No siempre resulta fácil encontrar el tema
adecuado para los últimos tiempos; uno siente la urgencia de hablar de todo. La
realidad de un mundo cada vez más pecador, los juicios inminentes, la
preparación espiritual, las seducciones del engaño, la santidad, la creciente
opresión demoníaca, la persecución en ciernes… ¿Qué es lo más importante?
Todo, pero quizás con un enfoque diferente.
Desde hace un tiempo el Señor me venía
inquietando con Efesios. Hay una serie de artículos escritos sobre Gálatas, en
los cuales analizamos la acción del Espíritu de la Religión. Providencialmente
el Espíritu Santo permitió que en nuestras Biblias tengamos a Efesios luego de
Gálatas. De hecho el orden de las epístolas es de mayor a menor extensión, con
lo que uno pensaría que están en realidad desordenadas, y cronológicamente lo
están. Pero los que creemos que al Espíritu “no se le escapa nada” podemos ver
algunas interesantes relaciones en ese orden, y una de ellas es esta: de la
“religión” que muestra Gálatas pasamos a la “vida espiritual” que muestra
Efesios, no creo que por casualidad.
Pero hay más. Proféticamente los 66 libros de
Isaías se corresponderían con los 66 libros de la Biblia, con lo que buscando
el capítulo correspondiente podríamos encontrar no solo las enseñanzas
puntuales del mismo sino algunas sugerencias proféticas relacionadas con el
libro en cuestión.
Antes de seguir, ¿por qué es importante esta
enseñanza precisamente ahora? Porque el Señor viene a buscar a Su Novia pura,
una iglesia pura sin ninguna contaminación de religión. Y aunque somos llamados
a tener una preparación material para el tiempo por venir, es obvio que la
principal es espiritual, y eso tiene que ver directamente con la Iglesia, que
ha sido muy atacada por las falsas doctrinas de los últimos tiempos.
Así que tenemos los capítulos 48 y 49 que se
corresponderían con Gálatas y Efesios, por lo que podríamos haber algunas
relaciones interesantes.
Isaías 48:1-2 RVC
1 »Escuchen esto ustedes, los de la casa de
Jacob; ustedes que llevan el nombre de Israel y que salieron de las aguas de
Judá; ustedes que juran en el nombre del Señor e invocan al Dios de Israel,
aunque no en verdad ni en justicia;
2 ustedes que reciben su nombre de la santa
ciudad y confían en el Dios de Israel, cuyo nombre es el Señor de los
ejércitos:
Se supone que esta sección de Isaías fue
escrita por uno de sus discípulos, durante el tiempo del exilio babilónico,
cuando el Señor estaba “re formando” a Su pueblo. Ese contexto es muy
interesante, y tiene un paralelo sugestivo con Gálatas y las palabras del Señor
en secciones como Mateo 5 al 7. Israel estaba “saliendo” de la idolatría,
porque estaba viviendo en carne propia el juicio por su pecado; la religión no
es más que una forma de idolatría muy bien disfrazada, pero lo es porque
cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios es idolatría. Allí tenemos a los
espíritus de religión que son los que en última instancia reciben adoración,
pero son tan sutiles que resultan muy difíciles de discernir.
En base al razonamiento anterior podemos
decir que este Israel que recién está “saliendo” de la idolatría no va a ser
muy diferente del pueblo de Dios que es llamado fuera de la religión (forma más
sutil de idolatría), y no muy alejado del mensaje central de Gálatas, que es
también un llamado a salir fuera de la religión. Bueno, veámoslo así: los gálatas
recién habían “salido” de la idolatría pagana al aceptar el cristianismo y
estaban siendo contaminados por los judaizantes con una doctrina religiosa, en
realidad, todavía no habían sido completamente libres de su mentalidad idolátrica-religiosa
(necesariamente la idolatría implica prácticas “religiosas”) por lo que el
Señor permitió que esos judaizantes llegaran a fin de sacar a luz lo que
todavía estaba oculto en su interior, y de esa manera tratar adecuadamente con
esas raíces de pecado.
Y ahí entra Isaías 48, el capítulo que
“corresponde” a Gálatas, dirigido a un pueblo que estaba siendo conducido fuera
de la idolatría-religión: “ustedes que juran en el nombre del Señor e invocan
al Dios de Israel, aunque no en verdad ni en justicia”. Esta última frase
expresa bien en qué consiste la religión.
Ellos tenían el nombre de Dios, tenían la
ascendencia que el Señor había establecido, tenían la Palabra de Dios,
invocaban a Yahvéh, creían en Sus promesas… pero no de manera sincera y justa.
Cualquier forma de religión será eso y por lo tanto “parece” pero no es
genuinamente.
Isaías 48:3-5 RVC
3 Los acontecimientos de antaño ya antes los
había anunciado; salieron de mi boca y los di a conocer; actué al momento y los
hice realidad.
4 Yo sé bien que eres muy necio; que tu
cuello es duro como el hierro, y que tu frente parece de bronce.
5 Yo te lo anuncié con anticipación; antes de
que sucediera te lo hice saber, para que no dijeras: “Esto lo hicieron mis
ídolos. Mis imágenes de escultura y de fundición lo ordenaron.”
La solución divina para esta contumaz
idolatría fue el juicio: Dios anunció y Dios hizo, y ningún ídolo pudo
impedirlo. Dios se da a conocer como un Dios vivo, que habla y actúa, que está
interesado en Su pueblo y que no lo va a dejar desviarse, y que es muy superior
a los ídolos de este mundo.
En esencia, es el mismo principio que aplica
Dios cuando el hombre se endurece. El avance tecnológico del último siglo ha
lleva al hombre a pensar que puede controlar la naturaleza a su antojo y que ya
“superó” su sometimiento a ella (que es la forma encubierta de reconocer su
sometimiento a Dios) y por eso precisamente el Señor desatará Sus juicios a
través de ella, y lo está anunciando.
Dios se muestra como un Dios vivo en
contraste con ídolos muertos o impotentes. Esa es la forma de extirpar la
religión.
Isaías 48:6-7 RVC
6 »Todos ustedes lo han oído; todos lo han
visto. ¿Y no lo darán a conocer? A partir de este momento les daré a saber
cosas nuevas y secretas que no conocían.
7 Han sido creadas ahora, y no en días
pasados; antes de hoy no las habías oído, para que no digas: “Fíjense que ya lo
sabía.”
Una de las características del Espíritu de
Religión es que siempre lleva la vista hacia el pasado, hacia lo “bueno” pasado
pero no hacia lo que el Espíritu está haciendo de nuevo en el presente. Los
“religiosos” viven anclados en el pasado (aunque no se trata generalmente de un
pasado real sino más bien idealizado, recortado y “adornado”) sin poder ver lo
que Dios quiere hacer hoy y mañana. La cura de Yahvéh para esto es precisamente
hacer cosas nuevas hoy y mañana, y de paso, demostrarle al hombre que no puede
“contenerlo” dentro de ningún dogma, doctrina o estructura teológica (el Dios
“religioso” termina siendo bastante chiquito).
Claro, no se trata aquí de “lo nuevo por lo
nuevo en sí”, porque ya hemos visto que eso trae tremendas herejías, se trata
de lo nuevo que DIOS ANUNCIA.
En parte por eso es que cuando la Iglesia
mantiene una fuerte visión escatológica el fuego del Espíritu se mantiene
también encendido: se trata de la visión hacia el futuro, lo que vendrá, la
expectativa de lo nuevo que un Dios siempre nuevo va a hacer.
Mantengamos un corazón abierto a lo nuevo de
Dios, aunque eso nuevo no siempre nos resulte agradable. Con todo, es parte de
Su proceso y Su plan.
Danilo Sorti
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