Colosenses 3:12-14 DHH
12 Dios los ama a ustedes y los ha escogido
para que pertenezcan al pueblo santo. Revístanse de sentimientos de compasión,
bondad, humildad, mansedumbre y paciencia.
13 Sopórtense unos a otros, y perdónense si
alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen
también ustedes.
14 Sobre todo revístanse de amor, que es el
lazo de la perfecta unión.
Unos días antes de escribir este artículo
trajimos a casa un gatito debido a que, como vivimos en un barrio, las ratas
normalmente tienen congresos y mitines en techos y zanjas… si es que no asoman el
hocico dentro de alguna casa…
Bueno, el asunto es que todavía es pequeño y
tiene dificultades para higienizarse bien, con lo que el responsable de haberlo
traído al hogar (yo) debe encargarse de limpiarle la cola y contenerlo cuando
está en un momento cariñoso y quiere a toda costa subirse encima de alguien…
bastante oloroso todavía…
Por supuesto que me estoy replanteando si fue
buena idea haber traído un gato a casa, pero prefiero tener paciencia con un
gatito antes que otro animal peludo y de cola desnuda corretee por mi cocina. Y
por supuesto que en todo el proceso el Señor está produciendo frutos
maravillosos de paciencia en mí… y de paso enseñándome algunas cosas.
¿Qué nos pasa con los hermanos nuevos? ¿O con
aquellos que están heridos y por lo tanto detenidos en su crecimiento? También
despiden “mal olor”, también son molestos, y si se nos acercan, así sucios como
están, nos pueden contagiar alguna “enfermedad espiritual” (chisme,
resentimiento, envidia, etc.), por lo que tenemos que tener cuidado de
“higienizarnos” espiritualmente luego de estar con ellos. Pero esos mismos son
los que vienen a pedirnos amor y comprensión espiritual, ¡así olorosos como
están!
No resulta agradable estar al lado de ellos,
tener que escuchar y soportar sus quejas y murmuraciones, a veces sus
desprecios e incomprensión, y en oportunidades, sus pecados y malas acciones
hacia nosotros. Pero Dios tiene paciencia con ellos así como la tiene con
nosotros, cuando, malolientes por nuestro pecado, nos acercamos a Él buscando
cariño y comprensión, y nos acurrucamos en Sus brazos… pero todavía con olor a
“suciedad” espiritual. No es ilógico que a veces el Padre no pueda pasar tanto
tiempo con nosotros.
Cristo es el Agua de Vida que nos limpia,
pero necesitamos recurrir continuamente para que sea limpiada nuestra alma de
pecado. No siempre lo hacemos y por eso despedimos mal olor. Cuarenta y seis
veces encontramos en la Biblia la expresión “aroma agradable” en relación con
las ofrendas, y tendríamos más si sumamos las que se refieren al incienso o
perfumes usados en el culto. Esto no es un simple antropomorfismo con el que
Dios se nos revela, hay una enseñanza más profunda: la esencia de lo que somos
se expande más allá de nosotros y Dios la percibe, el mundo espiritual también.
Es posible “oler” en el espíritu. Nunca me olvido de un hermano, líder en una
iglesia de estilo más “tradicional”, y de cómo pude percibir en él un “olor” a
“moho espiritual”. No lo estoy juzgando, pero sus enseñanzas transmitían eso:
fueron buenas en otro tiempo, pero ya quedaron desactualizadas.
“Sopórtense unos a otros” tiene que ver con
eso, soportar el “mal olor” de nuestros hermanos, como ellos también soportan
el nuestro… Porque resulta que el olfato tiene la capacidad para acostumbrarse
a los olores, y llega un momento en que “dejamos” de oler ciertos aromas, ya no
los percibimos porque nos hemos acostumbrado a ellos. Pasa lo mismo con el
pecado y los malos hábitos, y se hace necesario que alguien de afuera, con otro
olfato, nos diga que “algo huele mal”. Pero cuidado, seguramente él, en su
propia casa, también tiene algunos “tufillos” de los que no se da cuenta. Por
eso es que el Espíritu nos dice “sopórtense UNOS A OTROS, y perdónense si
ALGUNO tiene una queja contra OTRO”.
Esto será así mientras estamos en el proceso
de crecer en Cristo, algunos más rápido, algunos más lento, algunos estancados
durante un tiempo, otros incluso retrocediendo. Esto NO SE APLICA para los
lobos con piel de oveja, que precisamente saben muy bien aparentar ser
“hermanos inmaduros” que necesitan amor y comprensión, pero cuyo mal olor es
especialmente hediondo y nunca disminuye.
¡Qué grande que es la paciencia de Dios con
nosotros y cómo nos soporta! Mientras tanto, si alguno sabe de un pañal para
gatitos, por favor me avisa…
Danilo Sorti
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