domingo, 19 de febrero de 2023

846. La idolatría al estado

 

Apocalipsis 13:3-4 RVC

3 Una de sus cabezas parecía tener una herida mortal, pero su herida fue sanada. Toda la gente se llenó de asombro y siguió a la bestia,

4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y también a la bestia. Decían: «¿Quién puede compararse a la bestia? ¿Quién podrá luchar contra ella?»

 

Hace un tiempo atrás leí un concepto en un libro lo ocurrido en plandemia y más adelante que me resultó impactante, no tanto porque me hubiera resultado novedoso sino porque lo exponía con brevedad y claridad: lo que estábamos viviendo era, ni más ni menos, que la idolatría al estado, incluso de muchos cristianos.

 

La Biblia es clara:

 

Mateo 6:24 RVC

24 »Nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas.

 

Siempre solemos hacer una lectura superficial de este versículo y nos quedamos con la dicotomía Dios – Mamón (dios de las riquezas), pero frecuentemente olvidamos que ese contraste se basa en un principio superior: no se puede servir a dos amos; solamente uno es el que puede tener la última palabra en nosotros.

 

De otra forma está expresado esto en el más grande de los mandamientos:

 

Marcos 12:29-31 RVC

29 Jesús le respondió: «El más importante es: “Oye, Israel: el Señor, nuestro Dios, el Señor es uno.”

30 Y “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”

31 El segundo en importancia es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento más importante que éstos.»

 

Si el máximo amor corresponde a Dios, no puede haber “otro amor” que compita con Él, ni por encima ni al lado. Ahora bien, cuando a Jesús le preguntan por el más grande de los mandamientos era porque estaban perdidos entre sus 613 mandamientos, precisamente porque no tenían el criterio adecuado para ordenarlos, es decir, categorizarlos. Jesús claramente no anuló la Ley y no dejó de cumplir con todos esos mandamientos en Su vida (una parte de ellos sigue siendo válida para nosotros hoy) ni mucho menos animó a Sus discípulos a desobedecerlos (los mandamientos de Dios, que no son lo mismo que los mandamientos humanos que habían puesto en ese entonces… y hoy también) sino que les dio el criterio correcto: a partir del primero todos los otros se acomodaban y se justificaban o no las excepciones.

 

Pero si escarbamos un poco más profundo, el verdadero problema es que tenían un corazón dividido entre “varios amores”, por eso no podían entender el orden de los mandamientos. Sencillamente, muchos problemas “intelectuales” en realidad son problemas emocionales o de lo profundo del corazón, no se trata de que “no entendemos”, se trata de que en lo profundo de nuestro ser “no queremos aceptar” tal o cual verdad.

 

Así, un corazón dividido en los hijos de Dios les impide entender ciertas verdades, por más montañas de argumentos que se amontonen.

 

Los judíos debían tener esto en claro, ya que Dios se encargó de dejarlo grabado a fuego por medio de Moisés:

 

Éxodo 20:2-10 RVC

2 «Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de la tierra de Egipto, donde vivías como esclavo.

3 »No tendrás dioses ajenos delante de mí.

4 »No te harás imagen, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

5 »No te inclinarás ante ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte y celoso. Yo visito en los hijos la maldad de los padres que me aborrecen, hasta la tercera y cuarta generación,

6 pero trato con misericordia infinita a los que me aman y cumplen mis mandamientos.

7 »No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque yo, el Señor, no consideraré inocente al que tome en vano mi nombre.

8 »Te acordarás del día de reposo, y lo santificarás.

9 Durante seis días trabajarás y harás toda tu obra,

10 pero el día séptimo es de reposo en honor del Señor tu Dios. No harás en él ningún trabajo. Ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que viva dentro de tus ciudades.

 

El concepto de amor no era tan “extendido” en ese entonces, pero está implícito en los tres primeros mandamientos. Lo opuesto a eso es la idolatría; que no se trata solo de “servir”, es decir, “rendir culto” a otros dioses, sino de amarlos literalmente.

 

Israel tuvo un duro conflicto con la idolatría a lo largo de su historia y parece que eso quedó completamente resuelto una vez que volvió Judá del cautiverio babilónico o las otras tribus dispersas pasaron por el proceso. Hacia el tiempo de Jesús era un tema cerrado ya para Israel.

 

La primera iglesia tuvo muchos cristianos de origen pagano en su seno, por lo que el problema de la idolatría cobró nueva relevancia, aunque el sustrato judío de esas congregaciones rápidamente pudo tratar con el tema. Así que resulta extraño lo que dice el apóstol Juan, en uno de los últimos escritos de todo el Nuevo Testamento, cuando ya los principios básicos del cristianismo habían sido establecidos:

 

1 Juan 5:21 RVC

21 Hijitos, manténganse apartados de los ídolos. Amén.

 

No resulta, empero, tan desubicado si lo relacionamos con el tema de la carta, el amor, y éste a su vez con lo que estuvimos diciendo más arriba en el texto. Aunque podían seguir teniendo problemas con los ídolos propiamente dichos, el principal problema que enfrentaría la cristiandad sería con los ídolos más sutiles, los que no se presentaban con estatuas colosales y rituales sangrientos.

 

El engaño, precisamente por ser tal, no avanza “de frente” sino “por el costado”, así, la idolatría no se va a presentar groseramente, sino de a poco. Esto significará ir cediendo el control de lo que le corresponde a Dios. Pero incluso es más sutil que eso, empieza con ceder nuestra libertad y autonomía, dadas por Dios a todo el género humano, al control de otro. El “ídolo” no se va a presentar como tal exigiendo adoración, sino que va a avanzar sobre el área de autoridad de Dios, y especialmente sobre la más voluble, nosotros mismos.

 

¿Qué puede ocupar el lugar de Dios en nuestra sociedad secularizada? Los ídolos representados en estatuas siguen siendo un muy buen atractivo, pero hay otro más sutil, tanto que muchos cristianos han caído en eso: la idolatría al gobierno. Cuando se ha secularizado la sociedad y se han “eliminado” los ídolos del pasado, cuando se ha sacado a Dios de la mente de las personas (sea por completo o sea a los fines prácticos), ¿qué queda “más grande” que uno? Las personas irremediablemente necesitan seguir a algo más grande que ellas, todos lo hacen, lo llamen como lo llamen. Si no es Dios, es el “dios estado”.

 

Las sociedades tienen una larga historia de adoración al estado, o a los dioses estatales que lo sostenían, o a sus emperadores que los representaban, o a los tres juntos, más frecuentemente. Creo que el hecho es tan conocido que no necesito mostrar los ejemplos bíblicos.

 

Pero bajo una herencia de principios cristianos y una democracia formal (pero nunca real), el estado hoy se ha disfrazado de tal forma que parece estar muy alejado de ese objeto idolátrico de tiempos muy pasados… o quizás no tan pasado… Todos los estados fascistas, de hace unas décadas atrás nomás, han revivido ese modelo, más modernizado, pero similar. Todos los estados de izquierda se encuentran en lo mismo, aunque mantengan una apariencia de “populares”. Y todo el proceso actual de los gobiernos tiende hacia esa concentración de poder, con una cáscara de democracia cada vez más tenue.

 

Tenemos el engaño de la historia reciente, por el cual mucha gente y muchos cristianos no logran darse cuenta de que nuestros estados rápidamente se están volviendo tiránicos y absolutistas, tal como será finalmente el modelo del Anticristo. Al requerir cada vez más obediencia y penetrar en las áreas que no les han sido dadas por Dios sino que nos las ha reservado a nosotros, se están transformando en “dioses” que exigen adoración.

 

Ninguno de los falsos dioses de la antigüedad, y del presente, ha sido adorado por un “amor puro y profundo”, ¡de ninguna manera! Todos sus adoradores en realidad esperaban, y esperan, conseguir beneficios de ellos; hay una “transacción espiritual”. Exactamente lo mismo pasa con el estado, y si no es beneficio, es por temor, en este caso, hay que “aplacar al dios estado” para que no se enfurezca con nosotros y nos recorte beneficios. Lo mismo que pasó con la plandemia: había que aplacar al “dios virus” (que de hecho, nadie había aislado ni lo han hecho aún), que nadie veía ni ve, pero cuya ira podía encenderse de repente si no se cumplían con las normas que sus sacerdotes de batas blandas dictaban.

 

Al borrar a Dios de sus mentes, sea de palabra, como los ateos o agnósticos, o sea de hecho, como tantísimos cristianos para los que Dios sigue siendo alguien medio desconocido “allá arriba” pero que no tiene mucho que ver con el “acá abajo”, han terminado adorando al estado.

 

Me dirán que hay muchos que, sin necesariamente ser cristianos o religiosos en particular, no adoran al estado, y es cierto. Muchos de ellos, principalmente ellos, son los que no han caído en el engaño plandémico. Pero si ahondamos un poquito encontraremos que todos ellos están basados en la “Ley Natural”, que en el fondo, no es más que la expresión de la Ley que Dios dejó para todos los hombres. Quizás no tienen un enfoque en el Dios revelado en la Biblia, pero sí que lo tienen en el Dios revelado en la Creación.

 

Esta idolatría, que ha penetrado profundamente en los círculos cristianos más fieles, es la gran lucha que tenemos por delante. Por ahora permanece difusa, y así lo será para muchos hasta que aparezca el Personaje que ya sabemos… pero para entonces será demasiado tarde para demasiadas personas.

 

 

Danilo Sorti

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