lunes, 27 de agosto de 2018

562. ¿Por qué defendemos nuestra tierra?


2 Samuel 23:11-12 RVC
11 Le seguía Samá hijo de Age, el ararita. Los filisteos se reunieron en Lehí, donde había un sembradío de lentejas, y el ejército israelita huyó por temor a los filisteos.
12 Pero Samá se paró en medio de ese terreno y lo defendió; derrotó a los filisteos, y el Señor les dio una gran victoria.

Un campo sembrado de lentejas no representaba gran cosa. Aparece nada más que 4 veces en el Antiguo Testamento, la primera asociada a Esaú con lo que adquiere el significado de lo “insignificante” comparado con lo enormemente más valioso de la primogenitura, aparece luego en Ezequiel como parte de la ración del sitiado, una vez más en la historia de David, cuando estaba exiliado por Absalón, y aquí.

En la imagen bíblica, defender un campo de lentejas, que además era de menos valor que el trigo o la cebada, es como plantarse a defender algo pequeño, poco importante. Y si además se trata de enfrentarse con el poderoso y tecnológicamente más avanzado ejército enemigo, el asunto se vuelve más complicado.

Samá, o Shammá, es el cuarto guerrero mencionado en esta lista. Cuatro claramente es el número de la Creación material, de la Tierra. En hebreo, “Shammá” significa: “ruina; por implicancia consternación: asolamiento, desierto, desolación, escarnio, espanto, espantoso, execración, horror, ruina, soledad, turbación.” ¿A quién se le ocurriría ponerle tal nombre a su hijo?

Bueno, el cuadro está bien claro: el texto nos habla que “Samá se paró en medio del terreno y lo defendió”, las lentejas se asocian con lo insignificante, la porción del fugitivo y, por supuesto, con la tierra ya que es un cultivo agrícola. Samá es el cuarto mencionado en la lista, con lo que nos lleva de nuevo al sentido de la tierra, del suelo propio. Y el pobre había sido destinado desde su  nacimiento a ser un fracasado, humillado, turbado y solitario. ¿Cómo se podía sentir una persona creciendo desde niño escuchando “¡Arruinado, vení para acá!” “¡Arruinado, andá a traer la leña!” ¡Arruinado, ayúdame con esto!”?

Pero Arruinado se paró en medio de lo insignificante, y él solo, cuando el grande y poderoso ejército de David huyo en pleno, resistió el embate el ejército enemigo, para defender su pequeña porción de tierra, porque el Todo poderoso estuvo con él y él le creyó.

Muchos cristianos en el mundo se preguntan por qué hemos luchado y seguiremos luchando de esta forma contra una ley que está en buena parte del mundo (que a sí mismo se llama “desarrollado”) y que, al fin y al cabo, “no me afecta a mí” si yo no pienso abortar. Por otro lado, si “todo va a ir de mal en peor, ¿por qué tanto esfuerzo en mejorar lo que no puede ser mejorado?”. E incluso: “bueno, si abortan después van a venir llorando a la iglesia para que las ayudemos, así que mejor, tendremos más miembros…”.

Pero la respuesta está en Samá, Arruinado, que solo aparece en ese par de versículos en toda la Biblia, presencia insignificante defendiendo un terreno insignificante. Así nos llamaron desde nuestros orígenes (y no solo a nuestra nación) y así nos mantuvieron durante mucho tiempo, pero Samá sabía el valor de ese campo de lentejas y no estaba dispuesto a cederlo.

La imagen es casi patética: un soldado sucio y sangrante parado en medio de un terrenito rodeado de un ejército. Pero era exactamente el lugar al cual Dios quería llegar, exactamente el momento en que Él podía darse a conocer, y honrar la fe de ese siervo humilde y despreciado.

No sabemos lo que vendrá en el futuro, y es cierto que estamos en la recta final de este mundo, pero no claudicaremos en defender nuestro “terrenito de lentejas”. Porque este “terrenito”, que es Sudamérica, tiene promesas maravillosas de Dios para el futuro, es esta tierra la que será el refugio de las naciones cuando se desate la guerra y los juicios que están muy próximos. Este es el lugar para los abatidos de todo el mundo, y por ello, no solamente por nosotros y nuestros hijos, sino también por ellos, que habrán de ser acogidos a la misericordia de Dios como lo fuimos un día, peleamos, para que la corrupción y la contaminación del sistema del Anticristo que está en pleno desarrollo no termine de destruir nuestra ya azotada tierra.

Entendemos que los propósitos de Dios no solo son sobre individuos “individualmente”, sino sobre pueblos y sobre territorios, y por eso defendemos este “terreno de lentejas”.


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario