Gálatas 4:1-5 RVC
1 Pero digo también: Mientras el
heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo,
2 sólo que está bajo tutores y
guardianes hasta el tiempo señalado por el padre.
3 Así también nosotros, cuando éramos
niños, vivíamos en esclavitud y sujetos a los principios básicos del mundo.
4 Pero cuando se cumplió el tiempo
señalado, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer y sujeto a la ley,
5 para que redimiera a los que estaban sujetos
a la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos.
Efesios 1:10-12 RVC
10 para que cuando llegara el tiempo
señalado reuniera todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos,
como las que están en la tierra.
11 En él asimismo participamos de la
herencia, pues fuimos predestinados conforme a los planes del que todo lo hace
según el designio de su voluntad,
12 a fin de que nosotros, los primeros
en esperar en Cristo, alabemos su gloria.
En la Versión Reina Valera Contemporánea tres veces vemos la
expresión “el tiempo señalado” escrita por Pablo, refiriéndose a los grandes
momentos de la Historia de la Salvación. En la primera se refiere al Padre, en
la segunda claramente al Hijo y en la tercera vemos una alusión a la obra del
Espíritu. Con esto el Espíritu Santo nos da a entender a través del apóstol,
entre otras cosas, que hay una obra del Trino Dios organizada “en el tiempo
señalado”, es decir, en un momento preciso. La conclusión inmediata es, cuando
llevamos el mismo concepto a nuestra realidad presente, que es el momento en el
que nos toca “establecer el Reino” a nosotros, que si los acontecimientos más
grandes e importantes han tenido y tendrán su tiempo señalado, ¿acaso los
sucesos menores no los tendrán también?
Bueno, entiendo que esta afirmación puede ser discutida,
pero a priori hay una lógica bastante poderosa por lo cual podemos seguir
avanzando sobre ella, para encontrarnos con otros pasajes más “terrenales”:
Eclesiastés 3:1-8 RVC
1 Todo tiene su tiempo. Hay un momento
bajo el cielo para toda actividad:
2 El momento en que se nace, y el
momento en que se muere; el momento en que se planta, y el momento en que se
cosecha;
3 el momento en que se hiere, y el
momento en que se sana; el momento en que se construye, y el momento en que se
destruye;
4 el momento en que se llora, y el
momento en que se ríe; el momento en que se sufre, y el momento en que se goza;
5 el momento en que se esparcen
piedras, y el momento en que se amontonan; el momento de la bienvenida, y el
momento de la despedida;
6 el momento de buscar, y el momento de
perder; el momento de guardar, y el momento de desechar;
7 el momento de romper, y el momento de
coser; el momento de callar, y el momento de hablar;
8 el momento de amar, y el momento de
odiar; el momento de hacer la guerra, y el momento de hacer la paz.
Eclesiastés es un libro maravilloso si sabemos entender su
perspectiva: todo ocurre “debajo del sol”. Nos sirve para ubicarnos en esta
vida pero le falta la visión “arriba del sol”.
El escritor entendió muy bien que hay tiempos precisos para
cada acción, especialmente para las opuestas, y por ende, que cada una en su
tiempo es buena.
Eclesiastés 3:11 RV95
11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y
ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender
la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin.
Incluso desde una perspectiva terrenal logra comprender que
la acción correcta en el tiempo correcto es buena, y que hay una noción
superadora, la eternidad, que, sin embargo, él (y los hombres de su tiempo) no
logra entender.
El tema de los tiempos precisos es recurrente, y añade:
Eclesiastés 8:6-7 RVC
6 pues todo proyecto tiene su momento
para realizarlo. Pero pesa sobre el hombre un gran problema,
7 y es que éste no sabe lo que va a
pasar, ni cuándo pasará, ni hay tampoco nadie que se lo diga.
Pero al escritor le falto una herramienta fundamental que el
Señor nos daría luego:
Juan 16:13 RVC
13 Pero cuando venga el Espíritu de
verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta,
sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de
venir.
Así que el autor de Eclesiastés pudo comprender que había tiempos
precisos para cada cosa, y cuando éstas eran realizadas en ellos, resultaban
buenas y apropiadas, pero se lamentaba de no poder saber cuáles eran esos
tiempos. Jesús, siglos después, completa esta enseñanza con la obra del
Espíritu que Él enviaría y que nos indicaría lo que habría de venir, es decir,
los “tiempos futuros”, los momentos adecuados para cada cosa, ¿cuáles?, las que
había dejado escritas siglos antes en Eclesiastés.
Todo tiene su tiempo. Hay un momento bajo el cielo
para toda actividad
Esto es a la vez maravilloso y terrible. Maravilloso cuando
sabemos que ha llegado el tiempo Dios. Terrible cuando el tiempo que ha llegado
es el de las tinieblas.
Lucas 22:53 RVC
53 Todos los días he estado con ustedes
en el templo, y no me pusieron las manos encima. Pero ésta es la hora de
ustedes, la hora del poder de las tinieblas.»
Sí, las tinieblas también tienen su tiempo, pero lo bueno es
que ese tiempo es una “hora”, expresión que indica no lo que nosotros conocemos
hoy como hora reloj, sino un tiempo breve (desde la perspectiva de Dios,
claro).
Es maravilloso cuando se cumple lo que estamos esperando,
pero terrible cuando eso no ocurre.
Proverbios 13:12 RVC
12 El vivir esperando atormenta el
corazón; pero es un árbol de vida el deseo que se cumple.
Ahora bien, el hecho que deja bien en claro el pasaje de
Eclesiastés 3 es que en realidad los “tiempos opuestos” son parte del mismo
proceso. No por casualidad se exponen acciones opuestas de a pares, tampoco es
casualidad que se mencionen 14 de ellos, que es un número tanto de liberación
(de una situación opresiva o angustiosa) como de “liberación” para un servicio
mayor.
Esto significa que entender y actuar en los tiempos
correctos, aún cuando lo que suceda no sea de nuestro agrado y aún cuando
debamos hacer lo que no nos gusta, terminará liberándonos hacia un nuevo kairos
de Dios, un nuevo estado de cosas diferente al anterior, en donde habrá
bendición y crecimiento, y nuevas posibilidades de ministerio.
Pero claro, ¡son 14 pares! Poder superar un estado de cosas
y avanzar a uno mayor no es algo que suceda por arte de magia, ¡Dios no hace
magia! Él es un Dios de procesos, por eso ha determinado TIEMPOS precisos para
actuar y para que las cosas se hagan.
Movernos de nuestro kairos presente a un kairos superior
implica mucho esfuerzo y crecimiento. Y una parte de ese proceso es hacer todo
lo que explica Eclesiastés 3, en el momento preciso. Son 14 escalones “de a pares”
para entrar en el tiempo nuevo. De paso digamos que el número 15 simboliza en
la Biblia un nuevo camino, al que se llega después de haber transitado las 14
etapas previas.
¿Cómo sabemos cada tiempo? Eclesiastés nos da una de las
pistas; se trata de un libro escrito “debajo del sol”, es decir, “con los pies
sobre la tierra” desde una perspectiva del creyente pero sin considerar el
mundo espiritual. Entonces, una pata es entender los tiempos y los procesos que
vemos que están ocurriendo en nuestro mundo. Sin embargo, eso puede ser
problemático porque hoy la manipulación y la desinformación intencionada hace
que debamos buscar mucho y ser muy cuidadosos en discernir lo que es correcto.
Por encima de eso, Dios ha dejado marcados tiempos y
procesos en Su Palabra que debemos conocer. Y todo eso se completa y
perfecciona con la guía del Espíritu Santo, ya sea hablándonos a nosotros o
bien a través de los profetas que está levantando en este tiempo.
Hay muchas fuentes de información a las que podemos prestar
atención, pero en el mejor de los casos tendremos un panorama incompleto y
medio erróneo si no tenemos la guía clara del Espíritu. Por lo tanto, el
corolario de todo esto es, simplemente que debemos pedirle al Señor que nos
revele los sucesos por venir y los tiempos adecuados para cada acción, sea lo
más pequeño y doméstico o sea lo que ocurrirá a nivel mundial.
Mateo 7:7 RVC
7 »Pidan, y se les dará, busquen, y
encontrarán, llamen, y se les abrirá.
Podríamos reescribir el versículo en su forma negativa: no
pidan (conocer los tiempos) y no se les dará (comprensión sobre ellos), no
busquen (entendimiento) y no lo encontrarán, no llamen (a la Cámara de los
Tesoros del Reino de los Cielos) y no se les abrirá.
Si hemos seguido los acontecimientos de los últimos años
podremos ver cómo “ellos” son muy precisos en los tiempos y las fechas, porque
conocen esta verdad y la aplican al detalle. Mientras tanto, veo que multitud
de cristianos está dando vueltas en el desierto sin atinar a encontrar el
camino ni mucho menos saber qué tienen que hacer en este tiempo preciso,
¡cuando tenemos a nuestra disposición toda la Fuente de Conocimiento!
Digamos de paso que 28 (14 x 2) simboliza la guía del
Espíritu, viene después de 27 que es el Ministerio de Salvación y le sigue 29,
que es salida, y que antecede a 30, que es la dedicación para el gobierno. Así
que, entender y aplicar los tiempos es necesario para “salir” de nuestro estado
actual y tomar luego la posición de autoridad.
Los cristianos en general han vivido mucho tiempo sin tener,
en general, una idea muy clara de “tiempos y momentos oportunos”, o en todo
caso, con unos conceptos básicos, más bien seculares, “debajo del sol”. A veces
hemos sido guiados por el Espíritu en acciones precisas, pero más bien como
eventualidades.
Pues bien, eso ha sido un error que, en todo caso, fue
“tolerable” en el pasado, pero por cierto no ahora. A medida que los tiempos se
vuelven más peligrosos y desafiantes, más precisos debemos ser en conocer los
tiempos, los días e incluso las horas adecuadas para cada evento, y no dudar en
lo que debe ser hecho en cada situación.
Danilo Sorti
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