domingo, 19 de febrero de 2023

849. Por esto ora, y por esto, no ores

 

Miqueas 6:6-8 RVC

6 Tú, Israel, preguntas: «¿Con qué me presentaré ante el Señor? ¿Cómo adoraré al Dios Altísimo? ¿Debo presentarme ante él con holocaustos, o con becerros de un año?

7 ¿Le agradará al Señor recibir millares de carneros, o diez mil ríos de aceite? ¿Debo darle mi primogénito a cambio de mi rebelión? ¿Le daré el fruto de mis entrañas por los pecados que he cometido?»

8 ¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.

 

Miqueas es un profeta del siglo VIII a.C. y, para esta altura, la pregunta resultaba por demás de obvia. Tanto la estructura de sacrificios y adoración, que había sido establecida por la Ley de Moisés siglos atrás, como la más reciente revelación de los principios de esa Ley, la justicia, la misericordia y la humildad, expuestos insistentemente por los profetas, resultaban conocidos por toda la sociedad como para que existiera esta pregunta “dando vueltas” entre el pueblo. Una total obviedad, que, sin embargo, un pueblo idiotizado por la corrupción (en todos los órdenes) ni podía recordar ni podía entender cuando se lo volvieran a explicar.

 

Éxodo 14:15-16 RVC

15 Pero el Señor le dijo a Moisés: «¿Por qué me pides ayuda? ¡Ordena a los hijos de Israel que sigan su marcha!

16 Y tú, levanta tu vara, extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, para que los hijos de Israel lo crucen en seco.

 

Bueno Moisés, ya viste cosas increíbles en Egipto realizadas por el Señor, ¿y tenés que seguir preguntando qué es lo que hay que hacer? ¿No es obvio que hay que abrir el mar para atravesarlo? Bueno, puede ser que no resulte tan claro para nosotros, más de tres milenios después, pero sí lo era para Moisés en ese momento. No era necesario orar, simplemente actuar.

 

Josué 7:7-11 RVC

7 Y Josué exclamó: «¡Ay, Señor, Señor! ¿Por qué permitiste que el pueblo cruzara el Jordán? ¿Acaso fue sólo para entregarnos en manos de los amorreos, para que nos destruyan? ¡Hubiera sido mejor que nos quedáramos al otro lado del Jordán!

8 ¡Ay, Señor! ¿Qué puedo decir, ahora que Israel ha sido derrotado y que salió huyendo de sus enemigos?

9 Cuando lo sepan los cananeos y todos los pueblos que habitan esta tierra, vendrán y nos rodearán, y nos borrarán de la tierra. Y entonces, ¿qué vas a hacer con tu gran fama?»

10 El Señor le respondió a Josué: «¿Por qué estás con el rostro en el suelo? ¡Levántate!

11 Israel ha pecado. Ha quebrantado el pacto que yo le ordené, y además ha tomado lo que le prohibí tomar. Han robado, han mentido, y han guardado entre sus pertenencias lo robado.

 

¡Otra vez Josué! ¿No viste de sobra ya que cuando Israel era derrotada o castigada, el motivo era el pecado? ¿Por qué estás preguntando “qué pasó”? La pregunta correcta es “¿quién pecó?” De nuevo, en nuestra perspectiva no se aprecia adecuadamente la obviedad, pero desde la perspectiva de vida de Josué, sí.

 

Jeremías 11:14-15 RVC

14 »Así que tú, Jeremías, no me ruegues por este pueblo; no eleves hacía mí ningún clamor ni oración por ellos, porque el día que afligidos clamen a mí yo no les haré caso.

15 ¿Qué derechos puedes reclamar en mi casa, amada mía, si has incurrido en tantos hechos repugnantes? ¿Crees acaso que los sacrificios y la carne consagrada de los animales ofrendados pueden librarte del castigo? ¿Puedes jactarte de eso?»

 

Ya era claro que no había ninguna solución posible más que la invasión y el destierro, así que, ¿para qué orar? Solo restaba anunciar el mensaje para que, una vez expulsados a países lejanos, los sobrevivientes recordaran las palabras de Jeremías y se volvieran al Señor.

 

Lucas 22:37 RVC

37 Porque yo les digo que todavía se tiene que cumplir en mí aquello que está escrito: “Y fue contado entre los pecadores”. Porque lo que está escrito acerca de mí, tiene que cumplirse.»

 

Nada de lo que iba a pasar Jesús podía evitarse, estaba escrito y era necesario que se cumpliera. Solo quedaba orar por fortaleza, que es lo que hizo en el huerto de olivos, y sus discípulos no.

 

 

Ahora bien, resulta bastante claro que la oración es un eje fundamentalísimo en toda la Biblia. Cualquier genuino líder cristiano no podría hacer demasiado énfasis en el tema, ¡demasiada poca es la oración que tenemos! Más bien, ¡extremadamente escasa! Y aún así, un buen porcentaje de ella simplemente es inútil.

 

Dejemos de lado las recomendaciones que hizo Jesús acerca de la oración y que muchas veces no cumplimos. Al menos, eso es algo bien claro, que está escrito y que podríamos entender si lo leyéramos.

 

Lo que no es “tan claro”, al menos a primera vista, es el cuándo debemos orar y cuándo no.

 

Está bien que los ejemplos que presenté al principio son bastante “extremos”, propiamente, ¡no son cosas que uno esperaría encontrar en su vida cotidiana! (al menos no hasta ahora…), pero si están puestos allí es para nuestra enseñanza, así que algo deberían decirnos.

 

Creo que hay un punto central para responder a la cuestión del título y es que tenemos asuntos sobre los que Dios ya ha hablado claramente, sea de manera general en Su Palabra o sea de manera específica a nosotros (directamente, a través de alguna palabra profética). Es decir, no se trata de un asunto que nos es confuso y sobre el cual no tenemos muchos antecedentes o un conocimiento claro, sino de una situación o de un contexto que ya deberíamos conocer bien.

 

Y esto nos lleva al otro asunto, “deberíamos…” Pero por diversas razones, “no lo hicimos…” Es decir, cuando estamos orando y decididamente Dios está fastidiado con nuestra oración, es porque hemos sido descuidados e intencionalmente necios para no prestar atención a una serie de cuestiones que podríamos conocer ya muy bien. No hemos leído lo que claramente dice Su Palabra, no hemos prestado atención a los buenos consejos que nos advertían sobre ciertas cosas, no hemos analizado bien la situación, no hemos seguido el transcurso de los acontecimientos y lo que Dios ha estado haciendo y diciendo.

 

Como dije, este tema es complicado para nosotros hoy y no voy a “concluir” con una serie de recomendaciones porque creo que las cosas por las que tenemos que orar o no tenemos que orar dependerán en buena medida de cada persona, de cada circunstancia y de cada tiempo “kairos”. Solo una fuerte recomendación: debemos tener cuidado en entrar en discusiones sobre este asunto A MENOS QUE tengamos una clara palabra o entendimiento de parte de Dios, porque, como dije, esos motivos pueden ser diferentes para uno y para otro. Y debemos tener el oído espiritual lo suficientemente abierto como para escuchar cuando el Espíritu nos indica claramente ya sea orar o no orar por determinado asunto.

 

Como nota al pie diremos que el ser humano, en el diseño original divino, recibió mucho poder sobre la Creación. Ese poder quedo en parte anulado y en parte velado en la caída, y eso fue necesario para que no hiciéramos desastres con un poder que terminaríamos usando mal. Hay dos caminos para recuperar ese poder, uno es, obviamente, el camino de las tinieblas, con las consecuencias que vemos por todos lados, y otro es el camino abierto por Cristo, que permite liberar una enorme potencia de bendición y restauración.

 

En la medida que recuperamos ese poder habrá menos cosas para orar porque, sencillamente, solo deberemos declarar la palabra de autoridad. La oración, en ese caso, no dejará de ser necesaria ni será “menos importante”, más bien lo contrario, porque deberemos ser muy cuidadosos en usar esa autoridad de la manera correcta, y deberemos tener muchísimo dominio propio para NO USARLA cuando haya propósitos mayores:

 

Mateo 26:52-54 RVC

52 Entonces Jesús le dijo: «Vuelve tu espada a su lugar. Quien esgrime la espada, muere por la espada.

53 ¿No te parece que yo puedo orar a mi Padre, y que él puede mandarme ahora mismo más de doce legiones de ángeles?

54 Pero entonces ¿cómo se cumplirían las Escrituras? Porque es necesario que así suceda.»

 

Cuando podamos tener este mismo dominio propio tendremos entonces la misma autoridad de Cristo, y entonces, solo una breve oración (por la gente, no por nosotros) bastará:

 

Juan 11:41-43 RVC

41 Entonces quitaron la piedra. Y Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado.

42 Yo sabía que siempre me escuchas; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.»

43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: «¡Lázaro, ven fuera!»

 

 

Danilo Sorti

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario