Isaías 28:12 DHH
12 Ya él les había dicho antes:
“Aquí está la calma,
aquí está el descanso;
que descanse el fatigado.
Pero no quisieron hacerle caso.
El concepto de reposo aparece vez tras vez en
la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento asociado al día de reposo.
Los cristianos rápidamente “borramos” el día de reposo porque Jesús no cumplió
con la exageración en que habían caído los judíos, pero con eso nos perdimos un
principio clave: ¡uno no puede estar continuamente trabajando!
Bueno, algunas personas lo tienen tan en
claro que deberían ser animadas a que se esfuercen un poco más… pero en este
frenético mundo moderno “no hay tiempo” porque todo era para antes de ayer.
Mucho se ha escrito sobre el peligro del
exceso de actividad, tanto a nivel “secular”; físico, psicológico, familiar,
como a nivel espiritual. El camino que concluye en el pecado, a veces grosero,
y el apartarse del Camino suele comenzar con un: “no tengo tiempo hoy para
buscar al Señor”.
Aunque no somos llamados a guardar un sábado
tal como lo hacían los judíos de la época de Jesús, resulta una necedad
simplemente borrar toda esa parte de la Palabra porque “no aplica”
(supuestamente) hoy.
Yahvéh mismo descanso y nadie supondría que
eso significó “dejar de ser Dios” por un momento, ni dejar de sostener todo lo
que existe con Su Palabra; sino más bien concluir por un momento con un proceso
para disfrutar de la obra.
Todos necesitamos descansar y es muy fácil en
este mundo cargarse de actividades, que pueden ser buenas, pero que en algún
momento agotan. Y quizás el problema sea que nos creemos “Dios”, o incluso algo
superior, porque no tenemos en cuenta que debemos descansar. Y cuando me
refiero a “descansar” no digo que necesariamente pasemos todo el fin de semana
tirados en la cama, sino principalmente descansar en nuestra mente y espíritu.
Descansar implica fe; y donde más claramente
se ve esto es en las ordenanzas respecto del año sabático:
Levítico 25:20-22 RVC
20 Y si acaso se preguntan: “¿Y qué vamos a
comer el séptimo año, si no vamos a sembrar ni a cosechar nuestros productos?”,
21 yo los bendeciré el sexto año, y la tierra
dará frutos para tres años.
22 Así en el año octavo ustedes sembrarán, y
mientras tanto comerán del fruto añejo hasta el año noveno, y tendrán comida
hasta que puedan cosechar.
Lo mismo vale “en pequeño” para el día de
reposo que el Señor había establecido, es decir, hace falta fe para creer que
el trabajo pendiente podrá hacerse al día siguiente, o que el dinero alcanzará,
o que el trabajo para el Señor que estamos haciendo, la batalla espiritual que
estamos librando, será ganada aunque ese día “no estemos luchando”…. aunque
quizás lo estemos haciendo en un grado superior…
Aún persiste la discusión en torno al
“sábado”; no hay ejemplos o mandatos claros al respecto en el Nuevo Testamento
sobre los cuales basarnos para seguir guardando el sábado judío, pero sí
subsiste el principio del “día de reposo”. Cómo esto se lleva a la práctica en
cada caso, cuál será ese día de reposo para cada uno, creo que puede ser
diferente y el Espíritu indicará cómo, pero no debemos olvidarnos del principio
si queremos ser bendecidos.
Que el Señor nos ayude, en este atareado y
exigente mundo, a poner en práctica.
Danilo Sorti
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