreos 11:20-22 RVC
20 Por la fe, Isaac bendijo a Jacob y a Esaú acerca de las cosas venideras.
21 Por la fe, cuando Jacob murió, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado en la punta de su bastón.
22 Por la fe, cuando José murió, anunció la salida de los hijos de Israel y dio instrucciones en cuanto a qué hacer con sus restos mortales.

¿Hubo palabras directas en este caso? Los patriarcas eran profetas también y ellos confiaban en las promesas dadas; en base a esa fe el espíritu de la profecía pudo fluir. Había una promesa dada a Abraham ya bastante tiempo atrás, pero que seguía tan viva como entonces; de nuevo, no es fe en el vacío.

Hebreos 11:23-26 RVC
23 Por la fe, cuando Moisés nació, sus padres lo escondieron durante tres meses, pues al ver que era un niño muy hermoso no tuvieron miedo del decreto del rey.
24 Por la fe, cuando Moisés ya era adulto, rehusó llamarse hijo de la hija del faraón,
25 y prefirió ser maltratado junto con el pueblo de Dios, antes que gozar de los deleites temporales del pecado,
26 pues consideró que sufrir el oprobio de Cristo era una riqueza mayor que los tesoros de los egipcios. Y es que su mirada estaba fija en la recompensa.

¿Fe en una palabra aquí? No parece, pero sí fe en el Dios de la Palabra, fe que surge de conocer al Eterno y estar dispuestos a pagar el precio. De nuevo, no hay ninguna “fe en el vacío” aquí, ni “fe en la fe”, hay fe que surge por conocer a La Palabra misma.

Hebreos 11:27-29 RVC
27 Por la fe salió de Egipto, sin temor a la ira del rey, y se mantuvo firme, como si estuviera viendo al Invisible.
28 Por la fe, celebró la pascua y el rociamiento de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no llegara a tocarlos.
29 Por la fe, pasaron por el Mar Rojo como si pisaran tierra seca; y cuando los egipcios intentaron hacer lo mismo, murieron ahogados.

Esta historia es conocida: Moisés recibe instrucciones claras de Dios y las pone en práctica… contra la potencia más grande de su tiempo: fe en una promesa cuando todo el contexto político y militar estaba decididamente en contra.

Hebreos 11:30 RVC
30 Por la fe, cayeron las murallas de Jericó después de rodearlas siete días.

Fe en una promesa, cuando es ridículo hacer lo que se pide, y cuando está en juego la credibilidad del líder en un feroz territorio enemigo.

Hebreos 11:31 RVC
31 Por la fe, la ramera Rajab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías.

Esta sección del capítulo concluye con una extranjera, condenada por pertenecer a un pueblo destinado a la destrucción, condenada por ser ramera y condenada por ser mujer, sin ninguna palabra específica, sin ninguna promesa para su pueblo y con una sentencia de muerte inminente, es decir, alguien TOTALMENTE ALEJADO de cualquier palabra que actuara como “semilla de fe”, pero que conoció a La Palabra quizás mejor que muchos israelitas: no solo en Su poder sino también en Su misericordia. ¿Recibió ella una palabra? Pues sí, los hechos del Señor a lo largo de la historia reciente fueron “la palabra” que se difundió por toda la región, y ella la creyó, y sobre ella actuó.

Hebreos 11:32-38 RVC
32 ¿Y qué más puedo decir? Tiempo me faltaría para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas,
33 que por la fe conquistaron reinos, impartieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
34 apagaron fuegos impetuosos, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de flaqueza, llegaron a ser poderosos en batallas y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros.
35 Hubo mujeres que por medio de la resurrección recuperaron a sus muertos. Pero otros fueron atormentados, y no aceptaron ser liberados porque esperaban obtener una mejor resurrección.
36 Otros sufrieron burlas y azotes, y hasta cadenas y cárceles.
37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de un lado a otro cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pobres, angustiados y maltratados.
38 Estos hombres, de los que el mundo no era digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.

A esta altura el escritor ya dio a entender todo lo que necesitaba sobre el tema y simplemente resume el resto de la historia, tanto de los que tuvieron “éxito” como de los que “fracasaron” por su fe, todos aprobados por esa misma fe. ¿Se trató de una fe “porque sí”? No, en los versículos anteriores quedó claro que la fe no es eso. Quizás no siempre haya una palabra expresa y específica, pero siempre hay una palabra, y más que nada, La Palabra:

Jeremías 9:24 DHH
24 Si alguien se quiere enorgullecer,
que se enorgullezca de conocerme,
de saber que yo soy el Señor,
que actúo en la tierra con amor, justicia y rectitud,
pues eso es lo que a mí me agrada.
Yo, el Señor, lo afirmo.

Conocer al Autor de la Biblia implica que conocemos Sus promesas, cómo actúa, qué quiere, e implica que Su Espíritu está en nosotros transmitiéndonos Sus palabras permanentemente. Es natural que la fe surja de allí y puede parecer que es “fe porque sí”, “creo porque es bueno que se haga tal o cual cosa”, pero esa es solo la apariencia errada de una comunicación mucho más profunda.

Hebreos 11:39-40 RVC
39 Y aunque por medio de la fe todos ellos fueron reconocidos y aprobados, no recibieron lo prometido.
40 Todo esto sucedió para que ellos no fueran perfeccionados aparte de nosotros, pues Dios había preparado algo mejor para nosotros.

Y el capítulo concluye con una nueva introducción: todos esos maravillosos ejemplos de fe, sin embargo, están “incompletos” sin la obra de Cristo, El Verbo hecho hombre, la Palabra viva a partir de la cual podemos creer y tener no solo la fe para salvación sino para conquistar grandes cosas.

Hay una promesa sobre la Iglesia (aunque es también sobre Israel para un tiempo futuro) que aún debe cumplirse:

Zacarías 12:8 RVC
8 «Cuando llegue ese día, yo el Señor defenderé a los habitantes de Jerusalén. El más débil entre ellos será tan fuerte como David, y los descendientes de David serán tan poderosos como el ángel del Señor que los precede.

La iglesia de los últimos tiempos, la que se está levantando en este preciso momento, será así, pero para ello deberá tener la clase de fe de los “héroes de la fe” de Hebreos 11. De hecho, el ejemplo de ellos será lo normal en esa iglesia, será la regla y no la excepción. Y el tiempo en que comience es ahora, ya no en el futuro. Pero todo ello partirá de conocer a La Palabra y de tener Sus Promesas en nosotros, y de escuchar Su Voz.


Danilo Sorti




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