domingo, 19 de febrero de 2023

844. En el tiempo señalado – XI: romper y coser

 

Eclesiastés 3:7 RVC

7 el momento de romper, y el momento de coser; el momento de callar, y el momento de hablar;

 

La palabra que se traduce por “romper” es “rasgar”, lo cual nos lleva al sentido de “rasgarse las vestiduras”, acción pública que expresaba una profunda indignación por algún dicho o hecho. Creo que el verdadero sentido debe interpretarse en relación con “callar y hablar”; es decir, lo que tiene que ver con las expresiones públicas.

 

La expresión “rasgarse las vestiduras” ha adquirido una connotación bastante negativa con el paso del tiempo, indicando hipocresía de quien lo hace. No fue así en sus orígenes. Tengamos en cuenta que la ropa ha sido siempre un objeto muy costoso y es solo en tiempos modernos que se ha vuelto (relativamente) accesible.

 

Uno se rasgaba las vestiduras para indicar un profundo dolor, tanto que lo había “partido por dentro”. El dolor iba unido a la indignación, y al “rasgarse” uno mostraba ante toda la sociedad lo que estaba pasando en su interior, ¿para recibir consuelo, aliviar la pena, dar un mensaje respecto de lo que “no debía ser”, anunciar una injusticia? Todo eso junto.

 

Como mensaje era muy fuerte y la comunidad no podía permanecer indiferente ante el hecho. Había que consolar al sufriente, que no podía llevar la carga solo y aislado del resto, y había que reparar la injusticia, si era posible. Nadie podía “dejar de escuchar” este mensaje “sin palabras”, y nadie podía permanecer indiferente.

 

Por supuesto, uno no se rasgaba las vestiduras por cualquier situación, ni tampoco era algo de un día. La misma ropa se usaba mucho tiempo, así que las personas seguirían con su ropa rasgada por unos cuantos días, de tal forma que toda la comunidad se enterara de lo sucedido.

 

Habrá un tiempo en el que nuestra comunidad cercana tendrá que saber el dolor que estamos pasando y necesitaremos recibir su consuelo y su ayuda, si es posible, para reparar la injusticia. Es el momento en el que debo requerir a la comunidad que me preste atención “a mí”, y la comunidad deberá hacerlo.

 

Y también habrá un tiempo en el que sea necesario coser la ropa rasgada, porque ya no es necesario o conveniente seguir publicando ese dolor.

 

Tenemos en nuestro país el triste ejemplo de diversas organizaciones autoproclamadas de “Derechos Humanos” que han tomado determinadas causas (a veces justas, a veces parcialmente justas y a veces totalmente falsas) y han “rasgado sus vestiduras” gritando “su” dolor a los cuatro vientos. Pero nunca han cosido esas rasgaduras y se transformaron en vientres de odio que han llegado a parir generaciones infectadas por sus mentiras y su odio, por supuesto, totalmente funcionales a la línea política a la que adscriben. De hecho, en la esencia del pensamiento marxista y neomarxista se encuentra este principio.

 

Lo mismo que vale a nivel comunitario vale a nivel personal: habrá un tiempo en el que deberemos permitirnos “ser rasgados” y expresar todo nuestro dolor y angustia, y buscar la ayuda necesaria. Habrá un tiempo en el que deberemos cerrar la herida.

 

Hebreos 12:15 RVC

15 Tengan cuidado. No vayan a perderse la gracia de Dios; no dejen brotar ninguna raíz de amargura, pues podría estorbarles y hacer que muchos se contaminen con ella.

 

Toda raíz de amargura tiene el potencial de contaminar a muchos.

 

Santiago 3:11 RVC

11 ¿Acaso de una misma fuente puede brotar agua dulce y agua amarga?

 

Y si no se cierra completamente, va a seguir apareciendo en todo lo que digamos y hagamos.

 

Es inevitable el dolor y la amargura, precisamente por eso mientras más rápido y mejor los procesemos y los tratemos, más rápido y mejor podremos “coser la rasgadura”.

 

En íntima relación con eso pero más general tenemos los tiempos de “hablar y callar”.

 

Habría muchísimo para decir aquí, y creo que el concepto es bastante conocido por todos. Pero veamos algunos casos “extremos”:

 

Juan 16:12-13 RVC

12 »Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden sobrellevar.

13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir.

 

Aún la verdad dicha en oídos receptivos tiene una medida. Había muchísimas cosas muy serias e importantes que ellos debían saber, pero no era el momento. Jesús no fue deshonesto con ellos, al contrario, les garantizó que seguirían escuchando Su voz a través del Espíritu, pero “calló” lo que en ese momento no podían recibir.

 

Hechos 16:6-10 RVC

6 Como el Espíritu Santo no les permitió proclamar la palabra en Asia, ellos se limitaron a atravesar Frigia y la provincia de Galacia.

7 Cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu tampoco se lo permitió.

8 Entonces dejaron de lado a Misia y llegaron a Troas.

9 Allí, una noche Pablo tuvo una visión, en la que veía ante él a un varón macedonio, que suplicante le decía: «Pasa a Macedonia, y ayúdanos.»

10 Después de que Pablo tuvo la visión, enseguida nos dispusimos a partir hacia Macedonia, pues estábamos seguros de que Dios nos estaba llamando a anunciarles el evangelio.

 

Algunos años después hubo en la provincia de Asia (actual Turquía) un avivamiento que llegó a trastornar incluso el negocio de los orfebres que hacían réplicas del templo de Diana, pero justo en el tiempo del capítulo 16 no era la oportunidad de hablar, porque había otras ciudades que estaban dispuestas a escuchar.

 

Hechos 16:25-33 RVC

25 A la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, mientras los presos los escuchaban.

26 De pronto hubo un terremoto, tan violento que los cimientos de la cárcel se estremecieron. Al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.

27 El carcelero despertó, y cuando vio abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada y quiso matarse, pues pensaba que los presos habían huido.

28 Pero con fuerte voz Pablo le dijo: «¡No te hagas ningún daño, que todos estamos aquí!»

29 Entonces el carcelero pidió una luz y, temblando de miedo, corrió hacia dentro y se echó a los pies de Pablo y de Silas;

30 luego los sacó y les preguntó: «Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?»

31 Ellos le dijeron: «Cree en el Señor Jesucristo, y se salvarán tú y tu familia.»

32 Y les hablaron de la palabra del Señor a él y a toda su familia.

33 A esas horas de la noche el carcelero los tomó y les lavó las heridas, y luego él y toda su familia fueron bautizados;

 

El mismo que unas horas antes los había metido en lo más profundo y hediondo de la cárcel ¡ahora estaba totalmente abierto para escuchar el Evangelio! Ahora sí era el momento en que Pablo hablara.

 

Hay situaciones externas que los habilitan o no para hablar, hay posiciones del corazón de las personas, y hay cuestiones internas que nos capacitan o no. De la misma manera, Dios tiene tiempos en los cuales puede hablarnos determinadas cosas y tiempos en los que no… solo que ahí somos nosotros los que tenemos buena parte del control de esos momentos…

 

 

Danilo Sorti

No hay comentarios:

Publicar un comentario