Gálatas 3:6-7 RVC
6 Así Abrahán creyó a Dios, y le fue contado
por justicia.
7 Sepan, por tanto, que los que son de la fe
son hijos de Abrahán.
En un artículo anterior analizamos que uno de
los argumentos favoritos del Espíritu de Religión es apelar a la “antigüedad”
de sus postulados, hacerle creer a la gente que lo que dice es “la forma más
vieja y pura de fe” y que esa cuestión de la gracia es en realidad algo nuevo,
ni que hablar cuando hay algún movimiento de renovación que pretende recuperar
una doctrina.
Lo cierto es que se trata de una mentira, y
si bien hunde sus raíces en el pasado, no es un pasado tan antiguo ni mucho
menos “fundacional” como pretende. Espiritualmente lo que hace es tomar algo
del pasado, darle una interpretación “moderna” e impregnar las enseñanzas con
“olor a moho” espiritual, tal como los aromatizantes artificiales que tenemos
hoy día. De hecho, el reino de las tinieblas tiene muchos de estos
“aromatizantes”, que percibimos por nuestro “olfato espiritual”.
El principal engaño siempre tiene que ver con
la antigüedad y esto se “engancha” en el razonamiento humano de que “la verdad
más pura está en el pasado y el paso del tiempo la desvirtuó”. Es un
razonamiento poderoso y tiene mucha base bíblica, pero EL ERROR fundamental
allí está en atribuir carácter “divino” al tiempo.
Nosotros no tenemos el mismo problema que los
gálatas porque tanto la revelación del Antiguo Testamento como la del Nuevo
están en un pasado lo suficientemente lejano como para que ambas sean “viejas”,
pero para ellos la revelación más perfecta de Jesucristo era demasiado nueva.
Entonces Pablo tiene que mostrar que el principio de la gracia era más antiguo
que la Ley de Moisés, que los judaizantes pretendían reimplantar, aunque en
realidad tampoco era tal.
Pablo va más atrás de Moisés hacia el padre
propiamente dicho de Israel: Abraham. No hay
nadie más atrás que él en la historia de su formación. Entonces, los
principios que se le apliquen necesariamente valdrán para sus descendientes. Lo
que está haciendo el apóstol aquí es tomar el mismo pretendido argumento de
antigüedad de los judaizantes religiosos y llevarlo más atrás aún, y es una
estrategia poderosa: Chan Kei Thong investiga la antigua historia China y
encuentra el testimonio que Dios ha dejado a lo largo de la historia del país
es su libro “Faith of Our Fathers”; Joseph Seiss, en 1.882, encuentra que en
realidad el zodíaco fue la “primera” profecía, corrompida después por los
paganos, que Dios dejó escrita en los cielos sobre la obra de Cristo;
normalmente cuando se rastrean los mitos hacia atrás en el tiempo se encuentra
un monoteísmo antiguo que fue reemplazado luego por el politeísmo. Por otro
lado, es frecuente que algunos católicos usen como apología el hecho de que su
iglesia viene desde el principio del cristianismo cuando en realidad lo que
hubo fue un proceso de cambio gradual que alrededor del siglo V dio origen propiamente
a la iglesia católica, aunque sus prácticas y doctrinas han sufrido
modificaciones periódicas.
Pablo va al mismo principio de la historia de
Israel, que estaba siendo exaltado por los judaizantes, y descubre que Abraham
fue justificado por su fe y no por sus obras. Conocemos el relato, podemos ver
cómo su fe se perfeccionó a través del tiempo y de las pruebas a las que Dios
lo sometió. Es evidente que Dios trabajó con la fe de Abraham y que las “obras”
que le pidió tuvieron que ver con esa fe, es decir, eran obras que demostraban
la fe pero sin valor por sí mismas.
Los judaizantes, sin embargo, se “olvidaban”
de Abraham. Y eso hace el Espíritu de la Religión: es selectivo respecto de lo
que va a tomar de la historia, pero no cuenta “toda” la historia.
Gálatas 3:8-9 RVC
8 Y la Escritura, al prever que Dios habría
de justificar por la fe a los no judíos, dio de antemano la buena nueva a
Abrahán, cuando dijo: «En ti serán benditas todas las naciones.»
9 De modo que los de la fe son bendecidos con
el creyente Abrahán.
La interpretación de este pasaje puede quedar
en la duda; su significado primario es claro: algo pasaría con Abraham que
haría que todas las naciones fueran bendecidas, ¿pero qué? Probablemente
Abraham no podía tener la clara visión de lo que eso significaba en el momento
de escucharlo, aunque sin duda que ahora en el cielo, cuatro mil años después
de esas palabras, lo está pudiendo ver en una dimensión que jamás hubiera
podido imaginar. Lo cierto es que la historia de Abraham, los patriarcas y la
nación de Israel después, difícilmente hubieran hecho honor a esa promesa.
¿Qué es lo que podían ver los gálatas? Los
patriarcas pudieron ser de bendición para algunos pueblos de alrededor, Israel
más bien se ocupó de sus propios asuntos y de hecho exterminó a varios pueblos
de su territorio, no fueron muchas las veces en que compartió sus bendiciones
voluntariamente con otros pueblos. Evidentemente, ahí no estaba el cumplimiento
de la promesa. No había otro sino Jesucristo en quien esas palabras pudieran
alcanzar su verdadero significado. Y si todas las naciones iban a ser benditas,
eso no podía ser por la Ley dada a Israel porque era, precisamente, la Ley de
ese pueblo, aunque sus principios sean universales y eternos.
Para poder ser quien fue, es decir, para
poder dar origen al linaje que recibiría las Palabras del Eterno y del cual
nacería el Mesías, Abraham tuvo que desarrollar la fe; no vemos obras de “la
Ley” en él (no porque no las hubiera hecho, sino porque no es ese el enfoque que
tuvo Dios).
Hebreos 11:6 RVC
6 Sin fe es imposible agradar a Dios, porque
es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe
recompensar a quienes lo buscan.
Esto escribiría Pablo más adelante. Si Dios
no se hubiera agradado de Abraham, no hubiera dado inicio al linaje santo. Dios
no se agradó de Esaú y el pueblo elegido no vino de su línea. Dios no se agradó
de Saúl y su linaje fue cortado del reino, el Mesías no vino por ahí. Dios no
se agradó de Elí y su linaje fue quitado finalmente del sacerdocio, Juan el
Bautista, el precursor del Mesías, no vino por allí.
Gálatas 3:9 RVC
9 De modo que los de la fe son bendecidos con
el creyente Abrahán.
La fe, antes que la Ley, es el verdadero
fundamento del Pueblo de Dios. Israel no lo tuvo en claro siempre, o al menos,
no todos ellos. Una lectura “superficial” de la Ley, con todos sus escritos y
complejo sistema, olvidaba los “pocos” capítulos destinados a Abraham. “Pocos”
sí, pero fundamentalísimos.
El engaño del Espíritu de la Religión, hoy y
siempre, es el mismo: pretender arraigarse en el pasado más lejano y “puro”
cuando en realidad no es así, y, por supuesto, volver borrosa la fe. Ya dijimos
que la fe es siempre un asunto difícil para el alma por muchas razones, por lo
que suele preferir cualquier camino que no requiera fe, aunque dicho camino sea
en realidad mucho más tortuoso, difícil y a la larga, imposible de recorrer
(porque de hecho solo Uno pudo hacerlo).
Los judaizantes no han “muerto”, simplemente
cambiaron sus vestidos: la iglesia católica ejerce su influencia ecuménica
sobre los cristianos ignorantes y los falsos pastores ávidos de dinero y poder,
“volver al evangelio primitivo” es una frase que esconde a veces un formato de
iglesia evangélica o protestante de siglos pasados que es inefectivo hoy y que
desconoce todo lo que el Espíritu ha estado haciendo en las últimas décadas,
“las raíces hebreas de la fe” puede ofrecer una enseñanza muy valiosa pero
también esconde a los mismos judaizantes de la época de Pablo. Pero no tenemos
que ir demasiado lejos ni buscar demonios “afuera”, yo mismo he observado como
iglesias evangélicas que nacen con el fuego del Espíritu al cabo de unas pocas
décadas de vida empiezan a vivir de las “glorias pasadas” y procuran mantener
viva una “tradición”… que no tiene más de 20 o 30 años, cuando mucho.
Mientras estemos en esta Tierra el alma
tratará de volver a alguna forma de religión, eso es inevitable, siempre será
así en el estado actual de la humanidad. Por lo tanto, siempre necesitaremos
las palabras de la Biblia que nos adviertan sobre eso, y siempre necesitaremos
que nuestra alma se someta al espíritu, y éste, al Espíritu.
¡Señor, a Tu Gracia nos entregamos!
Danilo Sorti
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