lunes, 2 de octubre de 2017

289. El alimento natural y el alimento espiritual

Mateo 4:4 DHH
4 Pero Jesús le contestó:
—La Escritura dice: solo de pan vivirá el hombre, sino también de toda palabra que salga de los labios de Dios.

El tema del alimento, ya sea en sentido real como simbólico, es uno de los temas principales de toda la Biblia. Aunque no siempre le damos adecuada atención, en cada página nos encontramos con alguna referencia a él, por lo menos. Fue uno de los temas de debate de la iglesia primitiva… y lo sigue siendo hoy, la ley mosaica establecía normas muy rigurosas, y la primera iglesia tuvo dificultades para cambiarlas. A lo largo de la era cristiana, distintas iglesias han establecido normas más o menos restrictivas sobre los alimentos, pensando que de esa forma podían agradar mejor a Dios.

Es obvio que para todos los seres vivos, el alimento no solo es fundamental, sino que ocupa la mayor parte de sus esfuerzos y tiempo a lo largo de su vida. Sólo el hombre, en un contexto moderno, puede “separarse” un poco de esta lucha por la simple subsistencia. Pero veamos un poco más la cuestión biológica.

Jorge Laborda, en su trabajo de divulgación, “Neuroevolución Cocinada”, desarrolla entre otros temas la cuestión del aparato digestivo humano. Allí explica que “la talla de nuestro sistema digestivo es solo el 60% de lo que tendría que ser para un primate de nuestro tamaño”, y es precisamente ese 40 % menos de estructura orgánica el que deja libre un resto de energía para que pueda funcionar nuestro cerebro, desmesuradamente grande si lo comparamos con el resto de los mamíferos, y que, en el hombre adulto, consume el 25 % de la energía total del metabolismo basal (gasto energético cuando estamos quietos), lo cual es mucho (y algunos lo usan tan poco…).

Dicho de otra forma, biológicamente no podríamos existir si nuestro sistema digestivo no fuera un 40 % menor de lo que “tendría” que ser en comparación de los seres vivos más cercanos, lo monos, por más de que a muchos cristianos no les guste reconocerlo, supongo que por alguna especie de orgullo unido a la ignorancia, aunque es cierto, Dios no dijo que seamos monos… dijo que somos polvo!!

Pero si podemos “funcionar” biológicamente con un sistema digestivo tan chico, y que además no está adaptado a comer carne cruda ni a ser estrictamente vegetariano, es porque NECESITAMOS consumir alimentos cocinados. No es sencillo vivir con una dieta estrictamente vegetariana, por lo menos hace falta seleccionar los alimentos con cuidado y tener a disposición una variedad lo suficientemente amplia; menos aún con una dieta crudívora (a no ser con un gran esfuerzo en preparación). No estamos adaptados a comer alimentos crudos, sin la cocina, es decir, sin la preparación de los alimentos, no podríamos existir como seres humanos inteligentes.

Pero esto no es más que la sabiduría del Creador impresa en nuestra propia naturaleza: los animales puede procurar su propio alimento de la naturaleza, consumiéndolo tal cual lo encuentran; nosotros no, dependemos de que sea elaborado, y esto necesariamente nos lleva a la preparación y cocción, generalmente realizada por algún otro. Para la muchas personas, la mayor parte del tiempo, el alimento es preparado por otro y les es dado, y en el caso de los niños, es siempre así.

Esta “señal” la ha dejado Dios escrita en nuestro mismo ser, para que entendamos que dependemos de la Palabra que sale de Dios, es decir, del alimento preparado por Otro para nosotros. La tentación en el Edén fue, en este sentido, querer nutrirnos con el alimento “crudo” cuando no estábamos preparados para ello (¡esto es una metáfora, no es una crítica a los crudívoros!).

Y hay algo más. La “palabra que sale de los labios de Dios” nos lleva a una escena común en la vida de los bebés, cuando no era fácil preparar papilla y la madre masticaba primero el alimento y luego se lo daba al niño, de boca a boca. Esa era la palabra que salía directamente de los labios de la madre, y es la palabra que Dios quiere darnos, sin intermediarios, preparada por Él, procesada por Él mismo. Resulta muy interesante la imagen que utiliza Paul Young en “La Cabaña”, al presentar a Dios Padre como una madre preparando comida en la cocina, ¡eso no es una simple imagen literaria!

La sabiduría de Dios está escrita en Su Creación, y en este caso, ¡en nosotros mismos!

1 Pedro 2:2 DHH
2 Como niños recién nacidos, busquen con ansia la leche espiritual pura, para que por medio de ella crezcan y tengan salvación,


Danilo Sorti




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