domingo, 4 de febrero de 2018

393. El Espíritu de la Religión y el celo por la sana doctrina: ¿mientras más antiguo, mejor?

Gálatas 1:6-9 RVC
6 Me asombra que tan pronto se hayan alejado ustedes del que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.
7 No que haya otro evangelio, sino que hay algunos que los perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
8 Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anuncia otro evangelio diferente del que les hemos anunciado, quede bajo maldición.
9 Como antes lo hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno les predica un evangelio diferente del que han recibido, quede bajo maldición.

Cuando entendemos al Espíritu de la Religión como Babilonia, la Gran Ramera, Jezabel, la Reina del Cielo, etcétera; se nos pierde de vista que una de sus facetas es mucho más sutil e inocente, tan “parecida” que es facilísimo caer en su engaño.

El “celo por la sana doctrina” en sus diversas formas, o “recuperar el cristianismo primitivo” o “recuperar las raíces hebreas” son todas expresiones válidas en sí mismas y que de verdad deberíamos considerar, pero son también la puerta de entrada para una forma de Religión “conservadora”, y muchos que empiezan por esos caminos legítimos terminan en esa trampa.

Ahora bien, es claro que somos llamados a mantener las Palabras de Dios sin corrupción: “Si alguno les predica un evangelio diferente del que han recibido, quede bajo maldición.” Y esto no es nuevo.

Deuteronomio 13:1-4 RVC
1 »Cuando en medio de ti surja algún profeta, o soñador visionario, y te anuncie señales o prodigios,
2 si acaso se cumple la señal o el prodigio anunciado y él te dice: “Vayamos en pos de dioses ajenos, que tú no conoces, y sirvámosles”,
3 no prestes oído a las palabras de tal profeta o soñador visionario. Seguramente el Señor su Dios los está poniendo a prueba, para ver si ustedes aman al Señor su Dios con todo su corazón y con toda su alma.
4 Ustedes deben ir en pos del Señor su Dios, y temerlo sólo a él. Deben cumplir sus mandamientos y atender su voz. Sólo a él deben servir; sólo a él deben seguir.

Josué 1:7-8 RVC
7 Pero tienes qué esforzarte y ser muy valiente. Pon mucho cuidado y actúa de acuerdo con las leyes que te dio mi siervo Moisés. Nunca te apartes de ellas, ni a la derecha ni a la izquierda, y así tendrás éxito en todo lo que emprendas.
8 Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien.

Mateo 5:17 DHH
17 “No crean ustedes que yo he venido a suprimir la ley o los profetas; no he venido a ponerles fin, sino a darles su pleno valor.

2 Juan 1:9 RVC
9 Cualquiera que se extravía, y que no persevera en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios, pero el que persevera en la enseñanza de Cristo sí tiene al Padre y al Hijo.

El mandato a mantenerse fieles a la Palabra de Dios comienza en Génesis 2 y corre a lo largo de toda la Biblia hasta la ÚLTIMA EXHORTACIÓN escrita:

Apocalipsis 22:18-19 RVC
18 Yo le advierto a todo aquel que oiga las palabras proféticas de este libro, que a quien añada algo a estas cosas, Dios le añadirá las plagas que están descritas en este libro.
19 Y a quien quite algo de las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida, y de la santa ciudad y de lo que está descrito en este libro.

Cuidar las Palabras de Dios, tal como fueron dadas, es un asunto vital. ¡No podemos descuidar la advertencia contra deslizarnos! ¿Deslizarnos hacia dónde?

En la advertencia que Pablo dirige a los Gálatas es claro: ellos habían recibido la doctrina verdadera y se habían desviado rápidamente en una forma de religiosidad alejada de la gracia. No podemos cuestionar esa exhortación apostólica. Pero, ¿cómo aplicamos eso nosotros?

La mayoría de los celosos de la sana doctrina (aunque normalmente no de la “sana práctica” de esa misma doctrina) asumen que la forma correcta de doctrina es la que recibieron de sus primeros maestros, o alguna forma antigua de la misma que deben recuperar, o la enseñanza de sus nuevos maestros que dicen tener el formato más viejo y puro de doctrina. En todo caso, la “vejez” es casi sinónimo de veracidad.

El razonamiento es muy simplista: si la Biblia es vieja y es verdad, la exposición de los maestros más viejos será lo “más cercano” a la verdad que tengamos. Es decir, “cercano en el tiempo” se hace equivalente a “cercano en la verdad”. ¡Pero las herejías y desviaciones doctrinales aparecieron exactamente al mismo tiempo en que se estaba escribiendo la Biblia! Mejor dicho, buena parte de lo que se escribió en el Nuevo Testamento se hizo precisamente para refutar las falsas doctrinas que estaban apareciendo, con lo que muchos (si no todos) los escritos son posteriores en su confección a la aparición del error.

La Biblia es vieja para nosotros y es verdad, porque ha pasado duras pruebas y análisis a lo largo de todo el proceso de escritura y después; y Dios mismo dio testimonio de ella. Pero también las herejías y las mentiras son muy viejas, de hecho algunas más viejas que el relato bíblico que tenemos, aunque no más viejas que la primera revelación de Dios hacia los hombres.

Este principio de “antigüedad = veracidad” es prácticamente innato a los hombres; hay razones históricas y hasta genéticas para que sea así. Genéticamente los mamíferos estamos preparados para prestar atención y hacer caso a nuestros progenitores, porque nacemos con muchos menos instintos que el resto de los animales, y los seres humanos somos los que menos tenemos. Si no estuviéramos preparados “de fábrica” para hacer caso a nuestros padres hacer rato ya que la especie habría desaparecido de la faz de la Tierra. Esta tendencia innata, genética, en nosotros es lo que aprovecha el Espíritu de Religión para entramparnos.

Aunque la Biblia no es más vieja que los registros más viejos de la historia de la humanidad, a medida que avanzan los estudios arqueológicos e históricos nos encontramos con que “más atrás” de los mitos y leyendas asoma, como entre brumas, un relato consistente en las distintas civilizaciones y para nada sorprendentemente parecido a lo que leemos en la Palabra; incluso el zodíaco, en su relato más antiguo, es una profecía “escrita” en los cielos de la obra de Cristo, pasada, presente y futura, con mucho detalle. ¡Dios estuvo allí desde antes! ¡Sí, lo más viejo es la verdad! Pero lo que nosotros conocemos y nos enseñaron como “viejo”, ¿es lo más viejo?

Lo “antiguo” no necesariamente es verdadero, o no al menos no en todos sus detalles, o no totalmente completo. Lo “antiguo” también tuvo errores; ya dijimos que las herejías cristianas nacieron ANTES de que se escribieran los libros del Nuevo Testamento, y Gálatas nos lo demuestra: Pablo dicta la carta para corregir a las iglesias de Galacia. Uno de los primeros libros escritos de todo el Nuevo Testamento fue 1 Tesalonicenses, y allí ya encontramos unos cuantos errores que trata de corregir. Todas las epístolas fueron escritas para corregir herejías o traer claridad sobre determinadas enseñanzas. Lucas empieza su obra del Evangelio, y su continuación Hechos, diciendo:

Lucas 1:1-4 RVC
1 Excelentísimo Teófilo: Muchos han tratado ya de relatar en forma ordenada la historia de los sucesos que ciertamente se han cumplido entre nosotros,
2 tal y como nos los enseñaron quienes desde el principio fueron testigos presenciales y ministros de la palabra.
3 Después de haber investigado todo con sumo cuidado desde su origen, me ha parecido una buena idea escribírtelas por orden,
4 para que llegues a conocer bien la verdad de lo que se te ha enseñado.

En otras palabras esto quiere decir que para ese entonces ya había unos cuantos Evangelios no muy correctos circulando por ahí.

¡Hermanos! ¿Cómo la “antigüedad” puede ser garantía absoluta de veracidad? Aquellos primeros cristianos que tenían la predicación de los apóstoles legítimamente ungidos por el Cordero podían confrontar la predicación de los nuevos maestros que estaban apareciendo y “volver hacia atrás”, a las enseñanzas de los primeros predicadores. Pero nosotros estamos muy lejos de ellos, y lo que hay “hacia atrás” es un camino de 2.000 años REPLETO de errores y desviaciones, y cualquiera que pretenda llegar al “cristianismo primitivo” o más atrás incluso, “las raíces hebreas” en realidad ha sido criado ya en una forma de cristianismo errada, con parámetros de interpretación errados, y no puede asegurar que sólo por la “antigüedad” de sus fuentes tendrá la verdad.

El celo por la sana doctrina es totalmente válido, pero la búsqueda “hacia atrás” es un camino que en la práctica ha conducido frecuentemente al error. Ahora bien, ¿debemos entonces olvidarnos de todo lo pasado y construir algo radicalmente nuevo?

Jeremías 6:16-17 RVC
16 Así ha dicho el Señor: «Deténganse en los caminos y pregunten por los senderos de otros tiempos; miren bien cuál es el buen camino, y vayan por él. Así hallarán ustedes el descanso necesario. Pero ustedes dijeron: “No iremos por allí.”
17 También les puse vigilantes que les advirtieran: “Presten atención al sonido de la trompeta.” Pero ustedes dijeron: “No vamos a prestar atención.”

Israel era en ese entonces una nación con siglos de pecados y desviaciones, y para el tiempo de Jeremías estaba ya profundamente hundida en el error. Pero había un pasado al que debían volver, solo que estaba mucho más atrás; “deténganse”, “pregunten”, es un trabajo de reconstrucción, es el “pasado” sí, pero no cualquier pasado, el pasado en donde Dios estaba con Su pueblo y no había personas ya de ese entonces, solo las Escrituras como testimonio de ese tiempo.

¡Y llegamos al verdadero pasado hacia donde debemos mirar! La Palabra de Dios. No hay otra autoridad superior, allí está la verdadera senda antigua y cualquier “retorno” válido debe ser a ESE modelo.

Pero ahora nos encontramos con una obviedad tan básica que se nos pasa por alto: si la nación de Israel en ese tiempo quería volverse a Dios, cosa que en realidad hizo varias décadas después, “volver a las sendas antiguas” iba a ser para ellos un “nuevo” camino, porque en los siglos anteriores, si miraban hacia atrás, casi lo único que podían encontrar era erro, y tan arraigado estaba eso en ellos que cualquier cambio hacia la “verdad del pasado” sería algo realmente “nuevo”. Por lo tanto, las sendas antiguas a las que ellos debían volver iba a ser un camino nuevo.

¿Complicado, no? Puede ser, pero el engaño religioso se caracteriza por ser enredado:

1 Timoteo 1:3-4 RVC
3 Cuando fui a Macedonia, te rogué que te quedaras en Éfeso para que mandaras a algunos que no enseñaran una doctrina diferente,
4 ni prestaran atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más que la edificación de Dios que es por la fe. Y ahora te encargo lo mismo.

Y es necesario “desenredar” la maraña.

Discutir sobre lo viejo o lo nuevo, buscar lo viejo por ser viejo o lo nuevo por ser nuevo es una trampa en sí mismo. Sólo es la Palabra de Dios avivada en cada generación por la voz del Espíritu que nos fue prometido la única autoridad válida. ESA ES la sana doctrina, ni los maestros viejos ni los nuevos con todo lo bueno que unos y otros puedan tener. El punto en el pasado hacia el cual tenemos que mirar es sólo la Biblia, y el punto de referencia que corrige cualquier error doctrinal, pasado, presente o futuro, es también la Biblia. Y nos ha sido prometido el Espíritu Santo a todos para que, con diligencia y corazón limpio, escudriñemos y discernamos la verdad.


Danilo Sorti




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