domingo, 15 de abril de 2018

459. Los propósitos del ayuno


Isaías 58:1-14 RVC
1 «¡Grita a voz en cuello y sin descanso! ¡Levanta la voz como una trompeta, y denuncia la rebelión de mi pueblo! ¡Denuncia el pecado de la casa de Jacob!
2 Dicen que me buscan todos los días, y que quieren conocer mis caminos, ¡como si fueran gente que practicara la justicia y que nunca hubiera abandonado las enseñanzas de su Dios! Me piden emitir juicios justos, dicen que quieren acercarse a mí,
3 y me preguntan: “¿Qué sentido tiene que ayunemos, si no nos haces caso? ¿Para qué afligir nuestro cuerpo, si tú no te das por enterado?” Pero resulta que cuando ayunan sólo buscan su propia satisfacción, ¡y mientras tanto oprimen a todos sus trabajadores!
4 Sólo ayunan para estar peleando y discutiendo, y para dar de puñetazos impunemente. Si quieren que su voz sea escuchada en lo alto, no ayunen como hoy día lo hacen.
5 ¿Acaso lo que yo quiero como ayuno es que un día alguien aflija su cuerpo, que incline la cabeza como un junco, y que se acueste sobre el cilicio y la ceniza? ¿A eso le llaman ayuno, y día agradable al Señor?
6 »Más bien, el ayuno que yo quiero es que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos, ¡y que se rompa todo yugo!
7 Ayunar es que compartas tu pan con quien tiene hambre, que recibas en tu casa a los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la espalda a tu hermano!
8 Si actúas así, entonces tu luz brillará como el alba, y muy pronto tus heridas sanarán; la justicia será tu vanguardia, y la gloria del Señor será tu retaguardia.
9 »Entonces clamarás, y el Señor te responderá; lo invocarás, y él te dirá: “Aquí estoy. Si quitas de tu medio el yugo, el dedo amenazador, y el lenguaje hueco;
10 y si compartes tu pan con el hambriento y satisfaces el hambre de los afligidos, entonces tu luz brillará entre las tinieblas, y la oscuridad que te rodea será como el mediodía.”
11 Entonces yo, el Señor, te guiaré siempre, y en tiempos de sequía satisfaré tu sed; infundiré nuevas fuerzas a tus huesos, y serás como un huerto bien regado, como un manantial cuyas aguas nunca faltarán.
12 De generación en generación tus descendientes edificarán las ruinas y los cimientos de antaño, y tú serás conocido como reparador de ruinas y restaurador de calzadas otrora intransitables.
13 »Si en el día de reposo, que es mi día santo, te refrenas de hacer tu voluntad y lo llamas día santo y glorioso del Señor; y si lo honras no siguiendo tu propio camino ni buscando tu voluntad, ni hablando por hablar,
14 entonces hallarás tu deleite en mí. Yo, el Señor, te llevaré a las alturas de la tierra, y allí te daré a comer de la herencia de tu padre Jacob.» La boca del Señor lo ha dicho.

El ayuno pasó de ser una práctica común en todas las iglesias a ser vista como algo extraño y casi sospechoso, cuando no incluso criticado. Los judíos tenían ordenanzas regulares para el ayuno, no así los cristianos, pero eso no significó nunca que no debiéramos hacerlo, simplemente que ahora el Espíritu tendría libertad para guiar a cada uno al tiempo y forma necesario para cada momento.

¿Qué función cumple el ayuno? ¿Ayunamos para “obligar” a Dios a hacer algo que necesitamos? ¿O simplemente ayunamos para escucharlo y nada más? En la Biblia tenemos unas cuantas referencias al ayuno y de ahí podemos extraer algunas enseñanzas importantes.

En esencia el ayuno nos permite “conectarnos” con el mundo espiritual, ¡cuidado!, no solo con Dios; una motivación incorrecta o un mal espíritu en el ayuno nos puede abrir puertas, sí, pero no necesariamente a la voz del Señor…

Como el (buen) ayuno nos permite conectarnos más fácilmente con Dios, tiene implicancias hacia las tres personas de la Deidad, y por eso podemos decir, de manera muy resumida, que:

·         Con el ayuno nos conectamos con el Padre y podemos detener o desatar Sus juicios sobre la Tierra, escuchar su voz respecto de la justicia y misericordia hacia la creación y los otros seres humanos, traer Su justicia perfecta.
·         Con el ayuno nos conectamos con el Hijo y nos metemos en la guerra espiritual, clamamos por la salvación de las almas y para que el Reino venga.
·         Con el ayuno nos conectamos con el Espíritu Santo y recibimos revelación de Sus propósitos y diseños para la Iglesia, milagros y señales son hechos, viene revelación y entendimiento en nuestro interior.

Por supuesto que no debemos entender esto como una lista cerrada y excluyente, en realidad se trata de énfasis principales que encontramos en cada una de las personas de Dios.

El pasaje de Isaías es uno de los más llamativos del Antiguo Testamento en el que Dios mismo pone un orden y propósito a una práctica que se había vuelto religiosa y vacía de contenido.

2 Dicen que me buscan todos los días, y que quieren conocer mis caminos, ¡como si fueran gente que practicara la justicia y que nunca hubiera abandonado las enseñanzas de su Dios! Me piden emitir juicios justos, dicen que quieren acercarse a mí,
3 y me preguntan: “¿Qué sentido tiene que ayunemos, si no nos haces caso? ¿Para qué afligir nuestro cuerpo, si tú no te das por enterado?” Pero resulta que cuando ayunan sólo buscan su propia satisfacción, ¡y mientras tanto oprimen a todos sus trabajadores!

Este capítulo relaciona el ayuno con las tres Personas de la Trinidad y lo vemos en estos versículos: ayunaban para conocer los caminos de Dios (revelación, Espíritu), para que se hiciera justicia, ser librados de sus enemigos (victoria, Hijo) pero el reclamo es que no había justicia social (Padre).

Ellos entendían que el ayuno les permitía conocer mejor los caminos de Dios y recibir una guía profética al respecto; pero no había nada “mágico” en el ayuno, nada que pudiera “manipular” a Dios u obligarlo a hacer algo. Claro que Dios estaba escuchando sus peticiones, y por supuesto que el ayuno les abría una puerta al Trono, el problema radicaba en que la petición era denegada. Dios oía muy bien lo que ellos pedían, pero no podía contestarles porque no había una vida de justicia que los respaldara.

Podemos entender que lo contrario es cierto: si queremos que Dios se acerque a nosotros, SI QUEREMOS conocer Sus caminos, si queremos que Sus juicios se manifiesten en nuestras vidas (trayéndonos liberación, vindicándonos) Y JUNTO CON ESO procuramos vivir en la justicia de Dios (haciendo lo justo, buscando la santidad por el Espíritu), ENTONCES podemos confiar en que Dios escuchará nuestras peticiones en medio del ayuno, recibiremos respuesta y liberación.

“¿Qué sentido tiene que ayunemos, si no nos haces caso? ¿Para qué afligir nuestro cuerpo, si tú no te das por enterado?” Es un reclamo que le hacemos muchas veces a Dios; nos esforzamos en alguna práctica espiritual, en algún sacrificio y no hay respuesta, pero el problema puede ser que sólo estemos buscando nuestro propio beneficio y no los propósitos de Dios.

3 … Pero resulta que cuando ayunan sólo buscan su propia satisfacción, ¡y mientras tanto oprimen a todos sus trabajadores!
4 Sólo ayunan para estar peleando y discutiendo, y para dar de puñetazos impunemente. Si quieren que su voz sea escuchada en lo alto, no ayunen como hoy día lo hacen.

La imagen es bastante grotesca: tenemos un grupo de gente que está haciendo una práctica “muy piadosa” pero que cuando se enojó en medio del mercado se trenzó en una pelea a puño limpio. Obviamente, el tipo de vida que denuncian estos pasajes es una en la que el Espíritu Santo está muy lejos, una vida que realmente no ha sido consagrada al Señor.

5 ¿Acaso lo que yo quiero como ayuno es que un día alguien aflija su cuerpo, que incline la cabeza como un junco, y que se acueste sobre el cilicio y la ceniza? ¿A eso le llaman ayuno, y día agradable al Señor?

Sobre este estilo de religiosidad Jesucristo hablaría mucho en Su ministerio, y el Sermón del Monte es una clara crítica hacia la espiritualidad de apariencias, que se denuncia en este capítulo de Isaías pero que se profundizaría siglos después.

La distorsión había llegado a ser tal que “el día agradable al Señor” consistía en sufrir sin sentido. Por supuesto que a veces hay motivos para sufrir, Jesucristo lo hizo, muchos mártires a lo largo de la historia y en el presente lo han hecho; pero eso no carece de sentido. Muchas veces tenemos que esforzarnos por llevar el Evangelio, por servir al Señor, soportar los ataques espirituales; pero eso tiene pleno sentido. Ahora bien, ¿sufrir sólo porque eso “agrada al Señor”? Eso implica una imagen distorsionada de Dios, por supuesto, NO un Dios de amor.

Durante siglos la religiosidad cristiana tuvo mucho de eso, en las últimas décadas cambió, yendo hacia el otro extremo, y precisamente desde ese extremo es que se ve al ayuno como un “sufrimiento innecesario”, es decir, no se tiene el justo equilibrio de lo que el ayuno es.

6 »Más bien, el ayuno que yo quiero es que se desaten las ataduras de la impiedad, que se suelten las cargas de la opresión, que se ponga en libertad a los oprimidos, ¡y que se rompa todo yugo!
7 Ayunar es que compartas tu pan con quien tiene hambre, que recibas en tu casa a los pobres vagabundos, que cubras al que veas desnudo, ¡y que no le des la espalda a tu hermano!

Ahora bien, este mandato implica cambiar el estilo de vida (hacia una vida conforme el Espíritu) para que la práctica del ayuno tenga sentido, es decir, sea algo válido PARA AQUEL cuya vida está totalmente consagrada al Señor. En ese contexto, el ayuno tiene valor; a esas personas “les funciona”.

8 Si actúas así, entonces tu luz brillará como el alba, y muy pronto tus heridas sanarán; la justicia será tu vanguardia, y la gloria del Señor será tu retaguardia.
9 »Entonces clamarás, y el Señor te responderá; lo invocarás, y él te dirá: “Aquí estoy. Si quitas de tu medio el yugo, el dedo amenazador, y el lenguaje hueco;
10 y si compartes tu pan con el hambriento y satisfaces el hambre de los afligidos, entonces tu luz brillará entre las tinieblas, y la oscuridad que te rodea será como el mediodía.”
11 Entonces yo, el Señor, te guiaré siempre, y en tiempos de sequía satisfaré tu sed; infundiré nuevas fuerzas a tus huesos, y serás como un huerto bien regado, como un manantial cuyas aguas nunca faltarán.
12 De generación en generación tus descendientes edificarán las ruinas y los cimientos de antaño, y tú serás conocido como reparador de ruinas y restaurador de calzadas otrora intransitables.

Aquí viene una serie de promesas maravillosas, pero entendamos que han sido dichas en el contexto de una vida consagrada y obediente a Dios, y la práctica del ayuno. No podemos leer aquí “esto o lo otro”, sino “ambos”. Sí, el ayuno tiene valor, pero ese valor no es independiente de la persona que ayuna. Digamos que si el ayunante “vale” delante de Dios, su ayuno también.

Hagamos ahora una digresión. Isaías tiene 66 capítulos, se dice que la segunda mitad ha sido escrita por discípulos de Isaías y no por el profeta mismo, pero sea como sea, su inspiración es innegable, y a pesar de las diferencias, hay una unidad temática en todo el libro. Algunos plantean que cada capítulo de Isaías se corresponde con un libro de la Biblia, y en ese caso, el 58 corresponde a Hebreos. ¿Cuáles son los temas de Hebreos?

El principal consiste en la superioridad del Nuevo Pacto, de Jesucristo por encima de Moisés y todo el sistema sacerdotal, y por supuesto sobre todo ser espiritual. Es decir, una nueva espiritualidad, más profunda y no basada en formas, exactamente lo mismo que plantea Isaías 58. También habla sobre la más perfecta revelación que nos viene por el Hijo, tal como estaban buscando infructuosamente en Isaías 58:2. Habla de hechos concretos, realidades y no “prácticas religiosas”. Y concluye con el día de reposo y la Tierra Prometida:

13 »Si en el día de reposo, que es mi día santo, te refrenas de hacer tu voluntad y lo llamas día santo y glorioso del Señor; y si lo honras no siguiendo tu propio camino ni buscando tu voluntad, ni hablando por hablar,
14 entonces hallarás tu deleite en mí. Yo, el Señor, te llevaré a las alturas de la tierra, y allí te daré a comer de la herencia de tu padre Jacob.» La boca del Señor lo ha dicho.

Hebreos nos dice que Jesucristo es quien nos da el verdadero reposo, que no pudo darles Josué.

Hebreos es un llamado a no volver atrás a creyentes del judaísmo que la estaban pasando mal. El contexto de Isaías 58 probablemente haya sido el de los judíos vueltos del exilio babilónico, que la estaban pasando mal y que no estaban obteniendo, tal como los primeros, las respuestas que buscaban. Hebreos muestra a Cristo por encima de todo y anima a cristianos debilitados, el ayuno es, entonces, una herramienta para volver a ver con claridad a Cristo por encima de todo, mucho más glorioso que cuando lo conocimos al principio, y ser fortalecidos cuando estamos debilitados.

¡Señor, ayúdanos a ayunar!


Danilo Sorti




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