domingo, 29 de julio de 2018

556. El justo por la fe vivirá


Gálatas 3:11 RVC
11 Y es evidente que por la ley ninguno se justifica para con Dios, porque «El justo por la fe vivirá»;

Romanos 1:17 RVC
17 Porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, que de principio a fin es por medio de la fe, tal como está escrito: «El justo por la fe vivirá.»

Ese famoso pasaje que aparece en Romanos y Gálatas constituye un resumen de la doctrina de justificación por fe: la novedad del mensaje de Jesucristo era que las personas no tenían que acumular buenas obras para ser aceptados por Dios. ¿Novedad? En realidad no, desde el momento en que Dios cubre a Adán y Eva con pieles de un animal sacrificado quedó en claro que todo era por gracia, por un favor inmerecido, por el sacrificio de alguien más. Pero la mala interpretación de la Ley y la propia naturaleza humana habían desdibujado esa realidad.

Cuando rastreamos este pasaje lo encontramos primeramente en el Antiguo Testamento, de boca del profeta Habacuc:

Habacuc 2:4 RVC
4 Aquel cuya alma no es recta, es arrogante; pero el justo vivirá por su fe.

¿Cuándo dijo esto Habacuc? No sabemos mucho del profeta, pero por las indicaciones del texto podemos suponer que vivió en el reino de Judá al tiempo que el imperio babilónico amenazaba a todos los pueblos de la región, pero antes de que Judá cayera definitivamente bajo su dominio.

Habacuc 1:2-4 RVC
2 ¿Hasta cuándo, Señor, te llamaré y no me harás caso? ¿Hasta cuándo clamaré a ti por causa de la violencia, y no vendrás a salvarnos?
3 ¿Por qué permites que vea yo iniquidad? ¿Por qué me haces espectador del mal? ¡Sólo veo destrucción y violencia! ¡Ante mis ojos surgen pleitos y contiendas!
4 Por eso tu ley carece de fuerza, y la justicia no se aplica con verdad. Por eso los impíos asedian a los justos, y se tuerce la justicia.

Esta es la queja del profeta cuando ve la amenaza que se cierne.

Habacuc 1:5-6 RVC
5 «Miren entre las naciones, y vean, y asómbrense. Yo voy a hacer en sus días algo, a lo que ustedes no darán crédito, aunque se les cuente.
6 Estoy por hacer que vengan los caldeos, un pueblo cruel y tenaz que recorre toda la tierra para adueñarse de los territorios de otros pueblos.

¡Y la respuesta del Señor no resulta muy alentadora! En efecto, lo que Habacuc veía habría de venir, y Babilonia sería el instrumento de juicio del Señor.

Habacuc 1:12-13 RVC
12 Tú, Señor, eres un Dios santo. Tú existes desde el principio; ¡no nos dejes morir! Tú, Señor, eres nuestra Roca; ¡no hagas que este pueblo nos juzgue y nos castigue!
13 Si por la pureza de tus ojos no soportas ver el mal ni los agravios, ¿por qué soportas ver a quienes nos desprecian? ¿Por qué callas cuando los impíos destruyen a quienes son más justos que ellos?

Esto resultaba terrible para el profeta, ¿por qué el Señor permitiría eso?

Habacuc 2:1 RVC
1 Decidí mantenerme vigilante. Decidí mantenerme en pie sobre la fortaleza. Decidí no dormir hasta saber lo que el Señor me iba a decir, y qué respuesta daría a mi queja.

Evidentemente lo que estaba pasando, y Dios estaba permitiendo, resultaba demasiado extraño para Habacuc. Es verdad que la nación había pecado y el castigo de Dios era justo, pero, ¿usar a una nación tan cruel? Hacía poco tiempo que se habían librado definitivamente de Asiria, por cierto más cruel y sanguinaria que Babilonia, ¿y ahora venía otra amenaza?

Veamos la actitud de Habacuc: no se rebeló contra Dios, no aceptó sin más el designio divino que no alcanzaba a entender, y no se fue frustrado a su casa creyendo que finalmente Dios no le explicaría el por qué. Se quedó esperando una respuesta, decidido a no dejar de insistir hasta que la obtuviera. ¡Eso es un buen ejemplo! Cuando las cosas parecen demasiado extrañas, cuando toda la teología que aprendimos no “funciona”, nada mejor que permanecer delante del Señor insistiendo hasta obtener la respuesta. Siglos después, Santiago diría:

Santiago 1:5 RVC
5 Si alguno de ustedes requiere de sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios se la da a todos en abundancia y sin hacer ningún reproche.

No obtenemos todas las respuestas que quisiéramos en el momento que lo deseamos, pero no hay límites para recibir sabiduría divina, entendimiento del Señor.

Santiago 1:6 RVC
6 Pero tiene que pedir con fe y sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento agita y lleva de un lado a otro.

Pedir con fe es la actitud que tuvo Habacuc: no iba a dejar de estar atento, no iba a “dormirse” en relación a su queja, no iba a abandonar su puesto profético hasta que no recibiera la respuesta. Notemos: “recibir la respuesta”, no inventar una, no llegar a conclusiones lógicas, no andar preguntando por ahí; solo un camino, esperar a recibir la respuesta de Dios, el tiempo que sea.

Habacuc 2:2a RVC
2 Y el Señor me respondió, y me dijo: …

¡Y la respuesta no se hizo esperar! No sabemos cuánto tiempo pasó entre el pedido de Habacuc y la respuesta, pero por lo que leemos en el texto, no debió ser mucho. De todas formas, llegó.

Habacuc 2:2-4 RVC
2 Y el Señor me respondió, y me dijo: «Escribe esta visión. Grábala sobre unas tablillas, para que pueda leerse de corrido.
3 La visión va a tardar todavía algún tiempo, pero su cumplimiento se acerca, y no dejará de cumplirse. Aunque tarde, espera a que llegue, porque vendrá sin falta. No tarda ya.
4 Aquel cuya alma no es recta, es arrogante; pero el justo vivirá por su fe.

Habacuc 2:7-8 RVC
7 »¿No habrán de levantarse de pronto tus deudores, y al despertar te harán temblar, y serás para ellos botín de guerra?
8 Tú has despojado de sus bienes a muchas naciones; por eso todos los otros pueblos te despojarán. Y es que tú has derramado mucha sangre, has cometido muchos robos en la tierra y en las ciudades, y contra todos sus habitantes.

La nación opresora sería finalmente destruida, aunque no inmediatamente; aún faltaría un tiempo.

A partir de ese mensaje Habacuc recibe una nueva revelación de Dios:

Habacuc 3:3 RVC
3 ¡Dios viene de Temán! ¡El Santo viene del monte de Parán! ¡Su gloria cubre los cielos! ¡La tierra se llena con su alabanza!

Y puede concluir con otro famoso pasaje, que es una clara manifestación de fe:

Habacuc 3:17-19 RVC
17 Aunque todavía no florece la higuera, ni hay uvas en los viñedos, ni hay tampoco aceitunas en los olivos, ni los campos han rendido sus cosechas; aunque no hay ovejas en los rediles ni vacas en los corrales,
18 yo me alegro por ti, Señor; ¡me regocijo en ti, Dios de mi salvación!
19 Tú, Señor eres mi Dios y fortaleza. Tú, Señor, me das pies ligeros, como de cierva, y me haces andar en mis alturas. Al jefe de los cantores. Sobre instrumentos de cuerda.

Romanos y Gálatas enseñan claramente que la nueva vida en Cristo es por fe; en realidad siempre fue así la vida en Dios, desde el principio, pero la revelación más completa y clara la recibimos con Él. Cuando Pablo utiliza el pasaje “El justo por la fe vivirá” está diciendo que la vida eterna se obtiene por fe, pero esa frase “nace” de una manera más “humilde”: la fe era necesaria para permanecer firmes ESPERANDO la liberación del Señor y confiando en Su protección mientras tanto. La fe está unida a la dimensión temporal: esperar; la fe está unida a la aflicción y el juicio divino; la fe está unida a los planes de Dios que trascienden la vida de las personas y las generaciones.

Así, cuando Pablo puede elevar este concepto hacia nuestra posición de justicia delante de Dios, no se “olvida” de sus orígenes; nuestra fe en Dios, la misma fe en Cristo que nos hace justos, es también la fe en Sus Palabras, es confiar y esperar mientras Sus planes se ejecutan, aunque parezca que todo está “al revés”.

En cierto sentido, Habacuc se parece a Melquisedec, que “aparece de la nada” y de quien no se sabe luego nada más; y con eso se constituyó en un tipo de Jesucristo. Aquí el profeta se nos presenta sin más información personal, y con ello el Espíritu le está dando un sentido más trascendente a sus palabras de fe, aunque tuvieron una aplicación en su momento para Babilonia, nos sirven en realidad a todos en todos los tiempos.


Danilo Sorti




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