Lucas 21:28 DHH
28 Cuando comiencen a suceder estas cosas,
anímense y levanten la cabeza, porque muy pronto serán libertados.
El inicio de la manifestación de los juicios
de Dios significa distintas cosas para distintos grupos de personas. Es obvio
que para los incrédulos significa un tiempo de terror, para los que están
llamados a salvación será el tiempo de reconocer a Dios, para los que ya han
rechazado definitivamente a Dios, será sólo un tiempo de angustia, confusión y
profundo engaño, en espera del juicio eterno.
Para un grupo de cristianos, que están
espiritualmente dormidos, es decir, sin poder darse cuenta de los tiempos y
viviendo en fantasía, será un tiempo de enorme confusión; algunos serán
definitivamente expulsados del Cuerpo; otros se volverán al Señor de todo
corazón.
Pero entre todos ellos, sigue habiendo un
resto fiel, que es fiel ahora, sin necesidad de sufrir los juicios, y que
seguirá siendo fiel. Estos son los que se han esforzado durante mucho tiempo, y
han tenido que soportar luchas y desprecios, sin que, aparentemente, Dios
hiciera algo por reivindicarlos. En el silencio de Dios, sostenidos solo por la
fe, se mantuvieron fieles, sin tener quizás una idea clara de por qué los
mentirosos “prosperaban”, pero sin dejar sus posiciones.
A decir verdad, esta ha sido la historia de
los cristianos fieles durante dos mil años y no se suponía que fuera de otra
manera… hasta ahora.
La palabra que se traduce por “anímense” en
el versículo de más arriba significa también: levantar la cabeza, enderezarse,
surgir, elevarse, y la palabra “levanten” significa algo parecido; alzar,
enaltecer, izar, levantar. Tenemos entonces dos expresiones que están
reforzando la misma idea. Pero si esto es la “novedad” de estos tiempos se debe
a que, hasta este momento la realidad era lo contrario: agachar la cabeza,
esconderse, pasar desapercibido.
Hermanos, quiero ser prudente en lo que digo
porque el siguiente mandato nunca fue revocado:
Mateo 10:16 RVC
16 »Tengan ustedes en cuenta que los estoy
enviando como a ovejas en medio de lobos; así que sean prudentes como
serpientes y sencillos como palomas.
Pero aún en medio de esa realidad, que no va
a cambiar hasta el arrebatamiento, entiendo que hay un tiempo nuevo, no solo de
renovado valor sino también de renovada protección. Hay palabras proféticas que
hablan de la realidad de la iglesia en los últimos tiempos, de la protección
divina sobre ella, del avivamiento y valor en la predicación, y también del
furor de la ira de la gente sobre ella.
Hacia ese avivamiento vamos, pero creo que
algo está cambiando ahora porque, si reconocemos que Dios ha empezado a juzgar
la Tierra por su maldad, estamos reconociendo también que está terminando el
tiempo de Su paciencia, lo que incluye tolerar que los impíos opriman a Sus hijos
sin consecuencias.
De nuevo, no estoy presentando ningún “mundo
mágico” en el que todo aquel que se atreva a hacernos la guerra vaya a caer
inmediatamente fulminado por un rayo, pero entiendo que las cosas están
cambiando. Llega el tiempo en el que los santos fieles gozarán de la protección
sobrenatural de Dios para completar la misión, lo último que quede; mientras
tanto las cosas están empezando a cambiar.
No puedo asegurar exactamente qué significa
esto para cada cristiano fiel en cada realidad particular, pero sí puedo decir
que antes de que lleguen los últimos acontecimientos, hoy y ahora, Dios ya está
respaldando de otra manera a Sus hijos fieles. No a todos, quizás sólo a pocos.
Algunos protestarán y repetirán como una
fórmula mágica que “Dios no hace acepción de personas”, pero ese pasaje se
refiere al juicio con que cada persona será juzgada, NO HABLA ni de la
recompensa ni de las bendiciones. Es más, al juzgar Dios con la misma justicia
a todos, algunos son hallados fieles y recompensados con poder y protección,
otros, juzgados también con esa justicia, son hallados faltos, y no reciben ni
el poder ni la protección. El juicio es, propiamente, la instancia de
separación; y en nuestro caso, el juicio “previo”, es decir, Dios pesando
nuestros corazones, es lo que hace la diferencia.
Entiendo que debemos estar atentos a la voz
del Espíritu, pero que esa misma voz hoy nos está llamando, en diversas
circunstancias, a ser más valientes en la proclama, menos “políticamente
correcto” que antes (y no es que necesariamente esté mal eso a veces), más
osados en exponernos a situaciones riesgosas… siempre bajo la guía del
Espíritu.
Entiendo que Dios ya no está tolerando
actitudes de oposición de los inconversos como las toleró antes, aunque eso no
signifique que dichas personas necesariamente cambien, sino más bien que
estamos en los tiempos de Faraón, solo que ahora el “manto” de Moisés ha sido
repartido a muchos de Sus hijos. Y así, muchos de ellos serán llamados a
confrontar a los Faraones modernos, sin temor, sabiendo que Dios respaldará sus
testimonios.
Levantar la cabeza y posicionarnos distinto
en medio de los juicios de Dios resulta una actitud tremendamente diferente a
la de la mayoría, que tiene muy buenas razones para temer. No es solo una posición
interior, una forma de ver las cosas, sino que también se manifiesta hacia el
exterior en un valor renovado, en una osadía santa, sabiendo que así como Dios
ha empezado a manifestarse sobre la tierra también lo hará sobre Sus hijos.
Hermanos, que el Señor nos dé un oído
dispuesto para escuchar Su voz y actuar en consecuencia, pero es hora de
levantar la cabeza.
Danilo Sorti
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