jueves, 19 de noviembre de 2020

793. ¿Cómo orar por el tema del aborto? I

 Deuteronomio 8:16 RVC

16 tu Dios que en el desierto te sustentó con maná, comida que tus padres no habían conocido, y te afligió y te puso a prueba, para finalmente hacerte bien.

  

Nuevamente la Nación tiene que enfrentarse con la amenaza de los agentes del NOM a los que no solamente les basta entregar a toda la población a través de la v@$&=! obligatoria sino que están literalmente desesperados por ofrecer la sangre de los niños en sacrificio. Su “señor” les está exigiendo urgentemente esos sacrificios porque está viendo que el país se le está “escapando” de las manos, porque no está pudiendo llevar a cabo todos los planes que quiere, más bien, están quedando al descubierto.

 Siempre la ira de nuestros enemigos es una buena señal: si sus planes se estuvieran realizando al pie de la letra, no habría motivo para el enojo, al contrario, pero cuando ven que las cosas no les están funcionando, es allí cuando se desesperan.

 Claro, no estoy hablando necesariamente de los “títeres humanos” sino de los verdaderos poderes de lo más oscuro de las tinieblas que los dominan.

 Dentro de este “marco general”, otra vez el g#$&”!/| genocida que nos ha tocado vuelve a la carga con el aborto. Pero lo primero que debemos entender aquí es que no se trata darle “más gloria” al Adversario de la que merece: el proyecto del aborto no vuelve porque la élite lo imponga, vuelve porque Dios lo permite así. Obviamente, no es algo que a Él le agrade, todo lo contrario, lo aborrece desde lo más hondo de Su Corazón, pero nada va a ocurrir si Él no lo permite, así que el principal asunto es; ¿por qué?

 Evidentemente hay cosas que como sociedad y como iglesia no hemos resuelto aún, y están muy vinculadas con este enemigo. A pesar de que como sociedad nos hemos levantado en su contra desde marzo de 2018, todavía no hemos podido darle el golpe certero. Podemos echarle la culpa al mucho dinero y la presión internacional que hay al respecto, y es cierto, pero creo que primero debemos ver lo que nos “pasa en casa”.

 Como siempre, la historia de Israel sigue siendo “nuestra” historia, la de todos:

 Deuteronomio 8:16 RVC

16 tu Dios que en el desierto te sustentó con maná, comida que tus padres no habían conocido, y te afligió y te puso a prueba, para finalmente hacerte bien.

 El camino del desierto, con todas sus dificultades y muchos tropiezos, fue permitido por el mismo Dios. Dios los afligió, literalmente, permitió una serie de dificultades, y por medio de ellas, los puso a prueba, para sacar a luz lo que realmente había en ellos, para que ELLOS MISMOS se dieran cuenta y conocieran sus propios corazones. Todos los enemigos que enfrentaron allí, y los que luego habrían de enfrentar en Canaán, fueron permitidos por el Señor, para entrenarlos en la lucha pero, más que nada, para confrontarlos con sus propios pecados e incongruencias.

 No es distinto ahora y no lo ha sido nunca, solo que necesitamos “profetas” que nos ayuden a verlo y entenderlo.

 Si Dios permite esto nuevamente, es porque aún no hemos terminado de aprender las lecciones que debíamos, ni de completar los procesos sociales necesarios, ni de entender los verdaderos poderes espirituales que se mueven por detrás, ni de arrepentirnos de nuestros pecados que le siguen dando legalidad ni de enfrentarlo con el verdadero poder espiritual que viene de Él.

 No está mal hacer marchas y manifestaciones, no está mal plantarse frente a las injusticias y combatirlas, ¡de ningún modo! Tan importante es aprender a luchar por la justicia que el Espíritu se ocupó de aclarar específicamente:

 Jueces 3:1-2 RVC

1 Éstos son los pueblos que el Señor dejó para poner a prueba a todos los israelitas que no habían sabido nada de las guerras de Canaán.

2 El Señor los dejó sólo para que los descendientes de los israelitas aprendieran a pelear y enseñaran a quienes no habían combatido.

 PERO, habiendo dicho esto, evidentemente hay algo más, y no se trata de “más lucha y más fuerte”, se trata de humillarse ante Dios y preguntarle: “¿en qué seguimos pecando, qué nos falta aún?”

 Jueces 20:25-27 RVC

25 pero los benjaminitas volvieron a salir de Gabaa, y una vez más mataron a dieciocho mil israelitas, todos ellos armados.

26 Volvieron entonces los israelitas y todo el pueblo a la casa de Dios, y llorando se sentaron delante del Señor y ayunaron todo el día y hasta la noche, y le ofrecieron al Señor holocaustos y ofrendas de paz.

27 Luego, consultaron al Señor. (En esos días el arca del pacto de Dios estaba allí,

 En dos oportunidades los israelitas salieron a luchar contra la corrompida tribu de Benjamín y fueron estrepitosamente derrotados, hasta que se dieron cuenta de que primero debían humillarse ante Dios y buscar Su dirección.

 Así, ahora que nuevamente la muerte se levanta para reclamar la sangre de los niños inocentes, lo primero que debemos hacer NO ES salir a pelear como siempre, sino hacer silencio, escuchar la voz del Espíritu, reflexionar sobre las raíces más profundas del tema, arrepentirnos como nación y como iglesia de nuestros pecados que le siguen dando legalidad al asunto y entonces sí levantarnos nuevamente a luchar, con Su estrategia y Sus armas, invencibles.

 

 Danilo Sorti

 


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