lunes, 27 de agosto de 2018

570. El camino más corto entre dos puntos es… a través de Samaria


Juan 4:1-4 RVC
1 Cuando el Señor supo que los fariseos habían oído decir: «Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan»
2 (aunque en realidad Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
4 Le era necesario pasar por Samaria,

Los judíos tenían una larga historia de aversión hacia los samaritanos, que comenzó alrededor del 700 a. C. cuando Asiria deportó a las tribus de Israel (del norte) y trajo gente de otras nacionalidades, que conformaron una raza mezclada. Cuando Judá vuelve a su territorio los samaritanos fueron hostiles con ellos y trataron de impedir la reconstrucción de Jerusalén. Construyeron su propio templo y diseñaron su propio sistema religioso diferente. Además, “Samaria se convirtió en un lugar de refugio para todos los forajidos de Judea (Josué 20:7; 21:21). Los Samaritanos recibieron voluntariamente a criminales judíos y refugiados de la justicia. Los violadores de las leyes judías y quienes habían sido excomulgados encontraron seguridad para sí mismos en Samaria, aumentando considerablemente el odio que existía entre las dos naciones.” (https://www.gotquestions.org/Espanol/samaritanos.html).

Así que aquí tenemos brevemente la historia del odio mutuo, exacerbado hacia los tiempos de Jesús en la medida que los fariseos pretendían aplacar a un Dios enojados con ellos practicando la “más pura forma de religión posible” (en las formas, claro), de la cual los samaritanos estaban ostensiblemente alejados.

“Le era necesario pasar por Samaria” es una frase complicada: los judíos piadosos solían hacer el camino más largo y no pasar por allí, que además resultaba tierra peligrosa. Fuera donde fuera, Jesús tenía posibilidades de testificar abundantemente, así que no era estrictamente necesario pasar por allí, con lo que la expresión más bien nos está indicando una “cita divina” preparada desde lo alto.

¿Estamos atentos a esas “citas divinas”, esas oportunidades “casuales” que Dios prepara, pero que necesitan un cierto esfuerzo e implican riesgo? Cruzar en medio de un territorio hostil no era agradable ni seguro. Pero el Señor podía escuchar perfectamente la voz del Espíritu guiándolo, así que fue, pero más bien “escapando” de Judea, tal como se ha expandido el cristianismo durante la mayor parte de su historia. Digo “escapando” porque en realidad no era tiempo todavía de precipitar los eventos finales, y cualquier ataque contra Su persona hubiera requerido una manifestación sobrenatural asombrosa que no debía ocurrir.

Podemos hablar muchísimo sobre la charla que ocurrió al lado del pozo, pero aquí quiero resaltar este hecho: “le era necesario” pasar por un lugar que podía haber evitado. Y ese “necesario” implicaba riesgos y confrontación, pero el resultado fue maravilloso.

Saltemos el avivamiento samaritano que ocurrió en un par de días y vayamos al momento en que Jesús se va de allí: ¿por qué dejar ese lugar tan maravilloso para volver a Su propio pueblo que lo iba a rechazar? La verdad es que no me resulta tan asombrosa la decisión de pasar por Samaria como la decisión de IRSE DE Samaria. De nuevo, otra “cita divina”, esta vez, más dura y difícil, con la cruz…

Los tiempos de conflictos, los momentos en que las cosas no salen como lo planeábamos, cuando hay imprevistos, cuando nuestros planes se arruinan,  muy bien pueden ser momentos de citas divinas. Pero también Dios tiene el derecho a cambiar esos planes tan maravillosos y tan bien armaditos que teníamos: una charla que se prolonga más de lo debido, un día que debemos faltar al trabajo (y cobrar menos a fin de mes…), una salida con amigos o con la familia que se posterga, una visita inesperada al hospital… Muy bien pueden ser citas divinas, que debemos aprovechar estando atentos a lo que Dios quiere hacer.

Debo confesar que suelo armar mis días muy estructuradamente, y si algo pasó entremedio no planificado, suelo estar todo el tiempo pensando en cómo voy a reorganizar lo que faltó… Así que seguramente me he perdido unas cuantas citas divinas a lo largo del tiempo. ¿Qué suele regañarme el Espíritu Santo? Que no confío lo suficiente en que Él también tiene control sobre el tiempo y las oportunidades, sino que “tengo que hacerlo yo”…

Por lo tanto, el corolario de esto creo que debería ser en que confiemos en los tiempos de Dios, en que Él sabe qué hacer y cómo y, al fin de cuentas, no somos indispensables para eso pero sí hemos sido llamados a cumplir una parte del proceso, y nuestro éxito está en cumplir bien esa parte. Y también, en que los planes siguen siendo suyos y nosotros conocemos una parte, nada más, pero Él sigue teniendo el derecho a realizarlos.

Y el resultado es la extensión del Reino de Dios.


Danilo Sorti




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