Romanos 11:33-35 RVC
33 ¡Qué profundas son las riquezas de la
sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e
inescrutables sus caminos!
34 Porque ¿quién ha entendido la mente del
Señor? ¿O quién ha sido su consejero?
35 ¿O quién le dio a él primero, para que él
tenga que devolverlo?
En el fondo de su corazón, el ateo está
enojado contra Dios, pero lo expresa a través de una maraña de argumentos
lógicos para “demostrar” Su inexistencia. Y ese enojo es esencialmente
“infantil”, tanto porque normalmente se trata de algún trauma que ocurrió en la
infancia, o que le fue impuesto (y aceptado) en ese momento; como porque parte
de un razonamiento “infantil”, pero no por ello despreciable. Bueno, en
realidad, es el mismo razonamiento que hacemos todos los hombres, y tiene que
ver con la cruel pregunta (que certeramente dispara como una flecha envenenada)
que Satanás grita en la mente: “¿¡Por qué Dios dejó que eso pasara!?”
Los cristianos no suelen estar exentos de esa
misma pregunta; aunque sea en menor grado, es decir, sin llegar al punto del
ateísmo. En la práctica, los inhabilita para recibir todo el amor y las
bendiciones de Dios.
Por qué Dios permite lo que permite cae
dentro del principio general que formuló Pablo en el pasaje de más arriba:
sencillamente, no podemos llegar a comprender TODO el pensamiento de Dios. Sin
embargo, Él nos ha dejado mucho para que lo conozcamos:
Jeremías 9:23-24 DHH
23 El Señor dice:
no se enorgullezca el sabio de ser sabio,
ni el poderoso de su poder,
ni el rico de su riqueza.
24 Si alguien se quiere enorgullecer,
que se enorgullezca de conocerme,
de saber que yo soy el Señor,
que actúo en la tierra con amor, justicia y
rectitud,
pues eso es lo que a mí me agrada.
Yo, el Señor, lo afirmo.
De acuerdo, ¿por qué Dios permite lo que
permite? ¿Por qué tal o cual daño? ¿Cómo puede decir que nos ama entonces?
Bueno, estas no son preguntas que se puedan
responder cabalmente en un artículo, a lo menos requerirían unos cuantos
libros, pero podemos ensayar un argumento. Dios Creador se manifiesta en la
naturaleza, ese testimonio lo reciben todas las personas en su espíritu, aunque
no todas lo aceptan. Entonces, si Dios es Creador del Universo físico que
conocemos, Sus principios, es decir, el “cómo hace todas las cosas” debe estar
grabado en esa misma creación; si Dios es coherente consigo mismo (y no podría
ser de otra manera) debería actuar siempre basado en los mismos principios, Sus
principios, los principios que rigen el “todo”. Entonces, analizando la
creación deberíamos, por lo menos, tener indicios de esos principios que
también se aplican a nosotros y que pueden explicar el por qué permite lo que
permite.
Desde Newton hasta esta parte ha quedado en
claro que el Universo físico se rige por leyes, y la física se ha erigido en la
ciencia por excelencia que busca y expone esas leyes, al menos en su
formulación matemáticamente más exacta. Por supuesto, el paso del tiempo nos ha
llevado a descubrir cada vez leyes más complejas, cambiar postulados que antes
aceptábamos, y reconocer campos de incertidumbre; pero eso no elimina el hecho
anterior. Y una de esas leyes es la gravedad.
Esa misma gravedad es la que provoca, por
ejemplo, que un meteorito caiga y trastorne el mundo entero, que la lava de un
volcán descienda por la ladera y arrase poblaciones, que un edificio se caiga
en un terremoto y aplaste a las personas bajo los escombros, que un barco se
hunda y muchos mueran ahogados, que un avión se estrelle y mueran todos sus
ocupantes, que un automóvil se despeñe, que un niño se tropiece y termine con
una lastimadura y una cicatriz, y un larguísimo etcétera. ¿Por qué lo permite
Dios? ¿Por qué no alterar esa ley de gravedad…? Porque precisamente gracias a
esa ley existe el Universo.
Hoy conocemos la vastedad del Universo.
Bueno, “conocer” es una forma de decir, recién nos hemos “asomado por la
ventana” de la vastedad del Universo, pero lo cierto es que sabemos mucho más
de lo que se sabía hasta hace un par de siglos. Y toda su estructura se
mantiene por la fuerza de gravedad.
Una galaxia se mantiene por la fuerza de
gravedad, principalmente de su centro galáctico, mucho más denso en estrellas y
otros cuerpos. Nuestro sistema solar no podría existir “vagando errante” por el
Universo, sin pertenecer a una galaxia.
Nuestro planeta se mantiene “en su sitio”, es
decir, orbitando alrededor de la estrella adecuada gracias a la fuerza de
gravedad de esa estrella, el Sol. El Sol mismo, como cualquier estrella, no
podría brillar ni emitir luz y calor si en su proceso de formación la fuerza de
gravedad no hubiera comprimido su núcleo lo suficiente como para que los átomos
de hidrógeno se fusionaran formando helio y emitiendo energía. No habría tal
cosa como una estrella brillando, y el Sol dentro de ellas, si no hubiera
fuerza de gravedad.
¡No habría un planeta como la Tierra sin
fuerza de gravedad! De hecho, no habría ningún planeta ni cuerpo celeste en el
Universo (tampoco habría Universo…). Es la fuerza de gravedad la que mantiene
cohesionadas las partículas de cualquier planeta.
Y podríamos seguir hablando mucho más del
tema, e incluso meternos en las fórmulas que a los estudiantes de secundaria
tanto les gustan…(!?) Pero es claro que esa misma fuerza de gravedad que pueda
causar tremenda destrucción entre nosotros es LA MISMA que constituye uno de
los más básicos pilares de la Creación, y que la sigue sosteniendo. ¿Podría mantener
su integridad el Universo si Dios mismo violara Sus leyes?
Volvamos a los ejemplos de más arriba: ¿por
qué la gente se estableció en la ladera de un volcán, sabiendo que en algún
momento ocurriría una colada de lava?, ¿por qué se construyeron edificios tan
grandes (y probablemente sin las normas de seguridad adecuadas) en una zona
sísmica?, ¿por qué esa barca de inmigrantes iba repleta cruzando un mar
embravecido?, ¿por qué el avión no tenía las medidas de seguridad adecuadas?,
¿por qué el auto iba tan rápido en una ruta de montaña?, ¿por qué el niño
corría sin prestar atención?
No quiero ser simplista en lo que digo, por
supuesto que la realidad no es tan sencilla como lo expuse más arriba, pero es
evidente que al menos en buena parte de los casos, hay una falla humana que
deja a las personas vulnerables. No siempre es así, a veces tiene que ver
directamente con los juicios de Dios, pero en este caso TAMBIÉN HAY una falla
humana, el pecado que ha llegado con su hediondez hasta las narices del Padre.
Sea por lo que sea, y aunque haya sido solamente “un accidente”, nunca he
escuchado a nadie que culpe a la fuerza de gravedad por tales cosas: todos
saben que existe y el que vive bajo un volcán, o en un edificio, o sube a un
barco o un avión, o corre despreocupadamente, sabe que hay un riesgo implícito
(y si es un niño, se supone que debe haber un adulto que lo sepa… bueno, se
supone…).
Si esto es así con las leyes físicas, ¿por
qué acusamos a Dios cuando Él no viola Sus mismas leyes, aunque eso pueda ocasionar
daños en este mundo material (que al fin de cuentas, es pasajero)? ¿No
deberíamos más bien estar enojados contra el pecado de la humanidad, a veces el
nuestro, pero muchas veces el de nuestros padres o de las generaciones pasadas?
Dios le dio el mundo al hombre, y esa es una ley que no va a quebrantar, ¿por
qué el mismo hombre se queja cuando cosecha lo que ha sembrado, apartado de
Dios?
¡Dios no va a violar ninguna de Sus leyes!...
Excepto que encuentre personas fieles que intercedan ante Él.
Y así, el mar se calmó, enfermedades
desaparecieron, manos y pies fueron creados milagrosamente, ojos fueron
abiertos, panes y peces fueron multiplicados, la tierra se frenó y el día se
alargó, el mar se abrió… Así también los ángeles del Señor evitaron accidentes,
violaciones, muertes, injusticias, abusos. Hubo leyes que cambiaron, guerras
que no ocurrieron, descubrimientos que bendijeron a la humanidad y tantas otras
cosas. ¡Y es que una de las leyes eternas de Dios es que Él puede intervenir en
Su Creación, cuantas veces sea, por la intercesión de Sus fieles!
¿Por qué lo permitió Dios? Porque no puede
violar las leyes que Él mismo dispuso y que sostienen al Universo. ¿Entonces
está maniatado por esas mismas leyes? No, pero depende de que Sus
representantes en esta Tierra muevan Su mano; aunque a pesar de todo, la
misericordia de Dios sigue estando por encima de cualquier ley del mundo
natural, humano y espiritual.
Danilo Sorti
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