jueves, 26 de octubre de 2017

303. ¿Es más espiritual usar palabras hebreas?

Hechos 21:37-40 RVC
37 Cuando estaban por meter a Pablo en la fortaleza, éste le dijo al tribuno: «¿Me permites decirte algo?» Y el tribuno respondió: «¿Sabes griego?
38 ¿Acaso no eres tú aquel egipcio sedicioso, que hace poco se sublevó y llevó al desierto a cuatro mil sicarios?»
39 Pablo le dijo: «No. Soy judío, y nací en Tarso de Cilicia, que no es una ciudad insignificante. Te ruego que me permitas hablar al pueblo.»
40 El tribuno se lo permitió. Entonces Pablo, de pie en las gradas, hizo una señal con la mano al pueblo, para que se callaran. En cuanto hubo silencio, les dijo en arameo:

1 Corintios 9:20-22 RVC
20 Entre los judíos me comporto como judío, para ganar a los judíos; y, aunque no estoy sujeto a la ley, entre los que están sujetos a la ley me comporto como si estuviera sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley.
21 Entre los que no tienen ley, me comporto como si no tuviera ley, para ganar a los que no tienen ley (aun cuando no estoy libre de la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo).
22 Entre los débiles me comporto como débil, para ganar a los débiles; me comporto como todos ante todos, para que de todos pueda yo salvar a algunos.

Hechos 2:3-11 RVC
3 Entonces aparecieron unas lenguas como de fuego, que se repartieron y fueron a posarse sobre cada uno de ellos.
4 Todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu los llevaba a expresarse.
5 En aquel tiempo vivían en Jerusalén judíos piadosos, que venían de todas las naciones conocidas.
6 Al escucharse aquel estruendo, la multitud se juntó, y se veían confundidos porque los oían hablar en su propia lengua.
7 Estaban atónitos y maravillados, y decían: «Fíjense: ¿acaso no son galileos todos estos que están hablando?
8 ¿Cómo es que los oímos hablar en nuestra lengua materna?
9 Aquí hay partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia.
10 Están los de Frigia y Panfilia, los de Egipto y los de las regiones de África que están más allá de Cirene. También están los romanos que viven aquí, tanto judíos como prosélitos,
11 y cretenses y árabes, ¡y todos los escuchamos hablar en nuestra lengua acerca de las maravillas de Dios!»

Génesis 3:9-10 RVC
9 Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde andas?»
10 Y él respondió: «Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, pues estoy desnudo. Por eso me escondí.»


Algo bueno que ha traído el movimiento mesiánico es el “redescubrimiento” de las raíces judías del Evangelio; después de cientos de años de “pensamiento griego” dentro de la Iglesia, resultaba muy importante recordar que el contexto original de buena parte de la revelación bíblica, desde Génesis hasta los primeros capítulos de Hechos, es principalmente el Medio y Cercano Oriente, desde mitad de Éxodo en adelante, principalmente Israelita, y desde la deportación Asiria de las tribus del Norte, principalmente judío. Leer todo eso con “lentes griegas” ha sido un error.

Dentro de este movimiento hay iglesias que se identifican culturalmente más con Israel y adoptan formas, palabras y tradiciones propias, sin comprometer el mensaje de salvación sino incorporando parte de su riqueza histórica.

Pero también tenemos otras corrientes a las que bien podríamos definir como “judaizantes modernos” que comienzan a “exigir” determinadas costumbres y ordenanzas a todos los cristianos como parte de la salvación, o al menos, para ser un “cristianos de primera categoría”, siendo los puramente “gentiles”, cristianos de segunda categoría. Y una de las “manifestaciones” de esto es usar toda una serie de palabras hebreas en sus escritos.

Aclaro que no estoy hablando en contra del idioma hebreo, ni de ningún idioma porque de hecho me gusta estudiar otras lenguas y desearía tener mucho tiempo para hacerlo… ¡aunque no lo tengo! Pero cuando hablo en castellano, a un público hispanoparlante, procuro hacerlo con el mejor y más claro uso posible de nuestro idioma, que es por demás de rico. Si usara palabras en un idioma extraño para mis oyentes, ¿mejoraría eso la comprensión de lo que digo o la dificultaría? Obviamente, lo segundo. Bueno, debo confesar que a veces utilizo palabras que no son muy frecuentes en el habla hispana, es verdad, pero finalmente pertenecen a nuestro idioma y no están demasiado lejos de la comprensión del lector.

Ahora bien, ¿cómo habló Dios a los hombres? ¿Usó palabras extrañas a sus oídos o usó las palabras que ellos podían entender? He puesto unos cuantos pasajes bíblicos para ilustrar este tema y podría poner muchísimos, es más, ¡podría poner la Biblia entera! Podemos empezar con Adán; es obvio en el relato que Adán y Dios se entendían perfectamente, ¡el Señor habló con las palabras que Adán podía entender!

A partir de Adán, podemos seguir el rastro de todos los hombres y mujeres que recibieron palabras del Señor en la Biblia, desde Adán, el primero, hasta Juan, el último, ¡y todos entendieron! En ninguna parte vemos que Dios hablara y la gente quedara sin comprender, a no ser sueños que necesitaban interpretación o alguna oportunidad en que Dios “habló” a través de pueblos enemigos de lenguaje difícil.

En el pasaje de Hechos 21 lo vemos a Pablo hablando en griego y en arameo, según cuál fuera su público, y logrando la comprensión tanto del tribuno como de los judíos… de ahí a que le hicieran caso es otra historia, pero entendieron perfectamente. En I Corintios 9 Pablo expone su llamado misionero: a cada cultura le “hablaría” conforme pudiera entender. En Hechos 2 la iglesia es “oficialmente” inaugurada en una multitud de idiomas, precisamente los idiomas maternos, del corazón, de todos aquellos que estaban allí; ¿por qué no simplemente predicar en arameo, si todos también podían entenderlo? A lo largo de toda la Biblia, Dios habló de la mejor manera que las personas podían entender, de principio a fin; y el ejemplo máximo es el mismo Hijo de Dios, Jesucristo, quien no solo habló el idioma de su pueblo, sino que se hizo en todo como ellos y como nosotros.

Entonces, si TODA LA BIBLIA nos muestra a Dios hablando en el idioma, e incluso con los conceptos e ideas que la gente de cada tiempo podía entender, ¿por qué se les ha metido en la cabeza a algunos cristianos hoy que entremezclar palabras hebreas en sus escritos resulta más “espiritual”?

Ahora bien, yo no estoy en contra del uso de palabras hebreas, de hecho, aunque mi propio contexto cultural es “monolingüe”, mucha gente viven naturalmente en  contextos “multilingües”, por lo que para ellos es natural mezclar palabras y expresiones de varios idiomas; y es lógico que en iglesias orientada hacia la cultura israelita se usen palabras hebreas, pero eso no pasa entre la mayoría de los cristianos hispanoparlantes (y supongo que también entre los hablantes de otros idiomas) por lo que tales escritos resultan a la larga difíciles de leer y de sentido críptico, dejando la impresión de que la forma de hablar de Dios es “difícil”, lo cual lleva necesariamente al corolario de que hacen falta “maestros iluminados” para entender la Biblia, de que “yo, cristiano común y corriente” no puedo entenderla por mí mismo y de que debo necesariamente seguir a tales maestros, y olvidarme de buscar a Dios yo. En esencia, EXACTAMENTE EL MISMO ENGAÑO de todas las religiones y sectas a lo largo de estos dos mil años.

Yo no estoy diciendo que todos los que entremezclen palabras hebreas en sus escritos estén pensando exactamente esto, es más, probablemente no, pero la consecuencia de escritos artificialmente difíciles es necesariamente esa, por más de que no se busque.

La sabiduría de Dios es más alta de lo que los hombres llegaremos jamás a comprender por toda la eternidad, pero es tan accesible que el más sencillo puede entrar en ella. Las religiones cristianas siempre han terminado oscureciendo la comprensión de la Biblia y “cerrándola” hacia algunos pocos “elegidos”… ¡ellos mismos, claro! La iglesia católica durante siglos prohibió la Biblia, hoy no, pero de todas formas se pone ella misma por encima de La Palabra, por lo que en definitiva es lo mismo. Las iglesias de la tradición Protestante han permitido y fomentado la lectura de la Biblia, pero indirectamente, con el desarrollo del pensamiento teológico y los grandes teólogos, han supeditado su comprensión a las palabras de los “más sabios”. En la actualidad, muchas iglesias mal llamadas apostólicas ponen las palabras de (supuestos) apóstoles y profetas por encima de la comprensión sencilla de la Biblia. Y como corolario, cierta rama desviada del movimiento mesiánico entremezcla palabras hebreas y conceptos extraños en el discurso para que, de nuevo, se haga difícil de entender y requiera aprender una especie de lenguaje especial y distinto.

¡Como si Dios no tuviera el poder ni la capacidad para hablar a cada pueblo con sus propias palabras! ¡Como si el Espíritu Bendito no hubiera hecho provisión para que cada idioma del mundo tuviera ya las palabras y expresiones que necesita para anunciar la Buenas Nuevas! ¡Como si la encarnación del Cordero hubiera sido sólo “por la mitad”, para algunos sí y para otros no!

1 Corintios 14:10-11 RVC
10 No hay duda de que en el mundo hay muchos idiomas, y que ninguno de ellos carece de significado.
11 Pero si yo no sé lo que significan las palabras, seré como un extranjero para el que habla, y el que habla será como un extranjero para mí.

Dicho esto, vuelvo a remarcar que es muy importante el estudio de los idiomas originales en la comprensión bíblica, pero al momento de hablar, y especialmente cuando tenemos que anunciar el Evangelio y ayudar a nuestros hermanos más jóvenes, ¡usemos las palabras que ellos puedan entender! Vendrá el momento en que todos los idiomas del mundo, pasados y presentes (y futuros) nos encontraremos en Su Presencia y tendremos una eternidad para conocer la riqueza de cada uno. Al usar determinadas palabras extrañas a nuestro idioma estamos “diciendo” que nuestras palabras no son lo suficientemente “santas y puras”, con lo que estamos metiendo en el “habla evangélica” palabras que suenan extrañas a los oídos del mundo, que precisamente no es muy favorable a Israel, ¿por qué introducir esa separación cultural innecesaria, cuando Dios mismo nunca lo hizo? Ya el Evangelio tiene demandas muy duras para la sociedad del presente, no es necesario que lo hagamos artificialmente más difícil.



Danilo Sorti




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