Proverbios 20:18 RVC
18 Con los consejos se ordenan los planes, y
con buena estrategia se gana la guerra.
Mientras esperamos la consumación de los
tiempos nos encontramos enfrentados a desafíos sociales cada vez más grandes,
especialmente en Sudamérica, que por los últimos acontecimientos, se ha
constituido en una especie de “reducto” de los valores cristianos en la
sociedad entre todas las naciones del mundo. ¿Cómo defendernos estratégicamente
de los ataques de fuerzas internacionales tan poderosas?
Uno de los puntos principales que debemos
entender es que el poder del Enemigo reside en la mentira. De acuerdo, pero
ustedes me dirán que eso se traduce en el mundo actual en millones de dólares e
infinidad de dispositivos de control. Es cierto, pero la mentira está en la
base de todo, y la principal mentira es llegar a convencer a los hijos de Dios que
“no pueden hacer nada para evitarlo”.
De nuevo aquí tenemos un asunto delicado,
porque sabemos proféticamente que le mundo está en una rampante decadencia
moral, entonces, ¿por qué luchar contra lo inevitable? Es más, ¿por qué luchar
incluso contra lo que Dios mismo ha permitido en la gente pecadora? Bueno, el
asunto no radica en que vayamos a dar vuelta la sociedad mundial, a la que le
queda poco tiempo más, sino en que podemos establecer una fortaleza de verdad
en nuestro territorio que impedirá que la corrupción avance más allá de un
límite.
Esto es necesario que sea no solamente en
obediencia a Dios, sino también por amor a las muchas almas engañadas que de
otra forma serían arrastradas y aún como testimonio a nuestros más acérrimos
enemigos, para que sepan que hay Dios en esta tierra. ¿Quién sabe si alguno no
podrá convertirse y transformarse en un Pablo de los últimos tiempos? Si mucho
de nuestro esfuerzo solo diera origen a un “Pablo”, nada más, con eso solo
habría valido la pena.
Una estrategia de guerra básica que podemos
leer en las páginas bíblica es el hecho de ir a atacar “el centro”, la ciudad
capital. El Enemigo procuraba llegar a Jerusalén, por ejemplo, y su conquista
no se consumaba hasta que no lo lograba. Viceversa: la conquista del territorio
implicaba conquistar las ciudades / fortalezas que había allí.
Pues bien, uno de los engaños que presentan
los movimientos LGBTI, del aborto y tantos otros es que se hacen ver como
“movimientos sociales”. Es cierto que tienen una extensión social relativa, muy
expandida por la publicidad mediática, pero no es menos cierto que tienen tras
bambalinas centros de difusión, que aportan mucho dinero y producen los
discursos (y los trabajos espirituales) que luego serán tomados por distintos
sectores sociales.
Necesitamos identificar esos centros de
difusión, que suelen permanecer relativamente escondidos, y enfocarnos
concertadamente en oración y guerra espiritual sobre ellos. Debilitando esas
“cabezas”, el resto será más vulnerable al Evangelio.
Digo “relativamente escondidos” porque hoy ya
no se ocultan demasiado, simplemente no reciben mucha publicidad, pero uno
puede encontrar sus páginas web, sus oficinas centrales, sus agentes de lobby
político. Están escondidos porque se presentan con una fachada muy “amigable”,
pero esconden sus verdaderas intenciones.
El reciente debate sobre el aborto resultó
maravilloso porque sacó a luz “quién es quién” en nuestro país, y también a los
organismos internacionales. Claro, “siempre estuvieron allí”, pero no les
prestamos atención…
Hermanos, hemos leído mal el Nuevo Testamento
pensando que ahora teníamos un Dios distinto, demasiado buenito como para traer
justicia a la humanidad, y nos olvidamos de que el último de sus libros,
Apocalipsis, dice exactamente lo contrario. Toda la revelación bíblica está
cruzada por la guerra.
No se supone que nosotros hoy debamos hacer
esa guerra física que hizo Israel porque Jesucristo vino a establecer otro tipo
de Reino, pero tampoco se supone que nos olvidemos de ella. Debemos hacer
guerra espiritual, debemos clamar por justicia y declarar el juicio de Dios
sobre los que corrompen nuestro mundo, ¿con qué derecho lo hacen? ¿Por qué
nosotros, que somos hijos del Rey de Reyes y tenemos Sus armas espirituales,
hemos sido tan condescendientes con ellos? Su principal victoria ha consistido
en engañarnos y distraernos.
No cualquiera es llamado a la guerra
espiritual, y a cada uno se le asignan diversos objetivos. Nuestra principal
batalla es por la salvación de las almas, pero la segunda es por el
establecimiento de la justicia de Dios. ¿Cuál es tu rol? ¿Cuál es tu enfoque
estratégico? Hermanos, asumí tu lugar, con sabiduría y paciencia, pero sin
claudicar, conforme el Señor te guíe, atacá la fortaleza que te haya sido dada.
Poderosas son en Dios las armas espirituales, tremendamente eficaz es la
oración del justo.
Danilo Sorti
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