Eclesiastés 3:8 RVC
8 el momento de amar, y el momento de
odiar; el momento de hacer la guerra, y el momento de hacer la paz.
Podemos entender fácilmente que hay gente o cosas que
podemos amar u odiar, con las que podemos estar en paz o en guerra. Más difícil
nos resulta entender que para cada una de esas acciones también hay un tiempo.
En este tiempo cuando la misericordia se ha exagerado, se
supone que debemos “amar a todos”, pero Dios mismo no lo hace y no lo ha hecho
nunca. También se supone que debemos expresar ese amor siempre, pero tampoco es
el caso.
Isaías 30:18 RVC
18 Por lo tanto, el Señor esperará un
poco y tendrá piedad de ustedes, y por eso será exaltado por la misericordia
que tendrá de ustedes. Ciertamente el Señor es un Dios justo; ¡dichosos todos
los que confían en él!
El principal objetivo del Señor no es que vivamos bien y
felices en esta tierra, sino que seamos perfeccionados para la eternidad, por
eso, no siempre nos manifestará expresamente Su amor, sino que a veces
“esperará un poco” y permitirá que suframos o pasemos por dificultades… y a
veces será “más que un poco” porque Él estará esperando a que realicemos los
cambios que debemos hacer.
Y es que de la misma manera que toda esta sección de
Eclesiastés no exhorta a saber hacer lo correcto en el tiempo correcto, también
nos advierte que Dios INEVITABLEMENTE hará lo correcto en el tiempo correcto,
lo sepamos o no, nos guste o no.
De la misma forma, somos instruidos a amar, o quizás sea
mejor dicho, “expresar nuestro amor” en el momento correcto y expresar nuestro
odio, o rechazo, también en el momento correcto.
Sabemos que tanto el amor como el odio no son sentimientos
que en una persona madura cambien de un día para el otro. Podemos fácilmente
amar u odiar determinadas acciones, ideas, palabras, actitudes, que pueden
estar (y están) en una misma persona; en esos casos debemos expresar nuestro
sentimiento con claridad, debe ser así para ayudar al otro a corregir lo
deficiente.
No vamos a cambiar nuestro sentimiento hacia una persona de
un día para otro, en tiempos normales no es algo que ocurra, incluso, en el
lapso de nuestra vida. Sin embargo, ya no estamos en esos tiempos, y la gente
rápidamente está siendo dividida en dos grupos, sin ya casi nada intermedio.
Aquellos que se esfuerzan en conservar su humanidad serán perfeccionados y cada
vez más objetos del amor de Dios y de unos hacia otros, aquellos que han
decidido obedecer al “dios estado” antes que al Creador verán como esa Imagen
será borrada cada vez más de ellos. Muchos de los que antes eran nuestros
amados habrán perdido ya toda cualidad buena y deberemos aborrecer en lo que se
habrán convertido.
Todos los que estamos vivos hoy y seguimos siendo humanos
tendremos que enfrentarnos dramáticamente con este pasaje de Eclesiastés porque
deberemos “odiar” a muchos de los que antes habremos amado. Pero, ¿no se supone
que eso debimos haberlo hecho, en un sentido, ya?
Lucas 14:25-27 RV60
25 Grandes multitudes iban con él; y
volviéndose, les dijo:
26 Si alguno viene a mí, y no aborrece
a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su
propia vida, no puede ser mi discípulo.
27 Y el que no lleva su cruz y viene en
pos de mí, no puede ser mi discípulo.
La palabra traducida por “amar” tiene también los sentidos
de: tener afecto (sexual o de otro tipo) por, amado, amador, amante, amar,
amigo, amor, deleitar, enamorado, enamorar, gustar, querer. Mientras que
“odiar” también implica: aborrecer (personalmente): aborrecedor, aborrecer,
aversión, contrario, enemigo, enemistad, menospreciar, odiada, odiar, odioso.
Así que ambas abarcar un amplio espectro de significados, por lo que su
aplicación también es amplia, tanto desde lo más profundo hacia lo más
superficial.
De todas formas, amar y odiar son sentimientos muy
profundos, quizás los más profundos que haya en nuestro corazón. Tanto es así
que el Señor lo dejó muy en claro:
Mateo 22:37-40 RVC
37 Jesús le respondió: «“Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.”
38 Éste es el primero y más importante
mandamiento.
39 Y el segundo es semejante al
primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
40 De estos dos mandamientos dependen
toda la ley y los profetas.»
Y también:
Mateo 6:24 RVC
24 »Nadie puede servir a dos amos, pues
odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes
no pueden servir a Dios y a las riquezas.
La esencia del Reino de Dios y la esencia de nuestra
salvación NO ES ni el conocimiento, ni la obediencia ni mucho menos una serie
de ritos u observancias correctas, sino el AMOR. Y no hay varios lugares para
el amor en nuestros corazones; o amamos a Dios por sobre todo, o no lo amamos.
Y cuando nos ponemos a escarbar un poco resulta que nos encontramos con tantos
“amores” que no deberían estar en nuestro interior…
Así que esta última línea de la sección nos lleva hacia los
sentimientos más profundos y hacia aquello que decididamente está por completo
en nuestro control. Progresivamente, desde el versículo 2 al 8 el escritor va
profundizando cada vez más en las acciones y sentimientos que terminan
dependiendo por completo de nosotros. Sobre el momento del nacimiento y de la
muerte no tenemos control, pero sobre el amor y el odio tenemos todo el control,
dependen de nosotros y, de hecho, es quizás lo único que realmente podemos
hacer nosotros y nadie más. Por lo tanto, llega a entender esta dimensión y
poder entregársela a Dios para que sea Él quien determine los momentos claves,
implica tanto una rendición a Su soberanía como, PRINCIPALMENTE, haber
entendido Su amor y Su cuidado tan profundo que hayamos podido descansar por
completo en lo que Él hace, por más extraño que nos parezca, tal como el Hijo:
Lucas 23:46 RVC
46 En ese momento Jesús clamó a gran
voz, y dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.» Y después de haber
dicho esto, expiró.
Pero el sentimiento debe expresarse en acciones, y eso es lo
que viene a continuación: un tiempo de guerra y un tiempo de paz. Algunos no
pueden vivir si no están en guerra contra todo y todos, otros no quieren saber
nada con el conflicto y buscan la paz a toda costa, otros pelean con quien no
tienen que pelear y están en paz con quien deberían estar en guerra… y otros no
tienen ni idea de qué hacer, técnicamente no están en guerra porque ya se han
rendido al enemigo…
En el mundo de hoy claramente no hay espacio neutral, nunca
lo hubo de hecho, pero los bandos no estuvieron tan definidos como ahora. Estar
en paz con un Reino implica estar en guerra con el otro reino. No podemos no
estar en guerra contra el reino de las tinieblas porque ese conflicto lo
declaró Dios mismo y no cesará hasta el final de los tiempos.
Génesis 3:15 RVC
15 Yo pondré enemistad entre la mujer y
tú, y entre su descendencia y tu descendencia; ella te herirá en la cabeza, y
tú le herirás en el talón.»
Hay una guerra entre dos linajes, si no estamos atentos,
estamos engañados. Pero a nadie le resulta fácil la guerra, exige un gran
esfuerzo material, económico y mental.
Guerra y paz se basan tanto en el amor como en el odio
(rechazo). Porque amamos la justicia y la verdad del Reino de Dios es que
odiamos al reino de las tinieblas y estamos en guerra con éste, para rescatar
todo lo que ha robado. Lo opuesto también es cierto, ¡no sea cosa que,
queriendo hacer el bien, nos encontremos luchando contra Dios y Sus planes!
Aunque esta guerra ha existido desde el principio y hoy se
ha intensificado tanto que es imposible no participar en ella, hay muchas
batallas que nos pueden exigir en determinados momentos hacer la guerra o hacer
la paz.
POR OTRO LADO, Y MUY IMPORTANTE, hay que saber que no
siempre podemos “ir a la guerra”, ni menos aún, luchar “contra todo y contra
todos”. Para algunos esta es una verdad difícil de aprender y más difícil de
aceptar. Sencillamente, no tenemos ni la fuerza, ni los recursos ni la
preparación para hacerlo. Aunque nunca dejemos de estar contra la injusticia y
la mentira que hoy imperan, habrá batallas que no podremos pelear, así que
tendremos que firmar una “tensa paz”, no porque sea lo correcto, sino porque
simplemente, no podemos luchar en este tiempo. Solo es posible cuando
entendemos que Dios sigue al control y Él sabe qué hacer. Si no somos nosotros,
Él ya tiene preparados a otros soldados, mientras nosotros somos sanados y
equipados para una próxima lucha.
Si tratamos de pelear más de lo debido, sencillamente nos
desgastamos y a la larga terminamos presos del desánimo y el agotamiento, otra
de las divisiones del ejército infernal, con la cual inutiliza a muchos buenos
guerreros.
Así que con esta última línea concluye el Espíritu
mostrándonos que “debajo del sol”, todo lo que podamos imaginar tiene un tiempo
oportuno.
Danilo Sorti
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