Hay conceptos de la oración de guerra
espiritual, o simplemente de la oración en general, que no son difíciles de
entender; si aceptamos que Dios es Dios no hay problemas en creer que tiene
toda autoridad sobre los poderes de maldad, y si aceptamos que Jesucristo es el
Señor (precisamente por esa declaración eran perseguidos los primeros
cristianos) y que le ha delegado Su autoridad a Sus fieles, tampoco hay
problemas en aceptar que podemos ejercer dicha autoridad.
Los problemas comienzan cuando empezamos a
llamar a las "cosas" (los espíritus malignos) por su nombre, ¿por
qué?
Voy a hacer un paréntesis y a hacer algo que
frecuentemente no hago: ser cuidadoso cuando digo algunas verdades. Quiero
aclarar que lo que voy a decir no es nada que no haya vivido yo en mi propia
experiencia, cosas de las que yo mismo me he tenido que arrepentir (y que tengo
que volver a hacer cada tanto). Además voy a aclarar (algunos lo saben) que
"influencia demoníaca" no es lo mismo que "posesión
demoníaca". Lamentablemente la influencia es muy común; puede avanzar
hacia distintos grados de opresión que a veces pueden confundirse con
demonización, y el caso extremo es la posesión.
La influencia demoníaca es algo de lo que no
solemos estar completamente libres; determinados espíritus territoriales
generan un manto general de influencia que, por el hecho de volverse común,
termina pasando desapercibida. Es lo que llamamos “improntas culturales”, áreas
pecaminosas de la cosmovisión.
Bueno, vamos al grano. Cuando una persona
está afectada por algún principado demoníaco, no tiene autoridad para
identificarlo ni mucho menos para combatirlo. Es más, si es cristiano puede
terminar aceptándolo hasta como un “mensajero de Dios”.
Pues bien, como hemos dicho en varias
oportunidades, el espíritu de Jezabel y su contraparte “masculina”, Acab, es
uno de los principales que domina Argentina pero sigue siendo uno de los menos
reconocidos. ¿Por qué tenemos cristianos que se exasperan cuando demostramos a
la “Jezabel” y el “Acab” (nunca tan claro como ahora) que tenemos en este
momento en el gobierno? Porque están bajo un manto de engaño jezabélico. ¿Cómo
entra? Muy fácilmente, a través de ciertas heridas que muy pocas iglesias han
sanado: la orfandad (común a toda Iberoamérica) y el “espíritu de langosta”
(“¡pobrecito de mí, no tengo, no sé, no puedo…!”).
El espíritu de orfandad y bastardía (este último
genera falta de identidad), unido al “espíritu de langosta” no son un “llamador
de ángeles”, ¡son una plataforma de aterrizaje para el espíritu de Jezabel /
Acab! No solo promete el sustento que el “pobrecito” no puede conseguir por sí
mismo, sino que también cubre la orfandad, sentimiento de inferioridad y falta
de identidad. Basta ver como llaman algunos fanáticos “papá y mamá” a ciertas
figuras políticas conocidas…
Hasta que este espíritu no sea erradicado de
los cristianos no solo estarán ciegos a la tremenda corrupción que traen sino
que hasta los apoyarán con devoción.
¿Qué pasa con el aborto? Algo parecido. Por
empezar, entiendo que el principal espíritu que lo alienta aquí es Jezabel,
unida a Moloc pero conduciéndolo. Pero, además, nadie puede confrontar al
aborto si él mismo resulta culpable. ¿Cómo es esto?
El aborto es mucho más que el hecho físico;
nace de una manera mucho más sutil y disimulada; como “aborto espiritual”. ¿Por
qué son relativamente pocos los pastores o líderes cristianos de cierta edad
que se han involucrado en el tema? Porque ellos han sido muy culpables de
aborto espiritual: han abortado muchos ministerios y sueños de Dios, que si se
hubieran desarrollado, habrían gestado un país muy diferente al que tenemos.
¿Por qué algunos profetas no se preocupan por el aborto? Por la misma razón.
Convengamos que todos hemos abortado sueños
que Dios tenía para nosotros. El asunto es si lo reconocemos y nos arrepentimos
o si lo “ocultamos” por orgullo (por demás de estúpido, por cierto, ¿qué
podemos ocultar de Dios?). Muchos líderes de renombre están tan acostumbrados a
abortar ministerios que es imposible que puedan levantarse a luchar contra el
tema. Por eso Dios está levantando a los “sin nombre” (para los hombres, no
para Él).
¿Por qué los cristianos en Argentina no se
han preocupado por la justicia? Porque ellos mismos viven en injusticia; hemos
predicado hasta el cansancio sobre la misericordia de Dios y estoy de acuerdo
con eso. No hay tema más maravilloso y no nos cansaremos, por la eternidad, de
hablar de ella. Pero Su misericordia no es una excusa para olvidar Su justicia,
como la mayor parte de los predicadores en Argentina parece creer, sino
precisamente todo lo contrario, ¡es la puerta de entrada para que pueda haber
justicia en las naciones! Pero claro, no sea cosa que si hablamos de justicia
el Señor empiece a ajustarnos las tuercas a nosotros…
Después lloramos por los rincones cuando el
gobierno de turno avasalla la institucionalidad judicial, como siempre ha hecho
el populismo aquí y en todas partes.
Bueno, creo que aquí tenemos 3 temas por
demás de candentes y supongo que algunos dejarán de seguirme después de leer
esto, pero si no hacemos un diagnóstico correcto y extirpamos el mal a tiempo
solo logramos que el cáncer se extienda cada vez más, como ha pasado en nuestro
país durante décadas. ¿No será tiempo de sincerarnos y acabar con esto de una
buena vez?
De paso, una vez que identificamos los
espíritus / pecados en cuestión en nosotros y los sacamos por la Sangre de Cristo,
echar esos espíritus de la nación es muy fácil.
Danilo Sorti
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