Jueces 4:8-9 RVC
8 Y Barac le respondió: «Iré, si tú vas
conmigo. Si no vas conmigo, no iré.»
9 Ella le dijo: «Voy a ir contigo. Pero la
gloria de la victoria no será tuya, porque el Señor va a poner a Sísara en
manos de una mujer.» Y así, Débora se levantó y acompañó a Barac hasta Cedes.
En un artículo anterior analicé los eventos
que concluyeron en las pasadas elecciones provinciales del 16/06/19, el
histórico apagón y la histórica entrada de una agrupación expresamente provida
a la legislatura. Un devocional que leí un poco después me hizo entender algo
más.
Estaba basado en el texto que compartí más
arriba. Conocemos la historia y la victoria obtenida por Israel. En una época
fuertemente dominada por el hombre es una nota sumamente extraña. Haciendo un
análisis de los tiempos proféticos, Débora cantó:
Jueces 5:6-8 RVC
6 »En los días de Samgar hijo de Anat, que
fueron los días de Yael, los caminos se quedaron abandonados, los viajeros se
apartaron por atajos escabrosos,
7 los poblados israelitas quedaron
abandonados, hasta que yo, Débora, me llené de valor y como madre me puse al
frente de Israel.
8 »Los israelitas escogieron nuevos dioses;
la guerra estaba a las puertas de la ciudad, pero no había un solo escudo, ni
una lanza, entre los cuarenta mil hombres de Israel.
Los hombres de Israel habían abandonado su
rol, que no es exactamente el de proveedor como ha dibujado la sociedad
occidental, sino más bien el de defensor; desde los días de Adán y Eva la
responsabilidad económica estaba compartida, y siempre lo fue, pero la
responsabilidad de la defensa recaía exclusivamente (o casi) sobre el hombre.
Sin embargo, entre la multitud de Israel “no había un solo escudo, ni una
lanza”, es decir, ningún hombre dispuesto a defender su territorio. Desde que
Israel había salido de Egipto hasta el final de la historia veterotestamentaria
no volvemos a leer eso, ¡siempre hubo hombres dispuestos a levantarse por su
nación, aún cuando Dios les decía expresamente que no lo hicieran porque serían
entregados al exilio!
La situación era tal que “los poblados
israelitas quedaron abandonados”, es decir, todo el orden de la civilización
israelita estaba por desmoronarse. Tales son las terribles consecuencias cuando
los hombres abandonan su función indelegable (no exactamente la de
proveedores): la defensa de su familia y su tierra.
Pero cuando no hubo hombres, lo impensado
para esa época ocurrió: Dios levantó a una mujer para que organizara la lucha y
a otra, una “simple y sencilla ama de casa”, para que acabara con el principal
enemigo del pueblo.
Los tiempos han cambiado mucho, a partir de
la nueva revelación en Cristo entendemos que no hay diferencias delante del
Señor, los privilegios sexistas no tienen justificativo bíblico y hombres y
mujeres podemos ser libres para ayudarnos mutuamente, sostenernos, y
complementarnos para formar una verdadera unidad. Pero eso no nos exime del
diseño original: el hombre sigue siendo el defensor de la familia y la nación,
quizás no con espada, quizás no en guerras físicas, pero sí en el ámbito
espiritual, psicológico, emocional.
El “Homero” de Los Simpson muestra claramente
la degradación de esa figura masculina: en algún punto nos dijeron que éramos
incapaces, torpes e incluso culpables de todos los males habidos y por haber en
la sociedad… ¡y lo creímos! Por lo tanto, actuamos en consecuencia, y nos
volvimos torpes, incapaces y culpables de no defender lo que nos fue dado. Por
eso es que avanzaron todas las ideologías que hoy destruyen a nuestros jóvenes.
Por eso Dios también levantó a los
“impensados” (y con eso no estoy sugiriendo que tengan una especie de “cheque
en blanco” del Cielo ni mucho menos), y los seguirá levantando para librar una
batalla imposible y obtener una victoria increíble. La Palabra sigue
cumpliéndose:
1 Corintios 1:27-29 RVC
27 sino que Dios eligió lo necio del mundo,
para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo, para avergonzar a lo
fuerte.
28 También Dios escogió lo vil del mundo y lo
menospreciado, y lo que no es, para deshacer lo que es,
29 a fin de que nadie pueda jactarse en su
presencia.
Así, el corte de luz durante el “Día del
Padre” ejemplificó la realidad de los padres de la nación: dormidos y sin que
les resplandezca la luz. Pero eso no duró mucho.
Débora se levantó cuando no hubo otro hombre,
pero Barac tomó las armas y salió a pelear. Hizo falta una madre, cuya
capacidad natural es dar vida, para que infunda nueva vida a la masculinidad
moribunda, pero cuando ésta revivió fue la que se encargó de obtener la
victoria. Y no dudo que sea lo que Dios está haciendo en nuestros países hoy.
Hay más, muy pronto tendremos un eclipse
solar el 2/7, de nuevo “2” y de nuevo “7”, ¡y de nuevo un “corte de luz” breve.
Pero eso lo analizaremos más adelante…
Danilo Sorti
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