Amós 4:6-12 DHH
6 “Yo hice que ustedes pasaran hambre
en todas sus ciudades;
yo hice que les faltara comida
en todos sus poblados,
¡pero ustedes no se volvieron a mí!”
El Señor lo afirma.
7
“También hice que les faltara la lluvia
durante tres meses antes de la cosecha.
En una ciudad hice llover y en otra no;
en un campo llovió y otro se secó por falta
de agua;
8 de
ciudad en ciudad iba la gente en busca de agua,
y no encontraban bastante para calmar su sed,
¡pero ustedes no se volvieron a mí!”
El Señor lo afirma.
9 “Los
azoté con vientos calurosos y con plagas,
hice que se marchitaran sus huertos y sus
viñedos,
la langosta se comió sus higueras y sus
olivos,
¡pero ustedes no se volvieron a mí!”
El Señor lo afirma.
10
“Les mandé una plaga como las que mandé sobre Egipto;
hice que sus jóvenes murieran en los campos
de batalla
y dejé que el enemigo se adueñara de sus
caballos;
les hice oler la peste de los muertos en los
campamentos,
¡pero ustedes no se volvieron a mí!”
El Señor lo afirma.
11
“Los destruí con una catástrofe
como la que mandé sobre Sodoma y Gomorra;
parecían una brasa sacada del fuego,
¡pero ustedes no se volvieron a mí!”
El Señor lo afirma.
12
“Por eso, Israel, voy a hacer lo mismo contigo;
y porque voy a hacerlo,
¡prepárate para encontrarte con tu Dios!”
Jeremías 5:3 DHH
3 Señor, lo que tú buscas es gente sincera.
Los castigaste, pero no les dolió;
los arruinaste, pero no quisieron aprender.
Tercos, más duros que la piedra,
no quisieron volver al buen camino.
Dios trata con el orgullo permitiendo que el
orgulloso sea humillado, aunque debemos hacer un paréntesis: no siempre eso
ocurre, sencillamente, porque Dios sabe que no todos pueden volverse a Él, por
eso “deja” que muchos orgullosos prosperen y “tengan éxito” sin que ningún
hecho los confronte, porque es lo único que podrán disfrutar ya que les espera
el infierno eterno debido a lo duro de su corazón.
Pero hay otros a los que Dios llama en Su
misericordia, porque pueden volverse a Él; a éstos los trata “con dureza” para
que se arrepientan y sean perfeccionados, humillándolos para que Leviatán sea
erradicado de ellos.
Si somos sabios, aprenderemos de nuestras
humillaciones, mejor de las pequeñas, antes que vengan las grandes. Si somos
más sabios, aprenderemos de las humillaciones de otros. Y si somos más sabios
aún, aprenderemos de lo que está escrito en la Biblia (e ilustrado en la
historia), sin que tengamos que “ver” o “sufrir en carne propia” nada.
Pero la realidad es que aquellos con los que
Dios trata no suelen responder rápidamente, y Amós lo describe:
·
Hambre
·
Sequía
·
Vientos
·
Plagas
·
Enfermedad
·
Guerra
·
Catástrofes naturales
Siete castigos envió Dios sobre Su pueblo y…
nada. Tiempo después Jeremías lo resumiría diciendo: “no quisieron aprender”.
¿No es triste pero habitual ver este ciclo repetido
en la vida de muchas personas… cuando no en la propia? Cuando “cae” el juicio
hay un momento de arrepentimiento, de cambio, de humildad. Pero cuando las
cosas empiezan lentamente a mejorar, un poquito, vuelve a resurgir Leviatán,
con otro discurso, en otro contexto, manifestándose de otra forma, pero siendo
esencialmente el mismo.
Me gustaría poder decir algo que nos haga
despertar de este círculo vicioso, pero si los profetas bíblicos a duras penas
pudieron lograr que algunos entendieran, no creo que yo tenga una unción mayor
a la de ellos…
El Señor nunca me ha llevado al infierno ni
me ha dado una visión al respecto, y no tengo absolutamente ninguna “envidia
santa” de los que sí la recibieron, ¡se los puedo asegurar! Con escuchar el
testimonio de ellos me basta y me sobra para creerlo. Y algo de lo que he
podido aprender de eso es que la “ciclicidad”, es decir, “repetir siempre lo
mismo” es una de las dinámicas de castigo presente en todos los ámbitos
infernales que puedo recordar. Fue bastante conmocionante cuando me di cuenta
de ello: repetir “siempre lo mismo” es uno de los principios de reino de la
tinieblas, completamente diferente al Reino de Dios, en donde el Dios Creador
se complace en hacer cosas nuevas continuamente. Me hizo reflexionar: ¿cuáles
eran los “ciclos” que repetía en mi vida?
Por supuesto, Dios ha establecido ciclos
naturales “repetitivos” y es parte de Su proceso creador, aunque en realidad
esos ciclos no son exactamente repetitivos y se nos presentan como siempre
iguales a nosotros que vivimos un corto tiempo, pero a lo largo de las edades
no son exactamente iguales; de todas formas, ese es otro tema. El asunto es que
se supone que no debe pasar lo mismo con nosotros, al menos no si al final de
cada ciclo llegamos al mismo lugar donde partimos.
Cuando estamos en esos ciclos es que obramos
bajo los principios del reino de las tinieblas, y Dios los permite para ver si
alguna vez nos damos cuenta; es decir, cuando después de haber caminado mucho
tiempo por un árido desierto nos encontramos con unas cuantas piedras y algunos
montículos de arena que nos resultan familiares… ¿no será que habremos estado
caminando en círculos…?
Cuando estamos endurecidos por el orgullo no
podemos reconocer el “hilo conductor” a lo largo de los distintos episodios de
fracaso; cada uno parece único, y las circunstancias y motivaciones también. Y
claro, cada uno fue único, no se vuelve a repetir exactamente lo mismo con
exactamente las mismas personas; pero los principios espirituales pueden ser los
mismos.
El único que trae convicción es el Espíritu y
a Sus hijos Dios les habla, por más cabezadura que sean. Cuando hay mucho
engaño del pecado se hace difícil oír la voz de Dios, que es muy suave y muy
simple, por eso, a lo mejor nos puede ayudar entrenar a nuestra mente a que se
mantenga abierta a la posibilidad de esta “ciclicidad”. Bueno, al fin y al
cabo, David le exigió a su alma que alabara al Señor, así que no es muy
descabellado pedirle a nuestra mente que considere la posibilidad, para poder así
escuchar claramente al Espíritu.
¿Estamos en medio de algún ciclo de castigo?
Es fácil reconocerlo porque hay un evento que nos trastorna, al menos buena
parte de nuestra vida. Luego salimos de ahí doloridos y con dificultad. Al
tiempo nos olvidamos de eso, lo dejamos en un rincón de la memoria como una
experiencia y nada más, es decir, no extrajimos ningún aprendizaje de allí.
Empezamos a disfrutar una nueva situación, relativamente tranquila,
probablemente peor que antes: con menos dinero, relaciones rotas, etcétera,
pero relativamente tranquila. Entonces empezamos a indignarnos por alguna
injusticia que se está cometiendo contra nosotros (al menos eso suponemos), y a
medida que Dios va restituyendo algunas cosas en nuestra vida nuestro enfoque
crece en indignación y enojo porque Fulano, o las circunstancias de la vida, no
está atendiendo adecuadamente mis derechos legítimos. Y así crece la
indignación hasta ocupar la mayor parte de mis pensamientos e incluso puedo
empezar a tomar acciones para restaurar mis “legítimos derechos”… que en
realidad no son los legítimos derechos sino la inspiración del orgullo en mí. Y
eso puede llevarme a una nueva crisis.
El ciclo se repite porque me olvidé de mi
historia reciente y no pude obtener ningún aprendizaje de ellas. Así como los
viajeros perdidos caminan en círculos por la selva debido a que no tienen
ningún punto de referencia, así nosotros, cuando perdemos los puntos de
referencia históricos, es decir, lo que el Espíritu estuvo haciendo y
enseñándonos a lo largo de nuestra vida y del pasado reciente, entonces
terminamos caminando en círculos, como Israel en el desierto, como el Reino del
Norte en Amós, como Judá en Jeremías. No es nada nuevo, al contrario, hay mucho
escrito, ¿no podremos aprender de ello?
Danilo Sorti
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