jueves, 19 de noviembre de 2020

786. Si los cristianos “no somos de este mundo”, ¿por qué habríamos de preocuparnos por él?

 Juan 8:23 RVC

23 Él les dijo: «Ustedes son de aquí abajo; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.

 Juan 17:16 RVC

16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

 Colosenses 1:13 RVC

13 y que también nos ha librado del poder de la oscuridad y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo,

 1 Corintios 7:31 RVC

31 y el que disfruta de este mundo, como si no lo disfrutara; porque el mundo que conocemos está por desaparecer.

  

El cristianismo evangélico (aunque no únicamente) ha sido fuertemente impregnado con la noción de que “no somos de este mundo”. Ese ha sido el mensaje por demás de claro y repetido desde las primeras siembras de la Palabra propiamente evangélicas y luego pentecostales. Las iglesias y sus correspondientes ramas doctrinales más importantes han sido marcadas a fuego por estas enseñanzas.

 Hemos desarrollado también una teología fuertemente premilenialista. Hemos entendido y vivido claramente la experiencia de cómo Dios cuida y protege a los Suyos en medio de las crisis y los juicios. De hecho, podemos contar muchísimos testimonios al respecto.

 Tenemos la expectativa de la inminente venida de Cristo cuando “todo será destruido”, y las señales están aumentando vertiginosamente. El sistema mundo está cada vez más separado de Dios, hundiéndose aceleradamente en cuanto pecado encuentre a mano.

 Todo nos indica que debemos encerrarnos en nuestro refugio protegido mientras nos preparamos para el inminente rapto, y el mundo, bueno, ¡que se las arregle! Total, nosotros estamos protegidos y pronto nos vamos…

 ¿Será así?

 Bueno, sea o no sea “así”, es como muchos de los cristianos están hoy viviendo en nuestro país y como no pocos pastores están predicando. La realidad es que, basada en verdades muy sólidas y genuinas de la Palabra, el corolario creído y vivido de esta enseñanza es TOTALMENTE IMPÍO y contrario a la voluntad divina, siempre lo ha sido pero quizás nunca se nos ha hecho más clara su profunda pecaminosidad a nosotros, como iglesia argentina, que en estos tiempos. De hecho, para el que ha querido “ver”, ha resultado evidente desde hace mucho, pero, sorprendentemente, los que no han querido ver hasta ahora, se han aferrado con mucha más fuerza ahora, precisamente cuando el Espíritu nos está llamando a tomar las armas que ya nos ha dado y levantarnos en favor de nuestra nación, de nuestros hijos y de nosotros mismos, porque, aclaro, no piense nadie que esto “se queda así”, por el contrario, este sistema originado en el Dragón Rojo va a continuar avanzando sobre nuestras libertades y nuestra fe.

 ¿Cómo se ha construido esta horrible fortaleza de maldad a través de doctrinas tan luminosas? Es muy simple, y sorprende que funcione vez tras vez: se afirma una conclusión (“no tenemos que preocuparnos por el mundo”) con base en argumentos que solo en apariencia la sustentan. Es una falsa conclusión, o, en todo caso, una conclusión apresurada, que un análisis más completo demostraría falsa.

 No voy a hablar de otros países, pero citaré algo sobre Argentina que comenta Marcos Aguinis:

 “Precisamente estando en Argentina, Jacinto Benavente recibe la noticia de que le han otorgado el premio Nobel de Literatura. Benavente, al momento de recibir la noticia no se encontraba en Buenos Aires, estaba de gira por el interior del país, viajando en tren como era habitual en ésos años.

 “Según cuentan, en cada ciudad por donde pasaba el flamante Premio Nobel de Literatura español era asediado por la prensa intentando recoger algún tipo de declaración respecto de la distinción recibida. Benavente no contestó a ningún periodista pregunta alguna y además no hizo ningún tipo de comentarios al respecto. Al parecer, cuando Benavente llegó a la capital porteña y justo con un pie en la escalerilla del barco listo para embarcar, es cuando se produce el comentario del Premio Nobel español a los periodistas allí presentes: “Armen la única palabra posible con las letras que componen la palabra argentino”; dicho esto, subió al barco.

 “La única palabra posible de armar con las letras que componen el término argentino es IGNORANTE.”

 Y a esto le podemos agregar unas palabras de Jesús:

 Juan 9:41 DHH

41 Jesús les contestó:

—Si ustedes fueran ciegos, no tendrían culpa de sus pecados. Pero como dicen que ven, son culpables.

 Hemos entendido mal, hemos aceptado una conclusión apresurada, la hemos creído y la hemos repetido hasta el cansancio, y en consecuencia, hemos literalmente BORRADO las muchísimas palabras que en la Biblia nos instruyen a comprometernos con el necesitado, ayudar al prójimo y bendecir las naciones. En todo caso, si hemos hecho obra de ayuda, generalmente ha sido “más de lo mismo”: repartir comida y vestido entre gente que ya se ha acostumbrado a vivir así desde hace generaciones y que lo mejor que podrían recibir sería un estímulo y ayuda para cambiar su pensamiento… pero claro, cuando damos limosna nos sentimos bien, “superiores” si se quiere. Trabajar para enseñar y cambiar mentalidades es muy difícil y no podemos hacer publicidad de ellos delante de los hermanos de la congregación o de las autoridades políticas…

 Hoy vemos como el sistema político avanza sobre toda libertad, justicia y economía, sumiendo a la sociedad en la pobreza mientras muchos líderes repiten como hipnotizados “quedate en casa”, mientras que otros transan con el gobierno de turno permitiéndoles usar a sus congregaciones como centros de distribución de ayuda. Piensen en esto: los hijos del que multiplicó unos pocos panes y peces en miles y miles necesitan una limosna de un estado impío… me da vergüenza sólo pensarlo.

 Pero volvamos al centro de lo que venimos hablando. La perversa teología del “arca de Noé” que todavía viven muchos cristianos, aunque hay una parte creciente que ya la está abandonando, nos hace culpables de este juicio:

 1 Juan 3:17 DHH

17 Pues si uno es rico y ve que su hermano necesita ayuda, pero no se la da, ¿cómo puede tener amor de Dios en su corazón?

 Si el amor de Dios no está en nuestros corazones, estamos muertos espiritualmente, ni más ni menos.

 “¡Bueno, pero yo no soy rico ni tengo influencia, ¿qué puedo hacer por mi nación?” ¡¡Oh insensato y necio!! ¡¡No has entendido nada del Evangelio!! Por tus mismas palabras eres juzgado:

 Juan 8:23 RVC

23 Él les dijo: «Ustedes son de aquí abajo; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.

 Dado que nuestro Rey no es de este mundo, no está sometido a ninguno de sus poderes, sino que está por encima de todos ellos y Sus ejércitos celestiales, que dispone a nuestro favor, son muy superiores a estos débiles poderes terrenales.

 Juan 17:16 RVC

16 Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

 Como NO SOMOS DEL MUNDO entonces vivimos en SU MUNDO, por lo que tenemos a nuestra disposición SUS riquezas espirituales y SU poder para traerlo a la tierra.

 Colosenses 1:13 RVC

13 y que también nos ha librado del poder de la oscuridad y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo,

 Por lo tanto, no tenemos que estar temerosos de lo que el mundo teme ni ansiosos por escuchar las últimas noticias.

 1 Corintios 7:31 RVC

31 y el que disfruta de este mundo, como si no lo disfrutara; porque el mundo que conocemos está por desaparecer.

 

Pablo dijo, hace 2.000 años, la “condición” o “apariencia” del mundo que conocían. De hecho eso ocurrió y ocurre cada tanto, pero la nueva condición del mundo dependerá de la acción del Pueblo de Dios en él. En ese entonces el Imperio pasó por muchas dificultades, pero finalmente el cristianismo, lentamente, lo conquistó hasta lograr un mundo mejor del que Pablo vivió, muy imperfecto todavía, sin dudas, pero mejor.

 Nosotros somos ricos. Tenemos las riquezas celestiales, tenemos armas poderosísimas:

  2 Corintios 10:3-5 RVC

3 Es verdad que aún somos seres humanos, pero no luchamos como los seres humanos.

4 Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas

5 y de desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.

 Dios nunca nos prometió riquezas materiales superabundantes, eso lo dijo el falso evangelio de la prosperidad, no la Palabra. En todo caso, Él puede dárnoslas, pero hay algo que sí se nos ha prometido y que esta accesible para absolutamente todos los que quieran tomarlo: las riquezas espirituales y las armas espirituales, que luego se manifiestan en cambios terrenales.

 Nuestras armas son espirituales y son poderosísimas. Un misil nuclear puede costar (es muy variable) unos U$S 70.000.000 y con él se puede destruir, digamos, una ciudad grande. En sí todas las armas son para destruir, “construir” es, obviamente, mucho más difícil y costoso. Un grupo de intercesores fieles puede dar vueltas el destino de su nación (es decir, “construir” y no destruir). En el primer caso tenemos un altísimo desarrollo tecnológico y científico (para el mal) en el segundo, tenemos a un grupo de hermanos fieles, generalmente mujeres y generalmente pobres, orando en sus habitaciones modestas… El contraste no podría ser más grande y los resultados tampoco: si quisiéramos hacer una comparación muy burda diríamos que las oraciones fieles de uno de los santos hoy, supongamos, a lo largo de varios meses, equivalen a U$S 70.000.000, y en realidad estoy diciendo casi una blasfemia al comparar algo tan poderoso con algo tan pasajero.

 Tenemos las armas para destruir las obras del diablo, pocos son los que las conocen y menos aún los que las usan regularmente, y la “teología del arca de Noé” ha sido uno de los más grandes éxitos del Adversario para mantener a los ejércitos del Señor, que traen vida y no destrucción, quietos, escondidos y temerosos.

 ¿Pondremos fin a esta situación de una vez por todas?

  

Danilo Sorti

 



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