Salmos 40:1-4 RV1995
1 Pacientemente esperé a Jehová,
y se inclinó a mí y oyó mi clamor,
2 y me hizo sacar del pozo de la
desesperación,
del lodo cenagoso;
puso mis pies sobre peña
y enderezó mis pasos.
3 Puso luego en mi boca cántico nuevo,
alabanza a nuestro Dios.
Verán esto muchos y temerán,
y confiarán en Jehová.
4 ¡Bienaventurado el hombre que puso en
Jehová su confianza
y no mira a los soberbios
ni a los que se desvían tras la mentira!
Este salmo tan maravilloso de liberación y
esperanza tiene un contexto, es entonado en medio de una situación especial que
se nos cuenta un poco más adelante:
Salmos 40:13-15 RV1995
13 Quieras, Jehová, librarme;
Jehová, apresúrate a socorrerme.
14 Sean avergonzados y confundidos a una
los que buscan mi vida para destruirla.
Vuelvan atrás y avergüéncense
los que mi mal desean.
15 Sean asolados en pago de su afrenta
los que se burlan de mí.
Y esto nos aclara algo del sentido de las
primeras frases. “Pacientemente esperé a Jehová” quiere decir, al menos en
parte, pacientemente esperé a que Él solucione mis problemas y me haga justicia
de mis enemigos. Esta es la actitud que tuvo Jesús cuando voluntariamente se
sometió a la mayor injusticia de todas las cometidas sobre esta Tierra:
1 Pedro 2:22-23 DHH
22 Cristo no cometió ningún pecado ni engañó
jamás a nadie.
23 Cuando lo insultaban, no contestaba con
insultos; cuando lo hacían sufrir, no amenazaba, sino que se encomendaba a Dios,
que juzga con rectitud.
El primer gran ejemplo histórico lo tenemos
en Job:
Santiago 5:11 RVC
11 Recuerden que nosotros consideramos
dichosos a los que pacientemente sufren. Ustedes ya han sabido de la paciencia
de Job, y saben también cómo lo trató el Señor al final, porque él es todo
compasión y misericordia.
¿Cómo tratamos con las injusticias? El
concepto de justicia es una de las grandes líneas que recorre toda la Palabra y
aquello que los occidentales más fácilmente podemos “leer” por nuestra
formación cultural. Por ello, reducir el tema a algunos pocos versículos
siempre será un error: hay mucho para leer, si fundamentamos nuestro concepto
de justicia – injusticia en algunos pocos versículos o principios simplistas
vamos a tener una imagen distorsionada e “injusta” de la justicia divina.
¡Pero no podemos hablar de todos ellos en un
solo artículo! Así que, a riesgo de caer en el pecado que acabo de mencionar,
quiero hablar de uno de los aspectos: cómo tratamos con las injusticias que
sufrimos.
Pero en realidad este solo ítem también tiene
mucho para decir, por lo que me voy a enfocar en el contenido de los versículos
que leímos. Habrá momentos en que el Señor nos mande a luchar contra las
injusticias (¡y nuestra lucha es espiritual, no con armas humanas!), pero hay
momentos en que sólo debemos, y podemos, presentar al Señor nuestro problema y
“esperar pacientemente”.
Esto ocurre cuando no hay posibilidad humana
de hacer nada (muy frecuente) o cuando cualquier solución humanamente visible
en realidad implicaría otra injusticia.
Dios es un Dios de justicia y al final de los
tiempos Su justicia prevalecerá por siempre, pero la injusticia domina el
presente y así “tiene” que ser por un poco más, no porque sea Su voluntad
perfecta, sino porque está permitido en función de una justicia mayor.
¿Cómo solucionamos las injusticias que “no
podemos solucionar” sin ser injustos en otra área? A veces debemos revisar qué
entendemos por “injusto” y darnos cuenta de que solemos cuidar formas y normas
sociales que en realidad no son bíblicas y que pueden encerrarnos en
situaciones incorrectas. Las “mejores normas sociales”, que los nuevos
cristianos se esfuerzan por cumplir, no necesariamente son los mejores
principios bíblicos, en todo caso abarcan algunos de ellos, pero otros no.
Dicho esto, aún permanecerán situaciones
injustas e incómodas, y la clave está en saber si Dios así lo está permitiendo
por determinadas razones. Si es así, “no hay” solución más que esperar
pacientemente a que Dios tome el control, y mientras tanto deberemos aprender a
“convivir” con la injusticia, sin que lleguemos a aceptarla nunca, porque no
corresponde a la verdadera justicia divina.
A veces pecamos tratando de resolver por
nuestra cuenta situaciones que Dios ha permitido que ocurran. A veces la
solución “más correcta” a ellas implica un esfuerzo mayor de nuestra parte. No
hay mérito en “someternos” por el simple ejercicio de la sumisión, lo más
probable es que terminemos haciéndolo a los propósitos satánicos. Pero tampoco
hay mérito en rebelarnos contra lo que Dios no nos mandó. Lo más importante de
todo, lo que está por encima de todo, es que Dios está allí donde quiere que
estemos.
Y no hace falta decir que vivimos en un
“interregno” pasajero, perecedero, por un breve tiempo, hasta que la luz de la
justicia alumbre definitivamente. Mientras tanto, podemos decir como
Jesucristo:
Mateo 3:13-15 RVC
13 Jesús fue de Galilea al Jordán, donde
estaba Juan, para ser bautizado por él.
14 Pero Juan se le oponía, diciendo: «Yo
necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?»
15 Jesús le respondió: «Por ahora, déjalo
así, porque conviene que cumplamos toda justicia.» Entonces Juan aceptó.
Danilo Sorti
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