Gálatas 3:13-14 RVC
13 Cristo nos redimió de la maldición de la
ley, y por nosotros se hizo maldición (porque está escrito: «Maldito todo el
que es colgado en un madero»),
14 para que en Cristo Jesús la bendición de
Abrahán alcanzara a los no judíos, a fin de que por la fe recibiéramos la
promesa del Espíritu.
Ya vimos que la Ley no es, obviamente,
maldita, pero debido a que contiene una maldición para el que no la cumple,
todo hombre cae bajo maldición si decide vivir por la Ley. En realidad, los
ministros del Espíritu de la Religión nunca predican la verdadera Ley sino un
recorte conveniente a sus intereses.
Jesucristo cumplió con la Ley, el Único, y
cargó la maldición que ella encerraba a través de una declaración que muy
fácilmente hubiera podido pasarse por alto si el Espíritu no la hubiera
mostrado: «Maldito todo el que es colgado en un madero».
Entre paréntesis digamos que los creyentes
solemos clasificar a los pasajes en “principales” y “secundarios”, enseñamos y
predicamos sobre los primeros y nos olvidamos de los segundos. Pero ¿cuántos
fieles antes de Cristo hubieran dicho que ese pasaje en particular era de los
“principales”? No creo que muchos, sin embargo el Espíritu tenía otra
perspectiva. Esto debería hacernos un poco más humildes cuando hablamos de la
Palabra de Dios: hay pasajes por los cuales el Señor nos está hablando hoy y es
importante que los aprendamos; hay pasajes cuyo significado profundo todavía
nos permanece “oculto”, o velado en parte; no son “secundarios”, es “territorio
por descubrir”.
Ahora bien, la religión siempre tiene una
cuota de “prestigio”, inevitablemente crea ese “club exclusivo” en el que pocos
entran y menos aún alcanzan la membresía VIP. Allí asoma Leviatán su horrorosa
cabeza con muy poco disimulo: aquellos que hacen el esfuerzo de cumplir con la
lista de deberes religiosos, y de hecho los cumplen, son los que luego pueden
“alardear” con falsa humildad y disimulados elogios entre los hermanos.
Aquellos que se esfuerzan pero lo cumplen a la mitad sólo están en camino, pero
sueñan con llegar.
A nivel social, los que alcanzan más títulos
y reconocimiento, por su esfuerzo y dedicación a una labor, son los líderes,
aquellos a los que la gente admira y sigue; y eso alimenta su ego. A nivel
“eclesiástico” es lo mismo, y adquiere la forma de religiosidad: mientras más
esfuerzos y méritos humanos realice la persona, más mérito adquiere ante la
comunidad de cristianos.
Leamos el pasaje que cita Pablo:
Deuteronomio 21:22-23 RVC
22 »Si alguien comete un crimen que merezca
la muerte, y lo haces morir y lo cuelgas de un árbol,
23 no dejen que su cuerpo se quede en ese
árbol toda la noche. Lo enterrarás ese mismo día, porque quien es colgado de un
árbol está bajo la maldición de Dios. No contamines la tierra que el Señor tu
Dios te da en posesión.
Nada más lejos de los honores que busca el
Espíritu de Religión. Ya el Espíritu lo había anunciado de manera velada.
Jesucristo le quitó su poder a este Espíritu haciendo precisamente lo
contrario.
Ahora bien, “tanto esfuerzo” que nos lleva a hacer la religión ¿para qué? Tener
un a membresía VIP es un aliciente, pero necesariamente tiene que haber alguna
“promesa especial” reservada para ellos, es decir, necesariamente deben
“apropiarse” de algunas promesas y necesariamente deben “quitarlas” del resto
de los cristianos. ¿Por qué alguien desearía seguir ese pesado camino
religioso? Solo por los “laureles” no es suficiente motivación.
Pero Pablo está deshaciendo los argumentos de
“promesas reservadas” a los que cumplen con los ritos religiosos al afirmar que
en Cristo tenemos la “bendición de Abraham”. Esta expresión se refiere en un
sentido general a todas las promesas recibidas por Abraham y sus descendientes,
es decir, todo lo que legítimamente ganó y merecía Cristo en esta Tierra,
además de la vida eterna. Pero en un sentido más particular:
Gálatas 3:14 DHH
14 Esto sucedió para que la bendición que
Dios prometió a Abraham alcance también, por medio de Cristo Jesús, a los no
judíos; y para que por medio de la fe recibamos todos el Espíritu que Dios ha
prometido.
Esto es, que la salvación alcanzaría a todos
por igual y no solo a Israel, con lo que los no judíos no necesitaban hacerse
israelitas para agradar a Dios.
Génesis 12:3 RVC
3 Bendeciré a los que te bendigan, y
maldeciré a los que te maldigan; y en ti serán benditas todas las familias de
la tierra.»
Génesis 26:4 RVC
4 Multiplicaré tu descendencia como las
estrellas del cielo, y a tu descendencia le daré todas estas tierras. Todas las
naciones de la tierra serán bendecidas en tu simiente,
De nuevo, esto es un “sangriento atentado” contra
la pretensión religiosa de tener “promesas exclusivas” para un pueblo o grupo.
La Religión nos lleva a mirar el pasado, pero no es el verdadero pasado, sino
un pasado convenientemente modificado a sus intereses.
Gálatas 3:15-18 RVC
15 Hermanos, hablo en términos humanos: Un
pacto nadie puede invalidarlo, ni tampoco se le puede añadir nada, aunque sea
un pacto humano.
16 Ahora bien, las promesas fueron hechas a
Abrahán y a su simiente. No dice: «Y a las simientes», como si hablara de
muchos, sino: «Y a tu simiente», como de uno, que es Cristo.
17 Digo, pues, que el pacto previamente
ratificado por Dios no puede ser anulado por la ley, que vino cuatrocientos
treinta años después, pues invalidaría la promesa.
18 Porque si la herencia es por la ley, ya no
es por la promesa; pero Dios la concedió a Abrahán mediante la promesa.
El exclusivismo se mantiene en buena medida
creyendo que la revelación dada a tal grupo fue la “última y definitiva”, por
lo que al ser depositarios y custodios de tal luz se transforman en un linaje
especial.
De hecho los israelitas habían hecho un muy
buen trabajo custodiando las Escrituras, copiando y controlando celosamente que
no hubiera errores. ¡Eso era perfectamente válido! Pero la interpretación que
hacían de esas Escrituras no necesariamente. Fácilmente se confunde el hecho de
recibir luz sobre algunas verdades bíblicas con “tener” esas verdades con
derecho de exclusividad. Lo cierto es que el Único que tiene el copyright de la
Verdad Revelada es Dios, y tiene una licencia “Creative Commons” sin
restricciones de uso y copia aunque sin autorización para modificarla.
Ahora bien, Pablo toma esta “muy vieja
verdad”, que pertenecía al más profundo fundamento del judaísmo… y le da una
nueva interpretación. Esto es lo que llamaríamos una “nueva revelación”, aunque
algunos prefieren llamarlo “nueva luz” sobre la Palabra.
El exclusivismo religioso no solo incluye la
“membresía VIP”, sino también el “único derecho” a interpretar la Palabra. Esta
es una de las áreas en donde más dominio mantiene todavía, dado que siguen
siendo relativamente pocos los cristianos que se atreven a entender la Palabra
bajo la guía del Espíritu y sin tener el eco resonante de la voz de sus
maestros o líderes en la cabeza.
Pablo no está diciendo nada que no estuviera
ya en la Palabra, y para nosotros es algo muy sabido, pero no lo era así para
ellos. Esa “nueva interpretación” estaba arrojando luz sobre la gracia que se
había manifestado en Cristo.
Y de nuevo, tenemos en problema de la
“antigüedad”: la Religión apela siempre a su mayor antigüedad, pero Pablo está
mostrando que en realidad lo más antiguo era la gracia.
El pacto de Dios fue un pacto de gracia. Hoy
muchas iglesias “recrean” el término pacto introduciendo una “nueva” práctica
religiosa en su ámbito, negando la gracia única y suficiente para todo cuanto
necesitemos por la eternidad. ¿Quién soy yo, simple humano pecador, para hacer
un pacto con Dios? Él decide hacer el pacto conmigo y tiene la autoridad para ello,
¿qué promesa puedo cumplir yo? Ninguna hermanos, no se engañen, NO TENEMOS la
capacidad de mantener absolutamente ninguna promesa que hayamos hecho a menos
que SU GRACIA nos sostenga.
La promesa nos libera de la “Ley”, cuando
vivimos por la religión estamos en una lógica “transaccional”, como si fuera
una operación económica: nosotros le damos a Dios nuestras buenas obras y él
está obligado a darnos Sus bendiciones. Así es en un comercio. Pero cuando
vivimos por la promesa estamos en una lógica “infantil”: como niños,
simplemente esperamos a que nuestro Padre cumpla con lo que prometió.
¿Hay exclusivismo mezclado por ahí, en
nuestras vidas o iglesias? ¿Hay exclusivismo interpretativo? ¿Nuestro
cristianismo es una lógica transaccional o disfrutamos de Sus promesas? ¡Señor,
liberanos del Espíritu de la Religión!
Danilo Sorti
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