martes, 9 de julio de 2019

695. El fin del paréntesis de la iglesia y el reinicio de la era de las naciones


Salmos 7:7 RVC
7 Rodeado entonces de todas las naciones, reinarás sobre ellas desde el alto cielo.

Salmos 22:27-31 RVC
27 Todos los rincones de la tierra invocarán al Señor, y a él se volverán; ¡ante él se inclinarán todas las naciones!
28 El reinado es del Señor, y él gobierna a todas las naciones.
29 Todos los poderosos de la tierra lo adorarán; todos los mortales le rendirán pleitesía, todos los que no tienen vida propia.
30 Las generaciones futuras le servirán, y hablarán del Señor a la generación venidera.
31 Se dirá a los que aún no han nacido que el Señor es justo en todo lo que hace.

Salmos 67:4 RVC
4 ¡Que las naciones se llenen de gozo, porque tú juzgas a los pueblos con equidad y eres el Pastor de todas las naciones!

Salmos 86:9 RVC
9 Todas las naciones que tú, Señor, has creado vendrán y se postrarán delante de ti y glorificarán tu nombre,


Muchas profecías nos muestran a las naciones adorando al Señor, y la escena final de Apocalipsis, que de hecho “no tiene” fin, nos muestra una eternidad con las naciones presentando su alabanza a Yahweh. Sería muy largo aquí mostrar los muchos pasajes que hablan sobre naciones, que, sin embargo, quedaron opacados debido a una interpretación sesgada de la Biblia hecha por el cristianismo durante siglos, que sólo vio el Nuevo Testamento pero se olvidó de su estrecha conexión con el Antiguo.

Constantino “captura” la iglesia en cierto sentido de nuevo para el estado (aunque antes de hacer una crítica demasiado ácida debemos considerar si hubiera podido existir otro modelo EN ESE TIEMPO, no en el nuestro). Así la recién nacida iglesia católica, y posteriormente, las primeras iglesias protestantes, se concibieron a sí mismas como iglesias de los estados, oscureciendo la instrucción de Jesucristo respecto de que Su Reino no era de este mundo.

La segunda ola de la Reforma comenzó con la separación de la iglesia y el estado, no con el fin de que el estado se volviera ateo, sino para que la fe pudiera ser practicada con libertad y no se inmiscuyeran ambas esferas. El programa masónico tomó ese principio soltado por la misma iglesia para exagerarlo al punto de volver ateos a los estados.

Lo cierto es que al rechazar Israel como nación el mensaje de salvación, ya no había una nación testigo entre todas las naciones que pudiera llevarlas a la conversión COMO NACIONES. Sólo había individuos, por lo que el nuevo tiempo consistió en individuos integrados a un Reino espiritual que fungirían como embajadores en medio de todas las naciones.

Yahweh nunca dejó de juzgar a las naciones, ahora el Mesías sentado en Su trono había recibido autoridad sobre ellas, pero se abrió un tiempo de misericordia en donde pacientemente esperó que Su Mensaje se difundiera entre los pueblos.

La profecía más clara sobre las iglesias, lo que leemos en Apocalipsis 2 y 3, nos muestra que ya se completaron sus épocas y las señales proféticas anuncian aceleradamente el fin; este tiempo de la iglesia, este “paréntesis” como se ha llamado muchas veces, está muy próximo a cerrarse, ¿y qué está pasando mientras tanto?

La introducción a toda la Biblia la encontramos en los primeros once capítulos de Génesis, y ellos concluyen con naciones apareciendo y esparciéndose sobre la faz de la Tierra. De ahí en más nunca “desaparecen” del relato bíblico, ni siquiera en el Nuevo Testamento aunque en enfoque principal sea individual. Es lógico que a medida que se cierra este paréntesis de la época de la iglesia, y que el juicio y la purificación de Su pueblo se completa, comienza nuevamente el tiempo de las naciones.

Las imágenes que tenemos del reinado milenial nos hablan de naciones adorando al rey, o no (porque también habrá pecado allí), pero en este caso recibiendo inmediatamente el juicio correspondiente. La iglesia no desaparecerá durante ese tiempo (no desaparecerá nunca más, de hecho), pero ya no se tratará de “embajadores dentro de naciones perversas”, todas las naciones serán cristianas, obedientes o rebeldes, pero cristianas.

Y ahí vamos llegando a este tiempo del fin en el que una época se cierra y una nueva comienza a abrirse, ¿qué significa? Pues que el llamado a “discipular naciones”, tal como fue dicho en Mateo 28:19, adquiere otra dimensión.

Es difícil hablar sobre esto; la salvación sigue siendo individual y todavía no podemos esperar que haya “naciones cristianas”, y no creo que las haya hasta por lo menos mediados del tiempo de los juicios, o después. Pero diversas palabras proféticas dadas a los siervos del Señor muestran cómo naciones se vuelven progresivamente más oscuras mientras que en otras brilla cada vez más la luz. No diría que esto quiere decir que esas naciones serán cristianas ahora, pero sí que el número de creyentes crecerá y que el nivel espiritual aumentará tanto como para ser luz en estos tiempos oscuros. No escaparán a los juicios, no serán perfectas ni mucho menos, no estamos todavía de vuelta en el tiempo de las naciones, pero habrá un avance, un “anticipo”.

No puedo explicar todo lo que esto significa, pero observo que hemos sido despertados a pelear espiritualmente por nuestros países, y eso hará una diferencia. No había ocurrido así durante siglos y no creo que debamos echarle la culpa a la teología; ocurrió así ahora y estoy convencido que el Espíritu Santo, el Ruaj Hakodesh, lo ha hecho, como un anticipo.

Proféticamente hoy estamos comenzando a cumplir, a “sembrar” en el mundo espiritual, lo que será una realidad en un futuro: naciones completas entregadas al Señor. Despojémonos de todos los conceptos secularistas que han tenido su utilidad en su tiempo, pero que en esencia son falsos: nunca pensó Dios naciones separadas de la fe y si esa experiencia no funcionó en el pasado fue porque no era el tiempo. La separación entre la iglesia (como Cuerpo de Cristo, no como institución) y el estado es, finalmente, un acuerdo humano, y no hay ninguna “Biblia” que la ordene, sencillamente puede borrarse así como se escribió alguna vez. Hoy la avanzada zurdo progre quiere borrar las más elementales leyes de la naturaleza, ¿por qué habremos de respetarlos en una separación que no es bíblica? ¡Nunca el Eterno pensó en naciones seculares!

Nuestros países deben incorporar las leyes de Cristo, porque esa es la voluntad del Señor, y no hay nada superior. No somos llamados a ninguna guerra física porque eso quedó bien en claro en los Evangelios, pero tenemos todas las armas espirituales para utilizar, ¡usémoslas! No vamos a “hacer cristianas” a nuestras naciones hoy, pero vamos a cambiar muchas realidades. El Santo de Israel está con nosotros.


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario