lunes, 16 de octubre de 2017

299. Jeremías 1: la misión de arrancar para plantar

Jeremías 1:10 RVC
10 Date cuenta de que este día te he puesto sobre naciones y reinos, para que arranques y destruyas, para que arruines y derribes, para que construyas y plantes.»

Dentro del llamado de Jeremías que leemos en el capítulo 1 hay muchos conceptos que podemos entender, que los podamos creer y vivir completamente es otro asunto, pero al menos podemos comprenderlos bien. Sin embargo, las últimas palabras de este versículo resultan más difíciles. En realidad resultan difíciles de “entender” porque resultan difíciles de aceptar, porque son bastante extrañas a nuestros oídos.

Como cristianos estamos acostumbrados a la dimensión del amor y la misericordia de Dios, y de hecho esa ha sido la forma principal en la que el Señor se reveló al mundo a partir de la obra de Cristo, por lo que es muy fácil olvidarse de las otras facetas de lo que Dios es, pero es un hecho que Dios tiene el poder para cambiar las cosas y lo hace:

Daniel 2:21a RVC
21 Tú cambias los tiempos y las edades, y a unos reyes los pones y a otros los quitas. …

Hebreos 10:8-9 RVC
8 Al decir primero: «No quieres ni te agradan sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos ni expiaciones por el pecado» (cosas que se ofrecen según la ley),
9 y luego añadir: «Aquí estoy, para hacer tu voluntad», quita lo primero para establecer esto último.

Además de eso, si vemos el mundo natural también es un hecho de que todos los seres vivos mueren, de que los espacios y escenarios de la vida cambian, de que todo es dinámico y este dinamismo significa que hay cosas que ya no estarán más en el futuro, y que en su lugar aparecerán otras nuevas.

Estos cambios pueden ser más drásticos, como en los tiempos del diluvio, cuando Dios barrió con una civilización y una raza híbrida que los ángeles caídos habían formado, o cuando acabó con Sodoma y Gomorra, o cuando, de mano de los israelitas, acabó con muchos de los pueblos que habitaban Canaán.

Dios crea y Dios también destruye, Él tiene el derecho de hacerlo con el mundo natural y con las civilizaciones humanas:

Jeremías 18:7-10 RVC
7 »En cualquier momento puedo decir, de algún pueblo o reino, que lo voy a arrancar, derribar, o destruir.
8 Pero si ese pueblo o reino se aparta de su maldad, contra la cual hablé, yo desistiré del daño que había pensado hacerles.
9 »En cualquier momento puedo también decir, de algún pueblo o reino, que lo voy a edificar y plantar.
10 Pero si ese pueblo o reino hace lo malo ante mis ojos, y no me obedece, yo dejaré de hacerles el bien que había pensado hacerles.

Esto es algo difícil de aceptar y es un argumento que utilizan muchos ateos en contra de la bondad de Dios… aunque esos mismos ateos generalmente no tienen reparos en que una mujer decida sobre la vida del ser humano que lleva en su vientre. Pero Dios tiene el derecho y la justicia perfecta para hacerlo, y la misión de Jeremías tenía que ver con eso, principalmente con el hecho de “destruir”, o mejor dicho, de “anunciar la destrucción” de un sistema de cosas, de una sociedad y una cultura que tenía ya unos cuanto siglos de historia; del mundo que ellos conocían.

En una oportunidad leí que el profeta “invita a llorar y lamentarse” por el fin de un sistema de cosas, y eso principalmente hizo Jeremías, por eso en su llamamiento Dios dice “arrancar”, “destruir”, “arruinar”, “derribar”. No puede haber algo nuevo si no se quita lo viejo, y llega un momento en que lo viejo, o mejor dicho, una buena parte de lo viejo, la mayor parte, ya no puede ser restaurada ni utilizada en la edificación de lo nuevo, hay que eliminar todo. Parte de la misión de Jeremías consistía en “construir” y “plantar”, aunque no era lo principal.

De la misma forma, el llamado de muchos profetas y mensajeros de Dios hoy tiene que ver con eso. Es cierto que en un sentido general, debemos “arrancar” la vieja vida, la vieja naturaleza, para que se desarrolle la nueva; eso corresponde a lo más básico del discipulado. Pero hoy estamos en el momento en que Dios está anunciando que Él destruirá el actual sistema de cosas, para poder establecer Su nuevo sistema.

¿Qué significa esto exactamente? ¿Qué es lo que se arranca, qué es lo que se purifica, qué es lo que queda? Hay muchas preguntas específicas que Dios está respondiendo hoy a través de Sus profetas; no voy a profundizar en ese tema, solamente diré que creo que la interpretación evangélica tradicional de que luego de la tribulación de los siete años queda absolutamente todo destruido puede tener algunos matices, aunque definitivamente, si queda algo, no será mucho.

Pero no es mi tema aquí. El asunto es que muchos profetas hoy son llamados a anunciar la destrucción de un sistema, con todo lo que eso significa y con todo el rechazo que genera, especialmente de los que aún están aferrados a una visión “evangelística” del Evangelio, de paz, bendición, restauración y sanidad. Eso corresponde a un tiempo del obrar de Dios, pero también hay otro tiempo, muy distinto, y el llamamiento de Jeremías lo confirma.

Si ese es tu llamado, no dudes; simplemente mantenete escuchando la voz del Señor a cada momento para decir Sus palabras; aún Jeremías tuvo mensajes de restauración, y creo yo que ningún verdadero profeta puede carecer de ellos, aunque lo principal de su mensaje sea el juicio y la destrucción.

Hermanos, que el Señor nos de la sabiduría y las palabras adecuadas.


Danilo Sorti




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