Gálatas 1:10-24 RVC
10 ¿Busco acaso el favor de la gente, o el
favor de Dios? ¿O trato acaso de agradar a la gente? ¡Si todavía buscara yo
agradar a la gente, no sería siervo de Cristo!
11 Pero les hago saber, hermanos, que el evangelio
anunciado por mí no sigue criterios humanos,
12 pues yo no lo recibí ni lo aprendí de
nadie, sino que Jesucristo me lo reveló.
13 Porque ya han oído ustedes hablar de cuál
era mi conducta antes, en el judaísmo, cuando perseguía y asolaba sobremanera a
la iglesia de Dios.
14 En el judaísmo, yo aventajaba en mi nación
a muchos de mis contemporáneos, y era mucho más celoso de las tradiciones de
mis padres.
15 Pero Dios me apartó desde el vientre de mi
madre y me llamó por su gracia, y cuando a él le agradó
16 revelar a su Hijo en mí para que yo lo
anunciara entre los no judíos, no me apresuré a consultar a nadie,
17 ni subí a Jerusalén para hablar con los
que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a
Damasco.
18 Después, pasados tres años, subí a
Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días;
19 pero no vi a ningún otro apóstol, sino a
Jacobo el hermano del Señor.
20 En esto que les escribo, pueden ver
delante de Dios que no miento.
21 Después fui a las regiones de Siria y de
Cilicia,
22 y las iglesias de Judea, que eran en
Cristo, no me conocían ni me habían visto;
23 solamente habían oído decir: «Aquel que
antes nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo buscaba destruir.»
24 Y glorificaban a Dios en mí.
Gálatas es probablemente el segundo libro
escrito del Nuevo Testamento (49 – 50 d.C.) y el primero de los que redactó
Pablo. A uno le gustaría encontrar una exposición sobre el amor de Dios o la fe
o las doctrinas básicas del cristianismo, pero en cambio tenemos una dura
confrontación. Es lógico si nos ubicamos en la historia y en quién era Pablo;
Saulo de Tarso venía del mismo corazón de la Religión y recibe los duros
cuestionamientos de ese mismo espíritu que ahora se estaba manifestando entre el
Pueblo de Dios, a través de los falsos maestros. Otro escenario, otra fe, otras
personas pero el mismo espíritu persiguiendo al que antes había sido uno de sus
más fieles siervos.
“¿Busco acaso el favor de la gente…?” Aunque
la Religión es en última instancia un espíritu que inspira o domina todas las
estructuras de error, desde las más sutiles desviaciones cristianas hasta las
más aberrantes idolatrías paganas, difícilmente podría hacer algo si se
manejara totalmente por afuera de los intereses del hombre caído. Cuando
hablamos de Leviatán vimos que en realidad representa todo lo que el ser humano
está llamado a ser, “solo” que sin Dios. Pasa algo parecido con la Religión:
todos tenemos en “gen religioso” y se manifiesta de muy diversas maneras, aún
muchos de los sistemas ateos de creencias en realidad tienen formas y
sentimientos cuasi religiosos. Entonces, si todos los seres humanos son
“religiosos por naturaleza”, ¡pues démosle una religión que a ellos les guste!
Es decir, NO lo que Dios exige. Aquí es donde la “religión” se transforma en
algo “muy humano” y muchos fallan en reconocer las fortalezas espirituales que
están por detrás.
Entre paréntesis, se ha visto que los
chimpancés acumulan piedras en torno a algunos árboles, conducta que no tiene
ninguna explicación funcional pero que es similar a las prácticas religiosas de
algunos pueblos que viven en la misma zona: poner piedras en torno a árboles
sagrados, y que nos hace pensar en el rol que cumplían los árboles en la
adoración de los primeros patriarcas tal como podemos leer en Génesis. Sí,
tenemos el “gen religioso”.
Volviendo al tema, esta forma de religión que
inspira el Espíritu de la Religión es necesariamente algo que el “hombre común”
puede aceptar y practicar. No necesariamente una religión popular, como se
evidencia en la santería, puede ser algo mucho más sofisticado pero que en
esencia está fuera de la gracia de Dios, es decir, algo realizable por los
propios esfuerzos humanos, algo que alimenta al “leviatancito” dentro de
nosotros, algo que nos hace sentir bien y que puede ser reconocido como
“práctica religiosa”, pero que no tiene que ver con el Evangelio de la Gracia.
“¿Busco acaso el favor de la gente…?”
Cualquier forma de religión NECESITA quedar bien con la gente, necesita agradar
al corazón del hombre y la mujer. De ahí vienen los shows religiosos, o los
esfuerzos sacrificados para manipular a la deidad, o mucho más sutil, las
predicaciones y los mensajes muy elocuentes y con palabras muy lindas e incluso
muy bíblicas pero que no confrontan al pecado de nuestro corazón y no traen la
gracia de Dios que sobrepasa todo entendimiento.
Sin embargo, la confrontación que narra Pablo
es más bien de otro tipo, se trata de una confrontación de autoridades. Hoy,
entre las iglesias evangélicas, tomaría la forma de: “¿quién es tu cobertura?”
Usando una palabra que no podemos ver en la Biblia y que en realidad tiene más
que ver con una “cobertura” de tinieblas antes que con “cielos abiertos” para
ver la gloria de Dios.
Pablo no era un “loco suelto”, uno de los
tantos rebeldes que andan por ahí predicando “su” propio evangelio,
enorgullecidos de “sus” propias revelaciones, y aclaremos que algunos de esos
rebeldes tienen iglesias muy grandes. Pablo no está defendiendo un Evangelio
inventado por él, simplemente está aclarando que su Evangelio se fundamenta en
Cristo.
Ahora bien, ¿cómo puedo afirmar eso? Según
los criterios humanos que han seguido desde la época de Pablo hasta el día de
hoy, el Evangelio que enseña Tal o Cual, la iglesia que ese Tal o Cual ha
establecido, son genuinos SOLAMENTE si vienen de una línea doctrinal o
histórica o teológica ya establecida, o si fueron ordenados de determinada
forma o algún rito por el estilo. Yo no quiero negar el relativo valor de esas
cosas, pero nada de eso tiene que ver con el Verdadero Evangelio cuyo
fundamento está en la Palabra Escrita y que solo se puede reconocer
confrontándolo con ella. Resulta muy fácil y cómodo decir: la iglesia de Fulano
es verdadera porque viene de la denominación Tal, que es verdadera, y con esto
ya está, ¡nos evitamos la necesidad de discernir y confrontar con el modelo
bíblico!
En la época de los doce apóstoles, era muy
fácil saber cuál era la “única” línea genuina, ¡la de los doce!... si es que
uno olvidaba las palabras que dijo Jesús cuando estaba cerca ya de dejar el
ministerio en manos de Sus discípulos:
Lucas 9:49-50 RVC
49 Entonces Juan le dijo: «Maestro, hemos
visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, pero se lo prohibimos, porque
no anda con nosotros.»
50 Jesús le dijo: «No se lo prohíban, porque
el que no está contra nosotros, está a favor de nosotros.»
Pablo no venía de allí, su proceso había sido
muy distinto y aparte de los apóstoles originales. Buscar el favor de la gente,
más específicamente, de la iglesia naciente, hubiera significado para Pablo
acercarse a los doce y ponerse “bajo su cobertura”: hacer el proceso de
discipulado y formación de líderes con ellos, servirlos en el ministerio y
luego de unos cuantos años, quizás, comenzar a predicar solo en alguna de las
iglesias de Judea. Esto es exactamente lo que cualquier pastor hoy pediría a un
nuevo convertido, y no está mal en sí mismo, solo que de ninguna manera puede
considerarse como EL ÚNICO camino posible al ministerio cristiano. Cuando una
iglesia establece este proceso o algo parecido como el único acceso al
ministerio ESTÁ BAJO COBERTURA DEL ESPÍRITU DE RELIGIÓN, por más “sana
doctrina” que tengan.
Pablo siguió otro camino, y no porque el
“camino” de los apóstoles fuera antibíblico, ¡Jesús mismo lo había determinado!
¡El Espíritu bendijo grandemente el ministerio de los doce! ¡Ellos fueron el
primer cimiento de la Iglesia por encima de la Piedra Fundamental! En este
sentido, Pablo no acusó a los apóstoles de haberse “desviado” del modelo
original ni de estar corruptos o equivocados, simplemente expuso que el Señor
lo llevó a él por otro camino.
Pablo expone que su Evangelio lo aprendió
directamente de Jesucristo a través de revelación. Esa revelación fue
completada en la Palabra Escrita (lo cual no quita para nada la necesidad del
ministerio profético en la actualidad) y hoy el que quisiera decir lo mismo
debería remitirse a esa Palabra: de allí, no de un seminario, no de un
ministerio, no de un famoso apóstol o pastor contemporáneo, con todo lo bueno
(o no) que eso pueda ser.
Pablo conocía perfectamente las formas
religiosas tal como podemos leer en los versículos 13 y 14, él sabía
perfectamente como ser políticamente correcto, como cuidar las formas y no
hacer que ninguna autoridad religiosa se sintiera mal, sabía como hablar las
palabras correctas en el momento correcto, ¡lo había aprendido desde su
infancia! Sin embargo, hizo exactamente lo contrario: mientras en el judaísmo
las enseñanzas se transmitían de hombre a hombre y los rabinos citaban a otro
rabino que a su vez citaba a otro rabino que a su vez citaba a otro rabino y
así sucesivamente, Pablo no se refirió a la enseñanza de ningún apóstol, sino a
las palabras de Jesucristo.
Hoy vemos en muchas iglesias como los
miembros citan las palabras del pastor y cualquiera que SOLAMENTE se refiera a
la Biblia es visto como una especie de rebelde o desubicado. ESO ES RELIGIÓN.
Cuando Pablo recibió el llamado no fue
enseguida al Seminario Internacional Apostólico y Profético de los Postreros
Días en Jerusalén, sino más bien lo contrario, ¡al desierto! Y después a una
ciudad populosa a comenzar su ministerio solo. Es decir, se fue a buscar a Dios
en la soledad, sin ningún hombre entremedio, y por eso recibió un ministerio
distinto al que recibieron los Doce.
Pablo tiene un encuentro con los apóstoles y
expone su Evangelio, que resultó ser igual al de ellos, pero en su temprano
ministerio se desarrolló independientemente de los hombres… no del Señor. Y los
resultados pronto se hicieron claramente visibles: “Y glorificaban a Dios en
mí.”
Estas palabras de Pablo han sido base para
muchos rebeldes que quieren predicar su propio evangelio, que quieren hacer sus
propios negocios con la iglesia. Esos rebeldes, cuando llegan a tener cierta
posición y reconocimiento son los primeros en afirmar su autoridad y estorbar a
cualquiera que quiera salir “por su cuenta”.
Pablo pudo afirmar con toda autoridad que
predicaba el Evangelio que Jesucristo mismo le había transmitido porque así
era. No cualquiera puede decir eso, no cualquiera puede seguir el camino de
Pablo, pero su recorrido nos advierte seriamente contra poner requisitos no
bíblicos para el ministerio y, por sobre todo, en contra de la práctica
habitual de la “cobertura” y de seguir la línea ministerial de algún hombre o
mujer.
¡Gloria a Dios por lo que el Señor
genuinamente está haciendo con Sus siervos! Tenemos hoy ministros que están
impactando las naciones, hay profetas y apóstoles (verdaderos) que están
extendiendo el Reino de los Cielos con valor. Pero pretender imitar a
cualquiera de ellos, por más consagrado y ungido que sea, puede ser la puerta
de entrada al Espíritu de la Religión. A lo mejor Dios te da una “pequeña”
parcela de terreno para conquistar, y necesita que seas original en esa pequeña
parcela, no igual a esos grandes profetas de Dios que recorren las naciones.
¿Cuál es el problema? No creo que Pablo hubiera sido plenamente consciente del
peso que tendrían sus palabras en la historia del cristianismo, ni de que sería
considerado el “arquitecto” de la Iglesia; es más, al tiempo de su muerte las
iglesias que había fundado estaban desviándose de la verdad y se encontraba
solo en la cárcel esperando la ejecución. ¿Hubiera podido imaginar el peso de
sus escritos? Pero dado que Pablo se mantuvo fiel en ser original, desarrolló
un ministerio hacia los no judíos que prosperó por casi dos mil años, extendió
la gracia de Dios a miles de millones de personas en la historia y, al final,
permitió que en estos últimos tiempos los judíos volvieran a escuchar el
Evangelio que primero les fuera predicado de boca de los gentiles. Todo eso
porque se mantuvo original y no cedió al muy sutil engaño del Espíritu de la
Religión.
¡Señor, líbranos de las sutilezas de la
Religión!
Danilo Sorti
Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario