jueves, 19 de septiembre de 2019

720. La oración de Daniel – I, el tiempo preciso


Nunca como en este tiempo tenemos que hacer nuestras las palabras de Daniel. En otro artículo dije que el mundo y muchos cristianos viven ya en una expectativa “escatológica” falsa, pensado que finalmente todo será destruido y mientras unos se dedican con todas sus fuerzas a embriagarse de placeres, los otros procuran vivir aislados del mundo y en el mejor de los casos trayendo almas al Señor, pero sin acertar a entender plenamente los tiempos.

Es necesario entender que aún en medio de los juicios hay misericordia, que de hecho los grandes juicios del Padre todavía no llegaron pero que incluso cuando estén aquí Su Mano no se retirará del todo de la Tierra, y especialmente de aquellos que durante esos días se vuelvan a Él.

Sí, todavía hay tiempo para la oración de Daniel, no solamente es necesario que la repitamos, ¡es urgente! Aún Dios tiene mucho para hacer con nuestras naciones, aunque sea en un tiempo breve. Clamemos junto con él.

Daniel 9:1-2 RVC
1 Darío hijo de Asuero, que era de la nación de los medos, llegó a ser rey de los caldeos. En el primer año
2 de su reinado yo, Daniel, logré entender en los escritos el número de años que el Señor había anunciado al profeta Jeremías: la desolación de Jerusalén habría de durar setenta años.

Fue durante ese mismo reinado de Darío que Daniel tuvo el episodio del foso de los leones. No sabemos si antes o después de esta revelación, personalmente creo que antes. El contexto aquí me sugiere un tiempo de relativa tranquilidad, cuando Daniel pudo ponerse a estudiar detenidamente el libro de Jeremías. Voy a hacer unas cuantas suposiciones en lo que sigue, pero quién sabe si la experiencia del foso no lo volvió a “despertar” espiritualmente; Daniel ya era grande, tenía un pasar económico muy bueno, prestigio social y un lugar acomodado en el reino, aunque no exento de problemas, como podemos leer. Su lugar ya no estaba en la lejana Jerusalén, de la que había sido arrancado cuando jovencito. Sus descendientes espirituales volverían siglos después a la tierra de Israel buscando al Mesías recién nacido.

Aquello que leemos en relativamente pocos capítulos ocurrió durante décadas, es decir, la historia no fue tan sobresaltada y repleta de emociones como “está escrito”, probablemente haya sido mucho más monótona, dentro de lo “monótono” que puede ser la vida de un consejero real en un reino enorme lleno de gente y problemas… Digamos que el día a día estaba tan lleno de sucesos y tensiones que era fácil dejarse llevar por la corriente.

El episodio del foso bien pudo dar un giro en su vida y reavivar la preocupación por su patria. Así que, mientras se termina de sacar unos pelos de león que le habían quedado en la ropa, luego de pasar esa noche acurrucado en sus peludas almohadas, de repente un pasaje salta a la vista:

Jeremías 29:10-14 RVC
10 »Así ha dicho el Señor: “Cuando se cumplan los setenta años de Babilonia, yo iré a visitarlos, y les cumpliré mi promesa de hacerlos volver a este lugar.
11 Sólo yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza.” —Palabra del Señor.
12 »Entonces ustedes me pedirán en oración que los ayude, y yo atenderé sus peticiones.
13 Cuando ustedes me busquen, me hallarán, si me buscan de todo corazón.
14 Ustedes me hallarán, y yo haré que vuelvan de su exilio, pues los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los arrojé. Yo haré que ustedes vuelvan al lugar de donde permití que se los llevaran.» —Palabra del Señor.

Evidentemente ya habían pasado alrededor de 70 años cuando Daniel lo lee. El texto estuvo “oculto” durante esos 70 años, demasiado tiempo, la vida completa de una generación, o, como se dice en lenguaje bíblico, la “vida de un rey”. Nada podía pasar antes y ninguna oración por la vuelta a la tierra iba a ser respondida antes, pero sí ahora. Todo cambio estaba cerrado durante esos años, pero el período ya había concluido, por lo que la puerta de la bendición se abría nuevamente.

Notemos bien esto: antes de que la oración de Daniel pudiera ser hecha, antes de que siquiera pudiera ser pensada, debió haber una palabra fundamental que la habilitara y un tiempo preciso, y probablemente, una serie de circunstancias personales que le permitieran al intercesor entender y tener la autoridad para orar.

Aunque la oración de Daniel es para todo tiempo y lugar, a la vez no es para cualquier tiempo y lugar. En todo momento puede ser hecha, pero sólo en circunstancias precisas puede ser cumplida; propiamente, en el tiempo de Dios. ¿Es válida esta oración hoy para nuestras naciones? Es decir, más allá de la necesidad siempre vigente de clamar por el arrepentimiento y el perdón, ¿hay un “tiempo kairos” para Iberoamérica? Sí lo hay, si recordamos que la oración de Daniel no fue respondida inmediatamente, sino que desató el proceso de cumplimiento.

¡Alto ahí! ¿No es que había una promesa divina? ¿Por qué Daniel tenía que orar para el cumplimiento de lo que Dios había dicho? ¿No iba a ocurrir de todas formas? Evidentemente, no, y este es uno de los grandes “misterios” revelados de la Palabra: Dios actúa junto con el hombre, especialmente, Sus santos, aquellos que comisionó para que pongan en acción Sus planes.

El corolario, en estos tiempos apocalípticos, es bastante difícil de aceptar: los grandes eventos que están ocurriendo y que vendrán, incluso aquellos que han quedado registrados en la Biblia, sin duda ocurrirán porque así está escrito pero también sin duda dependerán de las oraciones de los santos. Hemos leído durante siglos las profecías pensando que eran algo así como un “karma” sin entender que en realidad el Espíritu nos estaba mostrando el diario del futuro. ¿Es difícil de entender? Bueno, claro, estamos intentando sondear la mente de Dios, ¿alguien pensó que era sencillo?

Concluyamos esta primera parte con lo siguiente: cuando el Señor inspira a Sus mensajeros con determinadas palabras específicas para nuestras naciones, está indicando algo que solo Él puede hacer, y que va a hacer, pero que a la vez es perfectamente justo y está perfectamente ubicado en el contexto espiritual y material de cada nación. Nos anuncia lo por venir para que colaboremos con nuestra parte, orando como genuinos reyes sobre la Tierra para que el Rey cumpla Sus propósitos.

¿Hay promesas de bendición y protección, aún en medio de los juicios por venir? Sí, y es necesario que las activemos.


Danilo Sorti




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