lunes, 27 de agosto de 2018

557. ¿Por qué habremos de ser perseguidos?


1 Pedro 2:12 RVC
12 Mantengan una buena conducta entre los no creyentes para que, aunque los acusen de malhechores, al ver las buenas obras de ustedes glorifiquen a Dios el día que él nos visite.

Mateo 5:11-12 RVC
11 »Bienaventurados serán ustedes cuando por mi causa los insulten y persigan, y mientan y digan contra ustedes toda clase de mal.
12 Gócense y alégrense, porque en los cielos ya tienen ustedes un gran galardón; pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes.


Aunque el motor principal de la persecución hacia todos los creyentes, en el ámbito espiritual es el Adversario y en el ámbito humano, es el sentimiento de rechazo hacia Dios de las personas, la persecución puede tomar algunas características distintas, aunque no muchas.

Hace un tiempo escuchaba un fragmento de un mensaje de Paul Washer en donde alertaba a los hermanos diciéndoles que serían perseguidos no por “cristianos”, sino por ser “contrarios al estado”. Esa es la realidad que sufren nuestros hermanos en los países comunistas desde hace décadas, nosotros todavía no.

En alguna parte de la Biblia leemos:

Juan 16:2 RVC
2 Ustedes serán expulsados de las sinagogas, y llegará el momento en que cualquiera que los mate, pensará que rinde un servicio a Dios.

Los judíos perseguían a los primeros cristianos pensando que de esa manera servían a Dios al eliminar los herejes. Es más o menos lo mismo que les hacen creer a los fundamentalistas islámicos hoy.

Pero en este artículo quiero centrarme en otra faceta, común en todas las persecuciones pero que vemos levantarse con fuerza en nuestros ámbitos latinoamericanos hoy: el desconocimiento y la mentira. En varios artículos he escrito sobre la “necedad” de estos tiempos, en los que, a pesar de tener al alcance muchísima más información de lo que cualquier generación tuvo, tenemos una población que voluntariamente la rechaza y se conforma con su ignorancia, creyendo discursos que le vienen de algunos formadores de opinión.

El resultado de esa necedad es, obviamente, creer una mentira, y eso es lo que vemos surgir con fuerza, especialmente en el segmento que llamamos “progresista” de nuestra sociedad. Basta intentar hablar con alguno de ellos para recibir una ráfaga de frases hechas y “verdades ciertísimamente comprobadas”, de cosas que no conocen pero afirman con una seguridad increíble. No puedo decir cuál sea la realidad en otros países latinoamericanos, pero puedo asegurar que parte de nuestro “espíritu argentino” ha sido siempre hablar de lo que sea con una convicción pasmosa. De hecho, hay unos cuantos videos circulando por la red en donde se burlan de esa faceta nuestra… con razón…

Bueno, como sea, es una mala costumbre humana pero que en estos tiempos últimos vemos crecer (paradójicamente, pues cualquier que quisiera comprobar la veracidad o falsedad de esas afirmaciones podría hacerlo con relativa facilidad) y que, obviamente, se está volviendo contra los cristianos, y más se volverá en el futuro.

Así, los cristianos estamos siendo acusados de una serie de cosa que pueden tener algo de verdad, o que pueden ser verdad solo para algunos segmentos del cristianismo, o que son inventadas. Son “discursos armados” que los inconversos terminan creyendo y repitiendo, convencidos que provienen de un “razonamiento científico”. Y llegan a estar tan adoctrinados con eso que se transforma en su propio dogma de fe, con lo cual resulta muy difícil tener una conversación honesta sobre eso, a lo sumo uno puede esperar una “tregua piadosa” (como lo piensan ellos), pero nada más, y sólo hasta que la “guerra” estalle nuevamente.

Resumiendo: somos y seremos cada vez más acusados de mentiras, y nos encontraremos cada vez más con gente a la cual será imposible hablar, porque no podrán escuchar nada que le digamos. Por eso Pedro dijo:

“Mantengan una buena conducta entre los no creyentes para que, aunque los acusen de malhechores, al ver las buenas obras de ustedes glorifiquen a Dios el día que él nos visite.”

El día de la visitación de Dios puede referirse a un momento en especial cuando Dios trate con esa gente; también al tiempo de la tribulación que vendrá sobre la Tierra, pero creo que podemos interpretarlo (también) con una aplicación más “cercana”. Como sea, llega el momento en que Dios mismo actúa y la persona se encuentra “cara a cara” con Él, y allí es cuando aparece el testimonio de los fieles.

Jesús es más enfático en Mateo; les advierte a Sus discípulos que se levantarían muchísimas mentiras contra ellos, que, obviamente, la gente creería sin molestarse en comprobar su veracidad.

Ese tiempo estamos teniendo hoy, como dije, peor que en cualquier momento de la historia porque si antes no tenían formas fáciles y rápidas de comprobar la veracidad de los rumores, hoy sí, y mucha gente no lo hace.

A veces hablar puede ser una “pérdida de tiempo”, sin embargo, mientras tenemos la oportunidad de hacerlo, creo que no deberíamos desaprovecharla. PERO siempre nuestras palabras deben ser con extrema sabiduría: ellos no pueden escuchar a un “evangélico” porque en el fondo tienen miedo de que los convenzan, están siendo adoctrinados para no escucharlos y para responder con una serie de frases hechas, o para “dar vueltas” cualquier conversación de tal forma que no tengan que cuestionar sus creencias básicas. ¿Cómo hablar (o escribir en las redes)?

Con sabiduría de lo Alto, con discernimiento profético, como el que tuvo Jesús con la mujer samaritana, también muy bien preparada para confrontar a un judío, pero “desarmada” en sus argumentos por el Maestro. Con amor, con mucho amor; lo que la gente del mundo NO TIENE HOY es amor, tienen mucho odio, son motivados por el temor primero y luego infectados por el odio; adquieren valor atacando al “enemigo”, y así será cada vez más. Recordemos siempre que lo que ellos “escupen” es lo que primero les fue sembrado a ellos mismos.

No son tiempos fáciles, pero los enemigos que vienen a confrontarnos en realidad se exponen a que nosotros les ministremos. A nosotros nos espera una recompensa eterna en el cielo, a ellos el infierno, y a los que expresamente se levantan contra los hijos de Dios, un lugar especial. Nosotros podremos sufrir un tiempo aquí, ellos, por toda la eternidad. Necesitamos ese mismo amor que el Señor tenía hacia los pecadores, hacia aquellos que por ignorancia lo crucificaban, porque no sabían lo que hacían, como los ignorantes de este tiempo, que se creen sabios. ¡Señor, qué difícil es para nosotros tener ese amor Tuyo, dánoslo, porque viene solo de Ti!


Danilo Sorti




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