Jeremías 43:1-3 RVC
1 En cuanto Jeremías terminó de comunicar al
pueblo todas las palabras por las que el Señor su Dios lo había enviado a
hablar con ellos,
2 tanto Azarías hijo de Osaías y Johanán hijo
de Careaj como otros insolentes le dijeron a Jeremías: «¡Lo que dices es una
mentira! El Señor nuestro Dios no te ha enviado a decirnos que no vayamos a
vivir en Egipto.
3 Es Baruc hijo de Nerías quien te incita
contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos, y matarnos y hacer
que nos lleven cautivos a Babilonia.»
Si bien todo el libro de Jeremías es
sorprendente por muchas razones, este pasaje creo que es uno de los más
llamativos. El juicio que por tantos años había anunciado Jeremías finalmente
cayó sobre Jerusalén y todos pudieron ver que Jeremías era un verdadero
profeta. Sus anuncios se habían cumplido y no era ya sensato dudar que tuviera
palabra del Señor. En medio de una crisis, un pequeño grupo de sobrevivientes le
dice:
Jeremías 42:1-3 RVC
1 Todos los oficiales militares y todo el
pueblo, desde el menor hasta el mayor, junto con Johanán hijo de Careaj,
Jezanías hijo de Osaías, fueron
2 y le dijeron al profeta Jeremías: «Acepta
ahora nuestra súplica, y ruega al Señor tu Dios por nosotros, por todo este
remanente. Como puedes ver, éramos muchos y sólo hemos quedado unos pocos.
3 Pide al Señor tu Dios que nos muestre el
camino que debemos seguir, y qué es lo que debemos hacer.»
Pues bien, Jeremías lo hizo, y la respuesta
que recibió era de mucho consuelo:
Jeremías 42:9-12 RVC
9 y les dijo: «Así ha dicho el Señor y Dios
de Israel, ante quien me pidieron presentar sus ruegos.
10 Si ustedes deciden quedarse en esta
tierra, él los levantará y no volverá a destruirlos; los plantará, y no volverá
a arrancarlos. El Señor lamenta mucho haberles causado tanto daño.
11 Ustedes tienen miedo de la presencia del
rey de Babilonia, pero no hay razón de que le teman, porque el Señor está con
ustedes para salvarlos y librarlos de sus manos. —Palabra del Señor.
12 »El Señor tendrá compasión de ustedes, y
hará que también el rey de Babilonia se compadezca de ustedes, para que puedan
volver a su tierra.
¡Eso era lo que ellos querían! Años
resistieron el mensaje profético que les anunciaba el juicio y la deportación,
y ahora, por fin, el Señor decide dejar a este pequeño grupo y bendecirlo en su
tierra. Además, les promete la benevolencia de los poderes políticos. ¡Un
remanso de paz luego de tanta y tanta aflicción! ¿Quién podía rechazar esa
promesa?... ¡¡Ellos!!
Ya habían determinado en su corazón cuáles
eran las “respuestas posibles” del Señor ante su situación:
1. Refúgiense entre las cuevas
2. Escapen a Egipto
3. Huyan más allá de Egipto
4. ¡Lo siento por ustedes!
Están al horno…
Teniendo en cuenta lo que Dios ya había
hecho, no podían ser muy diferentes, así que estaban rogando para que fuera la
segunda opción, la más tolerable de las cuatro. Pero Dios tenía una quinta
opción que esta fuera de sus posibilidades.
Mucho tiempo después, los discípulos de Jesús
le hicieron una pregunta muy inteligente con dos opciones:
Juan 9:1-2 RVC
1 Al pasar, Jesús vio a un hombre que era
ciego de nacimiento.
2 Sus discípulos le preguntaron: «Rabí,
¿quién pecó, para que éste haya nacido ciego? ¿Él, o sus padres?»
No podía haber otra razón, no había otra
opción lógica, ellos ya sabían las posibles respuestas, así que el Señor debía
ubicarse en alguna de esas dos… o no:
Juan 9:3 RVC
3 Jesús respondió: «No pecó él, ni tampoco
sus padres. Más bien, fue para que las obras de Dios se manifiesten en él.
¿Qué nos muestra esto? Pues que nos resulta
muy fácil encasillar las posibles respuestas de Dios en un asunto,
especialmente cuando ya tenemos mucha teología sobre nuestras espaldas. Es más,
hasta nuestras oraciones se parecen a las preguntas de selección múltiple que
les hacemos a los estudiantes, aunque sin incluir la opción de “Ninguna de las
anteriores” (yo suelo agregarla, aunque mis alumnos no están muy felices con
eso…).
Y ahora vamos al lamento omnipresente en los
cristianos: “¿Por qué Dios no me habla?” Y aunque no podemos “encasillar” la
respuesta a esta pregunta en una sola, podemos afirmar que muchas veces es
porque no estamos preparados para escuchar una respuesta diferente a la o las
que ya nos imaginamos.
Puede ser que Dios no hable por diversas
razones, pero creo que la principal es esa, dado que es IMPOSIBLE que Dios no
hable. Aclaremos: no me estoy refiriendo a una profecía particular o a la voz
directa del Espíritu a nuestro corazón, es perfectamente posible que Dios NO
NOS DÉ una profecía o que no nos hable directamente, y ocurre muchas veces.
Pero que no haya ninguna respuesta a una pregunta o cuestionamiento que
tengamos, es difícil, si no imposible. Casi seguro que la respuesta vino hace
rato, y la rechazamos, por lo cual Dios decidió “callar”.
Esto puede parecer muy inocente, pero en el
fondo esconde la actitud de que Dios tiene que hablar conforme a lo que yo
conozco o entiendo de Él, y eso es una forma muy sutil de orgullo que consiste
en pensar que podemos entender lo que Dios quiere decir o hacer en una ocasión
dada.
Cuando Dios “no habla” por un buen rato,
seguramente es una buena idea hacer un alto y revisar supuestos, además de una
oración de arrepentimiento. Casi seguro que lo que Dios tenía que decir ya lo
dijo hace un buen tiempo atrás y se nos pasó por alto. ¡Que el Señor nos ayude!
Danilo Sorti
Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario