Gálatas 1:6-9 RVC
6 Me asombra que tan pronto se hayan alejado
ustedes del que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio
diferente.
7 No que haya otro evangelio, sino que hay
algunos que los perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
8 Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo,
les anuncia otro evangelio diferente del que les hemos anunciado, quede bajo
maldición.
9 Como antes lo hemos dicho, también ahora lo
repito: Si alguno les predica un evangelio diferente del que han recibido,
quede bajo maldición.
Cuando entendemos al Espíritu de la Religión
como Babilonia, la Gran Ramera, Jezabel, la Reina del Cielo, etcétera; se nos
pierde de vista que una de sus facetas es mucho más sutil e inocente, tan
“parecida” que es facilísimo caer en su engaño.
El “celo por la sana doctrina” en sus
diversas formas, o “recuperar el cristianismo primitivo” o “recuperar las
raíces hebreas” son todas expresiones válidas en sí mismas y que de verdad
deberíamos considerar, pero son también la puerta de entrada para una forma de
Religión “conservadora”, y muchos que empiezan por esos caminos legítimos
terminan en esa trampa.
Ahora bien, es claro que somos llamados a
mantener las Palabras de Dios sin corrupción: “Si alguno les predica un
evangelio diferente del que han recibido, quede bajo maldición.” Y esto no es
nuevo.
Deuteronomio 13:1-4 RVC
1 »Cuando en medio de ti surja algún profeta,
o soñador visionario, y te anuncie señales o prodigios,
2 si acaso se cumple la señal o el prodigio
anunciado y él te dice: “Vayamos en pos de dioses ajenos, que tú no conoces, y
sirvámosles”,
3 no prestes oído a las palabras de tal
profeta o soñador visionario. Seguramente el Señor su Dios los está poniendo a
prueba, para ver si ustedes aman al Señor su Dios con todo su corazón y con
toda su alma.
4 Ustedes deben ir en pos del Señor su Dios,
y temerlo sólo a él. Deben cumplir sus mandamientos y atender su voz. Sólo a él
deben servir; sólo a él deben seguir.
Josué 1:7-8 RVC
7 Pero tienes qué esforzarte y ser muy
valiente. Pon mucho cuidado y actúa de acuerdo con las leyes que te dio mi
siervo Moisés. Nunca te apartes de ellas, ni a la derecha ni a la izquierda, y
así tendrás éxito en todo lo que emprendas.
8 Procura que nunca se aparte de tus labios
este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de
acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y
todo te saldrá bien.
Mateo 5:17 DHH
17 “No crean ustedes que yo he venido a
suprimir la ley o los profetas; no he venido a ponerles fin, sino a darles su
pleno valor.
2 Juan 1:9 RVC
9 Cualquiera que se extravía, y que no
persevera en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios, pero el que persevera en
la enseñanza de Cristo sí tiene al Padre y al Hijo.
El mandato a mantenerse fieles a la Palabra
de Dios comienza en Génesis 2 y corre a lo largo de toda la Biblia hasta la
ÚLTIMA EXHORTACIÓN escrita:
Apocalipsis 22:18-19 RVC
18 Yo le advierto a todo aquel que oiga las
palabras proféticas de este libro, que a quien añada algo a estas cosas, Dios
le añadirá las plagas que están descritas en este libro.
19 Y a quien quite algo de las palabras de
este libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida, y de la
santa ciudad y de lo que está descrito en este libro.
Cuidar las Palabras de Dios, tal como fueron
dadas, es un asunto vital. ¡No podemos descuidar la advertencia contra
deslizarnos! ¿Deslizarnos hacia dónde?
En la advertencia que Pablo dirige a los
Gálatas es claro: ellos habían recibido la doctrina verdadera y se habían
desviado rápidamente en una forma de religiosidad alejada de la gracia. No
podemos cuestionar esa exhortación apostólica. Pero, ¿cómo aplicamos eso
nosotros?
La mayoría de los celosos de la sana doctrina
(aunque normalmente no de la “sana práctica” de esa misma doctrina) asumen que
la forma correcta de doctrina es la que recibieron de sus primeros maestros, o
alguna forma antigua de la misma que deben recuperar, o la enseñanza de sus
nuevos maestros que dicen tener el formato más viejo y puro de doctrina. En
todo caso, la “vejez” es casi sinónimo de veracidad.
El razonamiento es muy simplista: si la
Biblia es vieja y es verdad, la exposición de los maestros más viejos será lo
“más cercano” a la verdad que tengamos. Es decir, “cercano en el tiempo” se
hace equivalente a “cercano en la verdad”. ¡Pero las herejías y desviaciones
doctrinales aparecieron exactamente al mismo tiempo en que se estaba
escribiendo la Biblia! Mejor dicho, buena parte de lo que se escribió en el
Nuevo Testamento se hizo precisamente para refutar las falsas doctrinas que
estaban apareciendo, con lo que muchos (si no todos) los escritos son
posteriores en su confección a la aparición del error.
La Biblia es vieja para nosotros y es verdad,
porque ha pasado duras pruebas y análisis a lo largo de todo el proceso de
escritura y después; y Dios mismo dio testimonio de ella. Pero también las
herejías y las mentiras son muy viejas, de hecho algunas más viejas que el
relato bíblico que tenemos, aunque no más viejas que la primera revelación de
Dios hacia los hombres.
Este principio de “antigüedad = veracidad” es
prácticamente innato a los hombres; hay razones históricas y hasta genéticas
para que sea así. Genéticamente los mamíferos estamos preparados para prestar
atención y hacer caso a nuestros progenitores, porque nacemos con muchos menos
instintos que el resto de los animales, y los seres humanos somos los que menos
tenemos. Si no estuviéramos preparados “de fábrica” para hacer caso a nuestros
padres hacer rato ya que la especie habría desaparecido de la faz de la Tierra.
Esta tendencia innata, genética, en nosotros es lo que aprovecha el Espíritu de
Religión para entramparnos.
Aunque la Biblia no es más vieja que los
registros más viejos de la historia de la humanidad, a medida que avanzan los
estudios arqueológicos e históricos nos encontramos con que “más atrás” de los
mitos y leyendas asoma, como entre brumas, un relato consistente en las
distintas civilizaciones y para nada sorprendentemente parecido a lo que leemos
en la Palabra; incluso el zodíaco, en su relato más antiguo, es una profecía
“escrita” en los cielos de la obra de Cristo, pasada, presente y futura, con
mucho detalle. ¡Dios estuvo allí desde antes! ¡Sí, lo más viejo es la verdad!
Pero lo que nosotros conocemos y nos enseñaron como “viejo”, ¿es lo más viejo?
Lo “antiguo” no necesariamente es verdadero,
o no al menos no en todos sus detalles, o no totalmente completo. Lo “antiguo”
también tuvo errores; ya dijimos que las herejías cristianas nacieron ANTES de
que se escribieran los libros del Nuevo Testamento, y Gálatas nos lo demuestra:
Pablo dicta la carta para corregir a las iglesias de Galacia. Uno de los
primeros libros escritos de todo el Nuevo Testamento fue 1 Tesalonicenses, y
allí ya encontramos unos cuantos errores que trata de corregir. Todas las
epístolas fueron escritas para corregir herejías o traer claridad sobre
determinadas enseñanzas. Lucas empieza su obra del Evangelio, y su continuación
Hechos, diciendo:
Lucas 1:1-4 RVC
1 Excelentísimo Teófilo: Muchos han tratado
ya de relatar en forma ordenada la historia de los sucesos que ciertamente se
han cumplido entre nosotros,
2 tal y como nos los enseñaron quienes desde
el principio fueron testigos presenciales y ministros de la palabra.
3 Después de haber investigado todo con sumo
cuidado desde su origen, me ha parecido una buena idea escribírtelas por orden,
4 para que llegues a conocer bien la verdad
de lo que se te ha enseñado.
En otras palabras esto quiere decir que para
ese entonces ya había unos cuantos Evangelios no muy correctos circulando por
ahí.
¡Hermanos! ¿Cómo la “antigüedad” puede ser
garantía absoluta de veracidad? Aquellos primeros cristianos que tenían la
predicación de los apóstoles legítimamente ungidos por el Cordero podían
confrontar la predicación de los nuevos maestros que estaban apareciendo y
“volver hacia atrás”, a las enseñanzas de los primeros predicadores. Pero
nosotros estamos muy lejos de ellos, y lo que hay “hacia atrás” es un camino de
2.000 años REPLETO de errores y desviaciones, y cualquiera que pretenda llegar
al “cristianismo primitivo” o más atrás incluso, “las raíces hebreas” en
realidad ha sido criado ya en una forma de cristianismo errada, con parámetros
de interpretación errados, y no puede asegurar que sólo por la “antigüedad” de
sus fuentes tendrá la verdad.
El celo por la sana doctrina es totalmente
válido, pero la búsqueda “hacia atrás” es un camino que en la práctica ha
conducido frecuentemente al error. Ahora bien, ¿debemos entonces olvidarnos de
todo lo pasado y construir algo radicalmente nuevo?
Jeremías 6:16-17 RVC
16 Así ha dicho el Señor: «Deténganse en los
caminos y pregunten por los senderos de otros tiempos; miren bien cuál es el
buen camino, y vayan por él. Así hallarán ustedes el descanso necesario. Pero
ustedes dijeron: “No iremos por allí.”
17 También les puse vigilantes que les
advirtieran: “Presten atención al sonido de la trompeta.” Pero ustedes dijeron:
“No vamos a prestar atención.”
Israel era en ese entonces una nación con
siglos de pecados y desviaciones, y para el tiempo de Jeremías estaba ya profundamente
hundida en el error. Pero había un pasado al que debían volver, solo que estaba
mucho más atrás; “deténganse”, “pregunten”, es un trabajo de reconstrucción, es
el “pasado” sí, pero no cualquier pasado, el pasado en donde Dios estaba con Su
pueblo y no había personas ya de ese entonces, solo las Escrituras como
testimonio de ese tiempo.
¡Y llegamos al verdadero pasado hacia donde
debemos mirar! La Palabra de Dios. No hay otra autoridad superior, allí está la
verdadera senda antigua y cualquier “retorno” válido debe ser a ESE modelo.
Pero ahora nos encontramos con una obviedad
tan básica que se nos pasa por alto: si la nación de Israel en ese tiempo
quería volverse a Dios, cosa que en realidad hizo varias décadas después,
“volver a las sendas antiguas” iba a ser para ellos un “nuevo” camino, porque
en los siglos anteriores, si miraban hacia atrás, casi lo único que podían
encontrar era erro, y tan arraigado estaba eso en ellos que cualquier cambio
hacia la “verdad del pasado” sería algo realmente “nuevo”. Por lo tanto, las
sendas antiguas a las que ellos debían volver iba a ser un camino nuevo.
¿Complicado, no? Puede ser, pero el engaño
religioso se caracteriza por ser enredado:
1 Timoteo 1:3-4 RVC
3 Cuando fui a Macedonia, te rogué que te
quedaras en Éfeso para que mandaras a algunos que no enseñaran una doctrina
diferente,
4 ni prestaran atención a fábulas y
genealogías interminables, que acarrean disputas más que la edificación de Dios
que es por la fe. Y ahora te encargo lo mismo.
Y es necesario “desenredar” la maraña.
Discutir sobre lo viejo o lo nuevo, buscar lo
viejo por ser viejo o lo nuevo por ser nuevo es una trampa en sí mismo. Sólo es
la Palabra de Dios avivada en cada generación por la voz del Espíritu que nos
fue prometido la única autoridad válida. ESA ES la sana doctrina, ni los
maestros viejos ni los nuevos con todo lo bueno que unos y otros puedan tener.
El punto en el pasado hacia el cual tenemos que mirar es sólo la Biblia, y el
punto de referencia que corrige cualquier error doctrinal, pasado, presente o
futuro, es también la Biblia. Y nos ha sido prometido el Espíritu Santo a todos
para que, con diligencia y corazón limpio, escudriñemos y discernamos la
verdad.
Danilo Sorti
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