lunes, 9 de abril de 2018

456. Jeremías 2: la nostalgia de Dios


Jeremías 2:1-9 RVC
1 La palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
2 «Ve y proclama a oídos de Jerusalén lo siguiente: “Así dice el Señor: ‘Me acuerdo de ti y de tu fidelidad, cuando eras joven; de tu amor de novia, cuando me seguías por el desierto, en terrenos no sembrados.’”»
3 Israel estaba consagrada al Señor. Era como los primeros frutos de su cosecha. Todos los que la devoraban tenían que cargar con su culpa; el mal les sobrevenía. —Palabra del Señor.
4 Tú, casa de Jacob, y ustedes todas, familias de la casa de Israel: ¡escuchen la palabra del Señor!
5 Así dice el Señor: «¿Qué de malo hallaron en mí los padres de ustedes, que se alejaron de mí y se fueron en pos de la vanidad, con lo que se hicieron vanos?
6 Jamás dijeron: “¿Dónde está el Señor, que nos sacó de la tierra de Egipto y nos condujo por el desierto, por tierra desierta y despoblada, por tierra seca y terriblemente sombría, por tierra que nadie transitó ni jamás habitó?”
7 »Yo los introduje en una tierra de abundancia, para que disfrutaran de su fruto y sus bondades; pero ustedes entraron y contaminaron mi tierra; ¡convirtieron mi heredad en algo repugnante!
8 Jamás dijeron los sacerdotes: “¿Dónde está el Señor?”, ni tampoco los que detentaban la ley me conocieron; los guías del pueblo se rebelaron contra mí; ¡los profetas hablaron en nombre de Baal, y se fueron en pos de dioses inútiles!
9 »Por eso, voy a entablar un juicio contra ustedes, contra sus hijos y contra sus nietos. —Palabra del Señor.

Los pasajes proféticos describen el corazón de Dios de una forma maravillosa, nos muestran profundidades que difícilmente llegaríamos a ver en textos como el Pentateuco: Dios abriendo su interior dolorido delante de un pueblo que lo sigue despreciando. Es una imagen digna de un drama romántico, y eso mismo es.

Poco de eso queda en buena parte del cristianismo actual, por un lado tenemos las iglesias estilo empresas que ofrecen servicios a consumidores religiosos, sean grandes o pequeñas, y por otro la enorme cantidad de cristianos malheridos al costado del camino que no atinan a solucionar su enojo y resentimiento. Y el Señor suspira desde los cielos: “Me acuerdo de ti y de tu fidelidad, cuando eras joven; de tu amor de novia, cuando me seguías por el desierto”.

Hermanos, aquí no hay ninguna “licencia poética”, esto no es una metáfora; es mucho más literal de lo que la mayoría pudiera llegar a entender. ¿Por qué Dios protegía a Israel haciendo milagros asombrosos? No porque fuera perfecta, nunca lo fue, no porque cumpliera la Ley, ¡nunca la cumplió hasta ahora!, sino porque AMABA a Dios.

En realidad, casi podemos sentir algo del eco de estas palabras cuando, siglos después, Jesucristo dijera:

Apocalipsis 2:4 RVC
4 Pero tengo contra ti que has abandonado tu primer amor.

Una de las preguntas que nunca ha dejado de estremecerme cada vez que la leo es: “¿Qué de malo hallaron en mí los padres de ustedes, que se alejaron de mí…? ¿Cómo es posible que Dios esté preguntando ESO? Este es uno de esos pasajes que nos muestran lo diferente que es Dios de nosotros, a pesar de que estemos hechos a Su imagen, ¿qué necesidad tiene un Ser todopoderoso, completamente autosuficiente, de rogarnos cariño a nosotros? Dios se nos revela principalmente de manera masculina (aunque es espíritu y no tiene sexo) ahora bien, ¿cuántos hombres pueden humillarse de esa forma ante una mujer?

Una de las cosas más difíciles para el orgullo masculino no es perder ante un enemigo más poderoso (al fin y al cabo, se ha luchado con todas las fuerzas posibles) ni fracasar en un proyecto, sino exponer lo más profundo de sus sentimientos a una mujer y rogar por cariño… y ser rechazado. Probablemente mis congéneres estén enojados conmigo por revelar tan guardado secreto, pero no resulta fácil para ningún hombre reponerse de eso, POR MÁS que por afuera siga viéndose entero.

Pero Dios no necesita ocultar Sus sentimientos, ¡ni tampoco tiene problemas en “humillarse” delante de Su pueblo! Israel había olvidado las obras de Dios, que a su vista podían parecer “mínima” porque, al fin y al cabo, es Dios y es Todopoderoso, ¿qué dificultad tendría para hacerlas? Sin embargo, la revelación más completa del Nuevo Pacto nos muestra CUÁL ERA el verdadero precio: Dios estaba obrando con legalidad en una tierra que había dado al hombre porque habría de venir y morir el Hombre Perfecto; hacia Él apuntaban todos los sacrificios y Él era la esperanza, a veces velada, de Israel.

Pero Dios no es un “esposo humano” humillado, Él es también el Juez, y como Juez llega un momento en que dicta sentencia: “Por eso, voy a entablar un juicio contra ustedes, contra sus hijos y contra sus nietos.”

Jeremías es un libro sumamente actual, es el mensaje para buena parte de la Iglesia, y Dios está levantando muchos “Jeremías” que, por supuesto, no son reconocidos ni aceptados por la mayoría del Pueblo de Dios. Los mismos que leen el libro de Jeremías son incapaces de ver a los modernos Jeremías que el Espíritu ha ungido. El mensaje de estos profetas no es, en esencia, diferente, y una parte de dicha proclama es lo que acabamos de leer: es necesario confrontar a un pueblo cómodo, que ha tenido muchas bendiciones de Dios, que ha recibido muchísimo conocimiento y revelación, pero que se ha apoltronado en sus sillones para solamente disfrutar de un espectáculo religioso sin compromiso, o que se ha entregado de lleno al pecado.

Mucho más clara es la situación en el mundo, especialmente en Occidente, países originalmente cristianos (aún con sus errores) que han decidido olvidarse de Dios y han celebrado cualquier filosofía o ley que vaya expresamente contra Sus mandamientos. ¿Qué puede esperar esta civilización?

Mientras llega el juicio, y por cierto que llegará porque es justo que así sea, es necesario que los que han sido llamados con el mismo llamado que Jeremías no dejen de profetizar. Al profeta se le dio un sueño, en medio de su ministerio, en el que pudo ver un futuro glorioso, por así decirlo, el fruto de su mensaje entonces incomprendido. Nosotros ya tenemos escrito el fin de la historia:

Apocalipsis 3:20 RVC
20 ¡Mira! Ya estoy a la puerta, y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré en su casa, y cenaré con él, y él cenará conmigo.

A la iglesia más desviada de todas el Señor le hace esta maravillosa promesa: intimidad y camaradería. De esta iglesia, precisamente ESTA que vivimos hoy, saldrá fruto para Su gloria, saldrán aquellos que se sentarán en la misma mesa con el Señor, aquellos que tendrán la intimidad con el Amado. ¡No abandonemos el puesto! Hay un fruto que está a la puerta, por cierto que hay muchos que no aceptarán, pero hay otros tanto que sí, ¡mantengámonos firmes en el llamamiento!


Danilo Sorti




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