domingo, 4 de febrero de 2018

398. El Espíritu de la Religión y su engaño de “antigüedad”: ¡la gracia es mucho más vieja!

Gálatas 3:6-7 RVC
6 Así Abrahán creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
7 Sepan, por tanto, que los que son de la fe son hijos de Abrahán.

En un artículo anterior analizamos que uno de los argumentos favoritos del Espíritu de Religión es apelar a la “antigüedad” de sus postulados, hacerle creer a la gente que lo que dice es “la forma más vieja y pura de fe” y que esa cuestión de la gracia es en realidad algo nuevo, ni que hablar cuando hay algún movimiento de renovación que pretende recuperar una doctrina.

Lo cierto es que se trata de una mentira, y si bien hunde sus raíces en el pasado, no es un pasado tan antiguo ni mucho menos “fundacional” como pretende. Espiritualmente lo que hace es tomar algo del pasado, darle una interpretación “moderna” e impregnar las enseñanzas con “olor a moho” espiritual, tal como los aromatizantes artificiales que tenemos hoy día. De hecho, el reino de las tinieblas tiene muchos de estos “aromatizantes”, que percibimos por nuestro “olfato espiritual”.

El principal engaño siempre tiene que ver con la antigüedad y esto se “engancha” en el razonamiento humano de que “la verdad más pura está en el pasado y el paso del tiempo la desvirtuó”. Es un razonamiento poderoso y tiene mucha base bíblica, pero EL ERROR fundamental allí está en atribuir carácter “divino” al tiempo.

Nosotros no tenemos el mismo problema que los gálatas porque tanto la revelación del Antiguo Testamento como la del Nuevo están en un pasado lo suficientemente lejano como para que ambas sean “viejas”, pero para ellos la revelación más perfecta de Jesucristo era demasiado nueva. Entonces Pablo tiene que mostrar que el principio de la gracia era más antiguo que la Ley de Moisés, que los judaizantes pretendían reimplantar, aunque en realidad tampoco era tal.

Pablo va más atrás de Moisés hacia el padre propiamente dicho de Israel: Abraham. No hay  nadie más atrás que él en la historia de su formación. Entonces, los principios que se le apliquen necesariamente valdrán para sus descendientes. Lo que está haciendo el apóstol aquí es tomar el mismo pretendido argumento de antigüedad de los judaizantes religiosos y llevarlo más atrás aún, y es una estrategia poderosa: Chan Kei Thong investiga la antigua historia China y encuentra el testimonio que Dios ha dejado a lo largo de la historia del país es su libro “Faith of Our Fathers”; Joseph Seiss, en 1.882, encuentra que en realidad el zodíaco fue la “primera” profecía, corrompida después por los paganos, que Dios dejó escrita en los cielos sobre la obra de Cristo; normalmente cuando se rastrean los mitos hacia atrás en el tiempo se encuentra un monoteísmo antiguo que fue reemplazado luego por el politeísmo. Por otro lado, es frecuente que algunos católicos usen como apología el hecho de que su iglesia viene desde el principio del cristianismo cuando en realidad lo que hubo fue un proceso de cambio gradual que alrededor del siglo V dio origen propiamente a la iglesia católica, aunque sus prácticas y doctrinas han sufrido modificaciones periódicas.

Pablo va al mismo principio de la historia de Israel, que estaba siendo exaltado por los judaizantes, y descubre que Abraham fue justificado por su fe y no por sus obras. Conocemos el relato, podemos ver cómo su fe se perfeccionó a través del tiempo y de las pruebas a las que Dios lo sometió. Es evidente que Dios trabajó con la fe de Abraham y que las “obras” que le pidió tuvieron que ver con esa fe, es decir, eran obras que demostraban la fe pero sin valor por sí mismas.

Los judaizantes, sin embargo, se “olvidaban” de Abraham. Y eso hace el Espíritu de la Religión: es selectivo respecto de lo que va a tomar de la historia, pero no cuenta “toda” la historia.

Gálatas 3:8-9 RVC
8 Y la Escritura, al prever que Dios habría de justificar por la fe a los no judíos, dio de antemano la buena nueva a Abrahán, cuando dijo: «En ti serán benditas todas las naciones.»
9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abrahán.

La interpretación de este pasaje puede quedar en la duda; su significado primario es claro: algo pasaría con Abraham que haría que todas las naciones fueran bendecidas, ¿pero qué? Probablemente Abraham no podía tener la clara visión de lo que eso significaba en el momento de escucharlo, aunque sin duda que ahora en el cielo, cuatro mil años después de esas palabras, lo está pudiendo ver en una dimensión que jamás hubiera podido imaginar. Lo cierto es que la historia de Abraham, los patriarcas y la nación de Israel después, difícilmente hubieran hecho honor a esa promesa.

¿Qué es lo que podían ver los gálatas? Los patriarcas pudieron ser de bendición para algunos pueblos de alrededor, Israel más bien se ocupó de sus propios asuntos y de hecho exterminó a varios pueblos de su territorio, no fueron muchas las veces en que compartió sus bendiciones voluntariamente con otros pueblos. Evidentemente, ahí no estaba el cumplimiento de la promesa. No había otro sino Jesucristo en quien esas palabras pudieran alcanzar su verdadero significado. Y si todas las naciones iban a ser benditas, eso no podía ser por la Ley dada a Israel porque era, precisamente, la Ley de ese pueblo, aunque sus principios sean universales y eternos.

Para poder ser quien fue, es decir, para poder dar origen al linaje que recibiría las Palabras del Eterno y del cual nacería el Mesías, Abraham tuvo que desarrollar la fe; no vemos obras de “la Ley” en él (no porque no las hubiera hecho, sino porque no es ese el enfoque que tuvo Dios).

Hebreos 11:6 RVC
6 Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan.

Esto escribiría Pablo más adelante. Si Dios no se hubiera agradado de Abraham, no hubiera dado inicio al linaje santo. Dios no se agradó de Esaú y el pueblo elegido no vino de su línea. Dios no se agradó de Saúl y su linaje fue cortado del reino, el Mesías no vino por ahí. Dios no se agradó de Elí y su linaje fue quitado finalmente del sacerdocio, Juan el Bautista, el precursor del Mesías, no vino por allí.

Gálatas 3:9 RVC
9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abrahán.

La fe, antes que la Ley, es el verdadero fundamento del Pueblo de Dios. Israel no lo tuvo en claro siempre, o al menos, no todos ellos. Una lectura “superficial” de la Ley, con todos sus escritos y complejo sistema, olvidaba los “pocos” capítulos destinados a Abraham. “Pocos” sí, pero fundamentalísimos.

El engaño del Espíritu de la Religión, hoy y siempre, es el mismo: pretender arraigarse en el pasado más lejano y “puro” cuando en realidad no es así, y, por supuesto, volver borrosa la fe. Ya dijimos que la fe es siempre un asunto difícil para el alma por muchas razones, por lo que suele preferir cualquier camino que no requiera fe, aunque dicho camino sea en realidad mucho más tortuoso, difícil y a la larga, imposible de recorrer (porque de hecho solo Uno pudo hacerlo).

Los judaizantes no han “muerto”, simplemente cambiaron sus vestidos: la iglesia católica ejerce su influencia ecuménica sobre los cristianos ignorantes y los falsos pastores ávidos de dinero y poder, “volver al evangelio primitivo” es una frase que esconde a veces un formato de iglesia evangélica o protestante de siglos pasados que es inefectivo hoy y que desconoce todo lo que el Espíritu ha estado haciendo en las últimas décadas, “las raíces hebreas de la fe” puede ofrecer una enseñanza muy valiosa pero también esconde a los mismos judaizantes de la época de Pablo. Pero no tenemos que ir demasiado lejos ni buscar demonios “afuera”, yo mismo he observado como iglesias evangélicas que nacen con el fuego del Espíritu al cabo de unas pocas décadas de vida empiezan a vivir de las “glorias pasadas” y procuran mantener viva una “tradición”… que no tiene más de 20 o 30 años, cuando mucho.

Mientras estemos en esta Tierra el alma tratará de volver a alguna forma de religión, eso es inevitable, siempre será así en el estado actual de la humanidad. Por lo tanto, siempre necesitaremos las palabras de la Biblia que nos adviertan sobre eso, y siempre necesitaremos que nuestra alma se someta al espíritu, y éste, al Espíritu.

¡Señor, a Tu Gracia nos entregamos!



Danilo Sorti




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