Dios está enojado sin dudas con las mujeres que
deciden abortar. Mucho más lo está con aquellos que tratan de facilitarlo y
promoverlo. Peor aún con los que tratan de legalizarlo e incluso llamarlo
“bueno”. El juicio que les espera a estos últimos, junto con los médicos que lo
practican, es realmente horrible.
Pero lo cierto es que muchos de estos ya han
perdido toda sensibilidad humana y sus conciencias están cauterizadas, aunque
no todos. Por qué razón un pueblo mayormente cristiano votó a estas personas,
merecerá un análisis (psiquiátrico) ulterior…
Pero con todo, si estamos mirando “ahí” nos
equivocamos. Desde el momento en que el Padre trae Su Palabra a una sociedad,
el centro de la vida espiritual pasará por allí, y más concretamente, por lo
que los mensajeros y depositarios primeros de esa Palabra hacen.
Hace unos años ya el Espíritu me guió para
escribir un artículo sobre el aborto espiritual. La idea central era analizar
ese fenómeno tan común en las iglesias, como organizaciones, y en los
cristianos, como individuos, de abortar los ministerios, los sueños y los
proyectos de Dios. En su momento hice un paralelo entre las causas del aborto
natural y el espiritual.
Lo que vemos hoy en nuestros países, último
reducto de moral en el mundo a pesar de tanta corrupción política, es el
“corolario” natural de un proceso espiritual que lleva años. Las iglesias y los
cristianos llevan años abortando los sueños de Dios, tanto tiempo, que
finalmente Dios permitió que la amenaza del aborto natural se cierna sobre
nuestros países para intentar despertar a las conciencias cauterizadas por la
religión y la comodidad “templocéntrica”.
Nuestra moderna fascinación por lo “grande y
poderoso” nos ha hecho olvidar que Dios trabaja con el principio de “semillas”
siempre que quiere hacer algo nuevo, ¡y Él continuamente está haciendo cosas
nuevas! Vemos el paralelo en la naturaleza: si sacamos un gajo de una planta,
obtendremos otra planta rápidamente, pero exactamente igual a la primera, un
clon. Si queremos una planta “nueva”, necesitamos sembrar una semilla producto
de la fecundación de dos progenitores, y esperar el proceso.
En un sentido espiritual, cuando hablamos de semilla nos
referimos a algo que inicia pequeño, aparentemente débil, generalmente
menospreciable a los ojos humanos, pero que en sí mismo tiene el potencial y la
bendición del propósito de Dios para desarrollarse en algo muy grande. Una
semilla lleva implícita la noción de desarrollo, de proceso y, por ende, de
tiempo, de espera, de esfuerzo, de cambio.
Dios trabaja muy frecuentemente, por no decir siempre, con
semillas; cuando decide comenzar algo grande que va a hacer con sus criaturas,
lo va formando de a poco, siguiendo en ritmo de sus propias creaciones. En esta
época donde se desea lo instantáneo y lo instantáneamente grande, es necesario
volver a enfatizar el principio de las semillas para que los hijos de Dios
entiendan cómo trabaja el Padre y también cómo el Adversario intenta impedirlo.
Una semilla puede ser una persona a la que Dios va a
preparar con un gran ministerio, una iglesia u organización cristiana que Dios
va a usar grandemente, un artículo que va a dar lugar a un libro que va a ser
de mucha bendición, el sueño de una empresa, un proyecto social, etc., etc. En
definitiva, cualquier cosa que sea suficientemente pequeña como para ser hoy
vulnerable y potencialmente menospreciada.
Creo que si rastreamos hasta el inicio de cualquier gran
obra de Dios vamos a encontrar semillas que Dios ha sembrado en distintos
lugares y momentos.
·
Dios iba a llenar la tierra
con una sola pareja de seres humanos.
·
Cuando la raza humana
fracasa terriblemente y Dios decide enviar el diluvio, vuelve a su propósito de
llenar la tierra con un pequeño grupo de personas.
·
Luego de Babel, cuando la
sociedad humana queda configurada en pueblos y naciones, elige a un hombre y a
su esposa estéril, junto con su pequeño grupo de personas, para formar una
nación santa.
·
Elige a José para ser el
segundo hombre en importancia del imperio más grande de la época y lo lleva a
Egipto como un esclavo adolescente.
·
Busca a Moisés cuando era
un “don nadie” en el desierto y lo transforma en el libertador y “fundador” de
una nación.
·
Josué era un simple
ayudante y llega a ser el general que introduce a una nación en su tierra
prometida, ocupada por grandes y poderosos pueblos.
·
De una mujer estéril, Dios
hace nacer a Samuel, el profeta que marcaría un antes y un después en Israel. Y
éste empezó su servicio siendo un niño muy pequeño en el templo, prácticamente
un criado.
·
David era un joven pastor
de ovejas, olvidado por su familia, y Dios lo transforma en el rey más
importante de la historia de su nación.
·
Ester fue una joven
huérfana y llevada al palacio por la fuerza, pero llegó a salvar a toda su
nación.
·
Jeremías era un joven
sacerdote y el celo del Señor lo transformó en el mayor ejemplo profético de
dedicación.
·
Jesús nació como un niño
pequeño (al igual que todos los seres humanos) y Dios lo exaltó hasta lo
máximo.
·
La iglesia comenzó con un
pequeño grupo de 120 hermanos y 12 líderes, y más de una vez fue brutalmente
perseguida hasta parecer “aniquilada”, pero no ha dejado de llenar el mundo con
su luz.
Y hay muchísimos más ejemplos, tanto en la historia
registrada en la Biblia, como en el resto de la historia del cristianismo, de
grandes hombres o ministerio que empezaron de manera pequeña, casi ignorada.
De nuestra propia experiencia cristiana sabemos que cuando
el Padre quiere hacer algo con nosotros, comienza con un llamado interior, una
voz muy suave que coloca una “semilla” de fe en un sueño de Dios. Esto se va
desarrollando, y, generalmente, pasa por duras y largas pruebas, pero,
sorprendentemente, resiste y continúa creciendo, hasta llegar a su madurez en
los corazones dispuestos.
·
Un gran ministerio comienza
con un sueño.
·
El llamado a ser un
profesional de renombre para el reino comienza siendo un simple estudiante
universitario.
·
El llamado a ser un gran
empresario comienza con un pequeño negocio.
·
Un pastor de miles de almas
comienza siéndolo de unas pocas.
·
Un evangelista
multitudinario comienza ganando a sus conocidos de uno en uno.
Bueno, es obvio que los ministerios y las
iglesias que debieron levantarse hace 10 años para cobijar a las desaforadas
que hoy gritan por el aborto, habiendo sido primeramente rechazadas y heridas
por la sociedad y “recibidas con los brazos abiertos” por ya sabemos quién, NO
SE LEVANTARON. ¿Por qué? Resultaron muy “extrañas” a los ojos de los líderes
cristianos.
Mejor ejemplo que Dante Gebel no tenemos: no
hubo ni antes ni después ministerio que como el suyo pudiera reunir a tantos
jóvenes. Si hubiera permanecido unos años más en Argentina, habría logrado
madurar a un liderazgo que se hubiera encargado de estos jóvenes rebeldes
imposibles de contener en nuestras iglesias tradicionales.
Pero Gebel era un problema para el liderazgo
formal que hoy se rasga las vestiduras ante la amenaza de la aprobación del
aborto, y ellos mismos se encargaron de cerrarle las puertas. Sí, claro que
cometió errores, pero yo aprendí hace rato que los errores de los amigos son
leves y superables, pero los de los “ajenos” son REALMENTE TERRIBLES.
Así como Gebel, por ser el más notorio,
tantísimos otros mucho menos conocidos, más aquellos que ni siquiera lo
intentaron porque ya sabían cuál iba a ser la respuesta. De la misma forma,
cuántas iglesias y estructuras (líderes) prefirieron mantener cómodos a los
buenos y tradicionales ofrendantes antes que hacer unos ajustes para atraer y
contener a los díscolos y revoltosos jóvenes… que hoy están en capacidad de
decidir e influir en la sociedad.
Pero la misericordia de Dios aún sigue
abierta, no sabemos por cuánto tiempo más y todo parece indicar que no por
mucho, pero aún lo está. Así que lo fundamental es reconocer ahora que los
cristianos, las iglesias, el liderazgo y la “sociedad normal” en general hemos
abortado muchos sueños y propósitos divinos, que si se hubieran realizado, hoy
habrían transformado ese potencial destructivo de tantos jóvenes y líderes en
algo constructivo y maravilloso. Los que hemos recibido la iluminación de la
Palabra y hemos entendido que hay Alguien que tiene todo el poder y todos los
recursos, y no los hemos puesto en funcionamiento, tenemos la principal
responsabilidad sobre la problemática del aborto.
Arrepentimiento y humillación primero, antes
que salir a vociferar a las calles, es lo que necesitamos para que Dios mueva
Su Mano.
Danilo Sorti
Ayúdanos a llevar el mensaje.
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