lunes, 16 de octubre de 2017

297. Aunque seas la burra de Balaam, ¡predica!

Hechos 4:31 RVC
31 Cuando terminaron de orar, el lugar donde estaban congregados se sacudió, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y proclamaban la palabra de Dios sin ningún temor.

Lucas 19:40 RVC
40 Pero Jesús les dijo: «Si éstos callaran, las piedras clamarían.»

Números 22:28 RVC
28 Entonces el Señor hizo que el asna hablara, y ésta le dijo a Balaam: «¿Y yo qué te he hecho? ¿Por qué me has azotado tres veces?»


La iglesia de Jerusalén tiene algunas características muy distintivas. Por cierto no fue perfecta, y el Señor tuvo que permitir una dura persecución para que cumplieran con el mandato misionero; pero por otro lado, varias de las características que vemos allí no las hemos encontrado muy frecuentemente entre el pueblo de Dios, especialmente el amor y el fervor de TODA LA CONGREGACIÓN en anunciar las Buenas Nuevas.

Ese fervor tuvo, sin embargo, un contexto. Notemos que en el pasaje de Hechos, fue el mismo Espíritu el que lo insufló; no fue ningún discurso motivacional, no fue ningún clima creado luego de tres días de conferencia, no fue ningún predicador profesional, porque los apóstoles no lo eran; sólo fue el Bendito Espíritu. Claro, se le dio libertad para hacerlo.

Si leemos la historia para atrás y para delante de ese momento, vemos que Israel se encontraba en una situación crítica; no tenía tiempo. Aunque ellos no lo sabían, sería destruida como país en el año 70 y dejaría de existir como tal por casi 1.900 años; no había tiempo; era urgente que el mensaje fuera anunciado. Esa urgencia y enfoque tuvo Jesucristo, quién fácilmente podía haber predicado en otros lugares y conseguido muchísimos más conversos, y eso fue lo que pasó cuando anduvo por las zonas fronterizas. Jerusalén, tal como había rechazado al Mesías, habría de rechazar finalmente a Sus seguidores, incluso la iglesia misma sería prontamente contaminada con el legalismo y finalmente no podría abandonar el “formato” judío del Evangelio, a pesar de que en Hechos 15 claramente reconocen que no era necesario para alcanzar la salvación.

El Señor sabía que el tiempo de Israel, y especialmente de Jerusalén, era breve. Y por eso derramó un fervor evangelístico como no lo vemos en ninguna otra parte de Hechos, y casi que de la historia de la Iglesia.

En ese contexto sucedió que TODOS FUERON LLENOS Y TODOS PREDICARON. Ahora bien, cuando avanzamos un poco más y leemos las epístolas, entendemos que no todos tienen el don de evangelismo; según los que han estudiado el tema, alrededor del 10 % de los cristianos nomás, y después de conocer durante mucho tiempo la vida de iglesia, puedo afirmar que sería totalmente inútil que más cristianos lo tuvieran, ¡inevitablemente se perdería la cosecha por faltar obreros que sanaran y discipularan a los nuevos! Pero esto no es una verdad absoluta, y la prueba la tenemos ahí, en Hechos 4.

Cuando el tiempo es escaso y la necesidad apremiante, es necesario que todos, tengan o no tengan el don, prediquen el Evangelio, y el mismo Espíritu que derrama uno u otro don, puede perfectamente en algún momento capacitar a todos para que prediquen el Evangelio sin temor, y lo hace.

Pues bien, ese tiempo está llegando. Con esto no quiero decir que todos debieran ser evangelistas, ni tampoco pretendo indicar qué es lo que deberían anunciar, pero sí creo que el Espíritu está llamando fuertemente a TODOS LOS SUYOS a que proclamen sin temor la Palabra. Algunos evangelizarán, otros enseñarán, otros aconsejarán, otros profetizarán, otros animarán, otros proclamarán el Evangelio con sus hechos, otros lo proclamarán en los aires, hacia los principados y potestades, a través de sus oraciones, en fin, todo lo que se hace genuinamente en el servicio del Señor no es más (¡ni menos!) que una proclamación de la Palabra.

Aquellos cristianos de Jerusalén, recién convertidos, no se detuvieron a analizar cuál era su nivel de santidad y conocimiento antes de predicar, ¡simplemente lo hicieron! Cuidado hermanos, todos ellos eran fieles y fervorosos, y estaban en el camino de la santificación, aunque recién hubieran comenzado a dar sus primeros pasos… no eran cristianos hipócritas y mañosos; yo no estoy hablando a estos últimos. Pero ellos, fieles en lo que tenían, y aún con muchas cosas por cambiar en sus vidas, no se detuvieron en sus deficiencias ni ignorancias, lo que tenían, lo que sabían, no más pero tampoco menos, eso dieron.

Ese es un mensaje para hoy; el tiempo es escaso, no ya para una ciudad o un país, ¡sino para todo el mundo! Hermano, lo que tengas, ¡dalo!, no lo retengas por temor, no te consideres menos; Dios ha comenzado a desatar Sus juicios sobre la tierra, ¿no habrá de proteger a Sus escogidos que están anunciando el mensaje de la última hora? Sin duda que te harán la guerra, pero, en el propósito del Señor, no te vencerán. Y aún aquellos que deban entregar sus vidas, no partirán mucho tiempo antes de lo que lo haremos el resto.

Y ahora hablemos de los cristianos hipócritas y mañosos: ¿eres uno de ellos? Bueno, ¿no estás conforme con la vida que has llevado hasta ahora? En Dios hay poder de restauración. ¿Te has arrepentido y recibiste la liberación de Dios? ¡Entonces predica! ¿Qué mensaje tienes? Quizás nada más que tus propios errores, pero te aseguro que son los de muchos otros, que necesitan escuchar que en Dios sigue habiendo restauración. No tienes que dar el mensaje florido y exitista que anunciabas antes de caer, no tienes que anunciar grandezas, simplemente testifica que en Dios hay restauración para cualquiera que se acerque a Él. ¡Te aseguro que ese mensaje es uno de los más útiles que hace falta predicar hoy!

Hermano, ¿crees que eres duro como una piedra para entender? Bueno, ¡pero las piedras también estaban dispuestas a alabar! ¿Piensas que no eres mejor que la burra de Balaam? ¡Pero el Señor habló a través de ella! Entonces, de una burra a otra burra, ¡recibe esta exhortación!


Danilo Sorti




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