2 Samuel 23:11-12 RVC
11 Le seguía Samá hijo de Age, el ararita.
Los filisteos se reunieron en Lehí, donde había un sembradío de lentejas, y el
ejército israelita huyó por temor a los filisteos.
12 Pero Samá se paró en medio de ese terreno
y lo defendió; derrotó a los filisteos, y el Señor les dio una gran victoria.
Un campo sembrado de lentejas no representaba
gran cosa. Aparece nada más que 4 veces en el Antiguo Testamento, la primera
asociada a Esaú con lo que adquiere el significado de lo “insignificante”
comparado con lo enormemente más valioso de la primogenitura, aparece luego en
Ezequiel como parte de la ración del sitiado, una vez más en la historia de
David, cuando estaba exiliado por Absalón, y aquí.
En la imagen bíblica, defender un campo de
lentejas, que además era de menos valor que el trigo o la cebada, es como
plantarse a defender algo pequeño, poco importante. Y si además se trata de
enfrentarse con el poderoso y tecnológicamente más avanzado ejército enemigo,
el asunto se vuelve más complicado.
Samá, o Shammá, es el cuarto guerrero
mencionado en esta lista. Cuatro claramente es el número de la Creación
material, de la Tierra. En hebreo, “Shammá” significa: “ruina; por implicancia
consternación: asolamiento, desierto, desolación, escarnio, espanto, espantoso,
execración, horror, ruina, soledad, turbación.” ¿A quién se le ocurriría
ponerle tal nombre a su hijo?
Bueno, el cuadro está bien claro: el texto
nos habla que “Samá se paró en medio del terreno y lo defendió”, las lentejas
se asocian con lo insignificante, la porción del fugitivo y, por supuesto, con
la tierra ya que es un cultivo agrícola. Samá es el cuarto mencionado en la
lista, con lo que nos lleva de nuevo al sentido de la tierra, del suelo propio.
Y el pobre había sido destinado desde su
nacimiento a ser un fracasado, humillado, turbado y solitario. ¿Cómo se
podía sentir una persona creciendo desde niño escuchando “¡Arruinado, vení para
acá!” “¡Arruinado, andá a traer la leña!” ¡Arruinado, ayúdame con esto!”?
Pero Arruinado se paró en medio de lo
insignificante, y él solo, cuando el grande y poderoso ejército de David huyo
en pleno, resistió el embate el ejército enemigo, para defender su pequeña
porción de tierra, porque el Todo poderoso estuvo con él y él le creyó.
Muchos cristianos en el mundo se preguntan
por qué hemos luchado y seguiremos luchando de esta forma contra una ley que
está en buena parte del mundo (que a sí mismo se llama “desarrollado”) y que,
al fin y al cabo, “no me afecta a mí” si yo no pienso abortar. Por otro lado,
si “todo va a ir de mal en peor, ¿por qué tanto esfuerzo en mejorar lo que no
puede ser mejorado?”. E incluso: “bueno, si abortan después van a venir
llorando a la iglesia para que las ayudemos, así que mejor, tendremos más
miembros…”.
Pero la respuesta está en Samá, Arruinado,
que solo aparece en ese par de versículos en toda la Biblia, presencia
insignificante defendiendo un terreno insignificante. Así nos llamaron desde nuestros
orígenes (y no solo a nuestra nación) y así nos mantuvieron durante mucho
tiempo, pero Samá sabía el valor de ese campo de lentejas y no estaba dispuesto
a cederlo.
La imagen es casi patética: un soldado sucio
y sangrante parado en medio de un terrenito rodeado de un ejército. Pero era
exactamente el lugar al cual Dios quería llegar, exactamente el momento en que
Él podía darse a conocer, y honrar la fe de ese siervo humilde y despreciado.
No sabemos lo que vendrá en el futuro, y es
cierto que estamos en la recta final de este mundo, pero no claudicaremos en
defender nuestro “terrenito de lentejas”. Porque este “terrenito”, que es
Sudamérica, tiene promesas maravillosas de Dios para el futuro, es esta tierra
la que será el refugio de las naciones cuando se desate la guerra y los juicios
que están muy próximos. Este es el lugar para los abatidos de todo el mundo, y
por ello, no solamente por nosotros y nuestros hijos, sino también por ellos,
que habrán de ser acogidos a la misericordia de Dios como lo fuimos un día,
peleamos, para que la corrupción y la contaminación del sistema del Anticristo
que está en pleno desarrollo no termine de destruir nuestra ya azotada tierra.
Entendemos que los propósitos de Dios no solo
son sobre individuos “individualmente”, sino sobre pueblos y sobre territorios,
y por eso defendemos este “terreno de lentejas”.
Danilo Sorti
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