domingo, 4 de febrero de 2018

403. El Espíritu de la Religión no forma hijos

Gálatas 4:6-11 RVC
6 Y por cuanto ustedes son hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: «¡Abba, Padre!»
7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, también eres heredero de Dios por medio de Cristo.
8 Ciertamente, en otro tiempo, cuando ustedes no conocían a Dios, servían a los que por naturaleza no son dioses;
9 pero ahora que conocen a Dios, o más bien, que Dios los conoce a ustedes, ¿cómo es que han vuelto de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales quieren volver a esclavizarse?
10 Ustedes guardan los días, los meses, los tiempos y los años.
11 ¡Me temo que, con ustedes, yo he trabajado en vano!


Donde hay Religión puede haber mucho trabajo, mucha actividad y muchas “construcciones”, pero no hay “hijos”. Podemos ser siervos eficientes, obreros intachables, colaboradores esforzados, pero difícilmente hijos. Estamos pendientes de nuestra paga no de las promesas. Esperamos cosechar lo que sembramos y no recoger lo que Otro sembró para nosotros. Entendemos el servicio, pero no el amor. Procuramos la justicia sin la misericordia, o somos indulgentes y tolerantes sin verdad.

La Ley es el “corralito” que se le pone al niño para que no se escape, pero el hijo tiene una guía interior: el Espíritu.

Esto es lo “nuevo” que Pablo trae en esta carta, en realidad, que les recuerda a los gálatas: la presencia del Espíritu Santo y su obra en el creyente. Ellos habían descuidado al Espíritu y por eso cayeron fácilmente en el engaño de la Religión, que va al alma. Si hubieran estado viviendo en el Espíritu, aunque con errores, no habrían caído en ese engaño.

Lo maravilloso de la gracia es que ahora el Espíritu, Dios mismo, mora en nuestros corazones. Ya no necesitamos ese complejo andamiaje externo de leyes y reglamentos que era la Ley. Mejor dicho, la “Ley” que les estaban tratando de imponer a ellos los judaizantes, que NO ERA la Ley que Dios le había dado a Moisés, no nos confundamos.

No se puede comparar tener al Espíritu viviendo en nuestros corazones versus tener una larga lista de mandatos y controles externos. Pero es necesario vivir por el Espíritu, es decir, el alma necesita someterse al Espíritu para que así esa voz interior pueda guiarla en cada momento. La Palabra ya no es un larguísimo y aburridísimo libro de historias y genealogías, sino algo vivo, literalmente, con capacidad para hablarnos en nuestra realidad.

Muchas veces se intenta convencer a los inconversos sobre la originalidad de la Biblia, y no digo que esté mal. El problema es que hasta que eso no se experimenta sólo son buenos argumentos, nada más. La Palabra no se vuelve viva porque razonemos sobre ella, lo hace cuando le permitimos al Espíritu hacerla viva.

Y este hijo es ahora heredero, es decir, tiene las promesas que Jesús ganó legítimamente (y que Satanás había usurpado). El heredero disfruta de la herencia, no hizo nada para conseguirla, simplemente la recibió.

En este tiempo en el que las promesas se han estirado como chicle, ocurre en los cristianos fieles la reacción contraria: rechazan la perversión de la gracia pero tienden a caer en alguna nueva forma de legalismo, o al menos, descuidan la perspectiva de hijos. Ciertamente necesitamos un “equilibrio”, o mejor dicho, necesitamos entender bien qué es ser hijos.

La gracia pervertida, las promesas estiradas, en realidad se transforman en una nueva forma de religión y de legalismo. En realidad, no existe una “gracia pervertida”, es decir, una forma de “gracia” que es corrupta, inevitablemente cualquier perversión de la gracia se transforma en Religión, sin gracia. Aún las promesas baratas lo son.

La verdad de lo que es ser hijos y herederos necesita hoy ser defendida de los excesos a “derecha” y a “izquierda”.

La realidad de la iglesia de Galacia era que, habiendo conocido la verdadera gracia y la maravillosa naturaleza de ser hechos hijos y herederos, volvieron a la pobre esclavitud de la Ley. Pablo no podía entender eso, para él la diferencia era tan clara y abismal (porque había sufrido toda la profundidad del Espíritu de Religión en carne propia) que resultaba incomprensible. Lo cierto es que el “espíritu de los gálatas” se ha extendido en las iglesias modernas.

“Débiles y pobres rudimentos” que se encuentran majestuosamente predicados en algunos púlpitos modernos. Incluso ensalzados por los judaizantes modernos, casi del mismo estilo que en la época de Pablo aunque sin la circuncisión (bueno, algunos sí).

“Ustedes guardan los días, los meses, los tiempos y los años.” Esto se refiere a fiestas y conmemoraciones especiales, el ceremonial judío que ellos estaban cumpliendo “religiosamente”. Aquí necesitamos profundizar un poco más.

En los últimos tiempos estamos viendo por el Espíritu que hay momentos “especiales” en el año, ya sea a nivel mundial como a nivel nacional o local. En realidad, la mayoría de las veces nos damos cuenta de que son “especiales” porque hay una intensa actividad satánica en ellos; los brujos están “a full” en esos días haciendo sus trabajos. También vemos que hay “maldiciones en el tiempo”, es decir, un momento en el año, o cada tantos años, en el que Satanás ataca con especial furia; ya sea a nivel nacional como individual. Por otro lado, tenemos la temporización de las fiestas judías, tanto las principales que indican eventos de la primera y segunda venida de Cristo, como de las menores, que indican momentos en los que Dios ha dividido el tiempo.

Todo esto está demasiado cerca de transformarse en una nueva forma de Religión. La diferencia está, precisamente, en el espíritu con que tomemos esta nueva luz. O se transforma en nuevos días y tiempos para guardar año tras año siguiendo determinados ritos, o atacamos las maldiciones colocadas en el tiempo con la autoridad de Cristo. Los sacrificios, año tras año, no podían quitar el pecado, solo cubrirlo. Si hay maldiciones en el tiempo sobre un territorio, en Argentina, por ejemplo, están colocadas hacia mediados de diciembre y alrededor de Semana Santa, no debemos transformarlas en un “nuevo rito”, simplemente sabemos que en esa época los reyes enemigos “salen a la guerra”, así que allí estaremos hasta que sean derrotados en el nombre de Cristo.

No se trata de que tal o cual día nos haga más o menos santo, o nos dé más o menos mérito cumplir con una serie de rituales especificados, se trata de saber que en ese momento hay una cita divina para contraponer los diseños divinos. Los días, los meses, los tiempos y los años, no son un ritual vacío para obtener méritos espirituales, son los diseños del mundo espiritual y nuestros momentos de combatir y establecer, es decir, podemos combatir y establecer porque actuamos con la autoridad de hijos. Pero si el Espíritu no nos guía a eso, si durante un tiempo somos llevados a ocuparnos de otras cosas y no prestar atención a los tiempos, ¿cuál es el problema? Él es la guía y Él tiene el derecho de establecer “nuestros” tiempos, es decir, qué haremos y en qué nos ocuparemos en cada momento. La Ley no hace eso, pone un modelo igual para todos.

De todas formas, a medida que conocemos más de los diseños espirituales tenemos que tener cada vez más cuidado de no caer en alguna nueva forma de Religión - Hechicería “cristiana”; precisamente porque el mundo de las tinieblas se maneja así y es muy fácil replicar “por espejo” las mismas formas.

¡Hijo de Dios, ayúdanos a ser conformados a tu naturaleza de nosotros! ¡Bendito Espíritu, muévete con libertad en todo nuestro ser!


Danilo Sorti




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