Isaías 22:8-13 RVC
8 Las defensas de Judá quedaron al
descubierto. Ese día ustedes dirigían la mirada hacia el arsenal en la casa del
bosque,
9 y vieron multiplicarse las brechas en la
ciudad de David; recogieron las aguas del estanque inferior,
10 contaron las casas de Jerusalén y las
derribaron para reforzar la muralla;
11 hicieron un foso entre los dos muros para
el agua del estanque viejo, pero sin la menor consideración para el que lo hizo
y le dio forma.
12 Ese día Dios, el Señor de los ejércitos,
los convocó al llanto y al lamento, a raparse el cabello y a vestirse de
cilicio;
13 pero ustedes prefirieron gozar y
divertirse, matar vacas y degollar ovejas, comer carne y beber vino. Y decían:
«Comamos y bebamos, que mañana moriremos.»
1 Corintios 15:32-34 RVC
32 Pero ¿de qué me serviría, desde el punto
de vista humano, haber luchado en Éfeso contra fieras? Si los muertos no
resucitan, ¡entonces «comamos y bebamos, que mañana moriremos»!
33 No se dejen engañar: las malas compañías
corrompen las buenas costumbres;
34 así que vuelvan en sí y vivan con
rectitud, y no pequen, porque algunos de ustedes no conocen a Dios. Y esto lo
digo para que sientan vergüenza.
Génesis 3:4-6 RVC
4 Entonces la serpiente le dijo a la mujer:
«No morirán.
5 Dios bien sabe que el día que ustedes coman
de él, se les abrirán los ojos, y serán como Dios, conocedores del bien y del
mal.»
6 La mujer vio que el árbol era bueno para
comer, apetecible a los ojos, y codiciable para alcanzar la sabiduría. Tomó
entonces uno de sus frutos, y lo comió; y le dio a su marido, que estaba con
ella, y él también comió.
Lucas 4:5-7 RVC
5 Entonces el diablo lo llevó a un lugar
alto, y en un instante le mostró todos los reinos del mundo,
6 y le dijo: «Yo te daré poder sobre todos
estos reinos y sobre sus riquezas, porque a mí han sido entregados, y yo puedo
dárselos a quien yo quiera.
7 Si te arrodillas delante de mí, todos serán
tuyos.»
En todos estos pasajes aparece el Tentador, a
veces explícitamente, a veces encubiertamente, pero el mensaje es siempre el
mismo, aunque parezcan cuatro situaciones muy distintas: vive el aquí y ahora,
disfruta el hoy y no te preocupes por el mañana.
El pueblo de Israel, al verse amenazado por
el ejército enemigo, preparó las defensas lo mejor que pudo, pero reconociendo
su inferioridad, se dedicó a festejar y comer su “última cena” antes de ser
destruidos; “sin la menor consideración para el que lo hizo y le dio forma”, es
decir, Dios. No tuvieron en cuenta a su Creador, no quisieron arrepentirse, no
se volvieron a Él, por lo que solo les quedaba un muy breve presente para
disfrutar, y después, ¡la destrucción!
Mucho tiempo después Pablo utilizaría el
mismo refrán en otro contexto, ¿por qué tantos sufrimientos, por qué tanto
esfuerzo y tanto exponer la vida a la muerte? Si no hubiera resurrección, una
vida eterna, una vida nueva en un mundo nuevo, ¿qué sentido tendría? Sólo
valdría disfrutar el presente y nada más. Evidentemente, en aquel entonces ya
algunos enseñaban eso, y dentro de la iglesia, de acuerdo a lo que dice en el
versículo 34. Por demás de evidentemente hoy muchos lo siguen enseñando de la
mano del evangelio de la prosperidad, que centra la vida cristiana en el
presente y desdibuja o simplemente “olvida” el futuro y la vida eterna, ¡y ni
que hablar del juicio!
Pero en el fondo es el mismo y viejo engaño
de la serpiente: “no morirán”; y esa era una palabra en el futuro, un evento
por venir; no sabemos si Adán y Eva lo entendieron así en un primer momento, es
difícil que ellos no hubieran tenido una clara comprensión de qué implicaba
“morir” en las palabras de Dios, si caminaban con Él todas las tardes, pero
aunque así haya sido, la tentación tuvo mucho de “presente”: un deseo vivo que
se encendió y que buscaba satisfacción inmediata, versus un evento futuro y,
ahora, “incierto”.
El mismo patrón, cuatro mil años después,
pero con resultados muy distintos. De nuevo una satisfacción en el presente: “Yo
te daré poder sobre todos estos reinos y sobre sus riquezas”, ¡pero si
Jesucristo YA LO TENÍA! Sólo había que pasar el proceso; doloroso y difícil,
pero perfectamente delimitado, y luego recibiría la recompensa. La inmediatez
de la tentación satánica no pudo ante Aquel que podía ver la eternidad. Ese
mismo Espíritu fue el que luego inspiró a Pablo, y a tantos otros cristianos.
La tentación “necesita” funcionar en el
presente, en lo inmediato, en el “llame ya… y le regalaremos…”. Los propósitos
de Dios son muy diferentes, es cierto que Él hace milagros y señales para darse
a conocer, pero dejando de lado esos eventos que tienen objetivos muy
específicos, Su forma de actuar es en el tiempo, en procesos (de hecho, aún
llegar a recibir un milagro es un proceso), en el futuro. La sociedad actual
vive en el presente extremo, en la inmediatez, y la tentación (que viene del
Tentador) de trasladar ese mismo “principio de vida” al mensaje cristiano y a
la vida de iglesia es muy fuerte.
Cuando dejamos de mirar hacia el futuro,
cuando dejamos de valorar adecuadamente las promesas futuras, para esta vida
pero principalmente para la vida venidera, estamos entrando en territorio
enemigo, sencillamente nos exponemos a recibir cualquier mensaje
“inmediatista”, que seguramente no vendrá de Dios. Y así, una muy bien armada
teología “del presente” nos llevará de narices hacia un futuro ardiente (el infierno),
además de que tampoco nos dará en el presente lo que buscamos.
¿Pero Dios no vive en el presente? De hecho
Él está en un “eterno presente” si lo miramos en relación con nuestro tiempo,
que no es el Suyo. Es más, toda la Biblia es “presente”, todo el mensaje de
Dios y el mandato a Sus hijos está TOTALMENTE COMPROMETIDO con el presente y
exigiendo una responsabilidad muy grande por ese presente.
Lucas 22:15-16 RVC
15 Entonces les dijo: «¡Cómo he deseado comer
con ustedes esta pascua, antes de que padezca!
16 Porque yo les digo que no volveré a
comerla hasta su cumplimiento en el reino de Dios.»
¡Jesús no fue ajeno al presente y lo vivió e
incluso lo disfrutó mientras pudo! Pero:
Hebreos 12:2 RVC
2 Fijemos la mirada en Jesús, el autor y
consumador de la fe, quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz y
menospreció el oprobio, y se sentó a la derecha del trono de Dios.
El poder de la esperanza en Dios, del futuro
que Él ha preparado es mucho mayor. Necesitamos vivir en ese futuro, en el tiempo
de Dios.
Danilo Sorti
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