domingo, 19 de febrero de 2023

842. En el tiempo señalado – IX: buscar y perder

 

Eclesiastés 3:6 RVC

6 el momento de buscar, y el momento de perder; el momento de guardar, y el momento de desechar;

 

Creo que este pasaje está muy relacionado con el anterior, solo que lleva el tema a un plano más general. “Buscar y perder”, “guardar y desechar”; dan la misma idea que el versículo 5 pero en relación a cualquier cosa que sea posible de “buscar o perder”, de “guardar o desechar”.

 

Es un poco extraño pensar que hay un “tiempo de buscar”, normalmente somos enseñados a estar continuamente alerta a las oportunidades; basados en la dinámica emprendedora, uno debería estar siempre buscando lo que necesita para sus proyectos porque no sabe dónde ni cuándo aparecerán esos recursos. Sin embargo, Eclesiastés parece ir en un sentido contrario…

 

En el fondo, subyace la cuestión de si “somos nosotros” los que encontramos las oportunidades, o es en realidad Dios quien nos las envía en el momento preciso. Si todo depende de nosotros, es claro que no podemos dejar de estar alertas a cada instante. Si Dios sigue al control, tampoco debemos “hacer la plancha” pero no necesitamos estar en tensión continua. Esto es lo que quiso decir el Señor:

 

Lucas 12:29 RV95

29 Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud,

 

Justamente la palabra que se traduce por “preocuparse” también tiene el sentido de “buscar”, “procurar”. Quizás de todos los pares de opuestos que menciona la sección, la que más difícilmente podamos ubicar en “un tiempo” y no “fuera de él”, sea esto: buscar y perder.

 

Entonces, no se trata de que no haya que buscar o esforzarse por encontrar, sino de entender cuáles son los tiempos propicios, cuándo se puede buscar porque hay algo para encontrar y cuándo no hay nada para encontrar o bien los obstáculos son tan grandes que no vale la pena el esfuerzo. Recordemos: cuando hacemos algo, no hacemos lo otro… Si nuestra mente y atención están concentradas en buscar “eso” (porque no buscamos cualquier cosa, buscamos “eso”, en todo caso, “eso, esto y aquello”, pero no mucho más) no puede estar concentrada en hacer otra cosa, que seguramente podría desarrollarse mucho más fácil y exitosamente en ese momento.

 

Eclesiastés no nos dice cuáles son esos tiempos, en rigor, nos exhorta a entender que hay tiempos. Creo que su perspectiva “debajo del sol” no le permite comprender claramente cuándo debe ocurrir cada cosa, pero si vamos al principio de todo nos encontramos con lo siguiente:

 

Génesis 1:14,15 DHH

14-15 Entonces Dios dijo: “Que haya luces en la bóveda celeste, que alumbren la tierra y separen el día de la noche, y que sirvan también para señalar los días, los años y las fechas especiales.

Y así fue.

 

Hay momentos que Dios dejó marcados en los cielos. Los ángeles caídos han hecho su morada en muchos de estos cuerpos celestes y en cierto sentido han corrompido esto a través de una especie de adivinación mediante las estrellas y los planetas, pero ese no es el diseño original del Creador. De hecho, el nacimiento del Mesías fue señalado por nueve conjunciones astronómicas que ocurrieron en el tiempo preciso y en el lugar preciso, con una posibilidad de una en quinientos millones de años de repetirse. Sé que el tema es complicado y no voy a explayarme en él, necesita ser redimido, sin dudas.

 

Por otro lado, para los hijos de Dios hay un recurso mucho más claro y accesible:

 

Juan 16:13 RVC

13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir.

 

Pero también se nos advierte de algo:

 

Mateo 7:7-11 RVC

7 »Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá.

8 Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre.

9 ¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra?

10 ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente?

11 Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan!

 

Notemos que nueve veces se nos insta a pedir con la seguridad de recibir. ¿Por qué no pedir la sabiduría para entender los tiempos propicios para cada acción?

 

Y algo que necesitamos pedir, pero normalmente no somos conscientes, es la sabiduría para entender el tiempo para buscar y el tiempo para abstenernos de buscar… así como el tiempo para perder.

 

Perder es algo más complicado aún. La palabra en hebreo tiene varias acepciones, desde lo más suave, similar al uso de “perder” en castellano, hasta la destrucción o perdición eterna. Sin embargo, el sentido preferido aquí tiene que ver con “perder” en contraposición con “buscar”.

 

Por lo pronto, “perder” tiene una connotación tan negativa en nuestros idiomas, e incluso en la Biblia misma, que no podemos pensar en algo bueno que implique “perder”, por más de que el contexto de esta sección así parece exigirlo (es decir, si “hay un tiempo” para cada cosa, es porque cada una de esas cosas son necesarias). ¿Puede haber algo bueno en “perder”?

 

Salmos 119:71 DHH

71 Me hizo bien haber sido humillado,

pues así aprendí tus leyes.

 

Y sí, puede haberlo. Cuando sufrimos pérdidas necesitamos volvernos a Dios en humildad, y aunque el propósito no sea agradable ni bueno, el resultado sí lo es.

 

Por otro lado, hay una realidad muy práctica:

 

Lucas 10:1-4 RVC

1 Después de esto, el Señor eligió a otros setenta y dos, y de dos en dos los envió delante de él a todas las ciudades y lugares adonde él tenía que ir.

2 Les dijo: «Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores. Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies.

3 Y ustedes, pónganse en camino. Pero tengan en cuenta que yo los envío como a corderos en medio de lobos.

4 No lleven bolsa, ni alforja, ni calzado; ni se detengan en el camino a saludar a nadie.

 

Notemos el versículo 4: “no lleven” y “no saluden” (¡y eso podía implicar PERDER amigos!)

 

Y veamos también:

 

Hebreos 12:1 RVC

1 Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuestro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.

 

Y también:

 

Mateo 11:29-30 RVC

29 Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma;

30 porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana.»

 

Perder no es malo cuando se trata de despojarnos de cargas innecesarias. Dado que tenemos la tendencia a acumular más de lo debido, y a cargarnos con más responsabilidades o preocupaciones de las que debemos (o más bien, CON las que no debemos), perder de vez en cuando lo que nunca debimos tener, o lo que sirvió solo en el pasado, no viene nada mal. Al contrario, es una bendición.

 

Como perder es un proceso doloroso, instintivamente no queremos que ocurra. Biológicamente estamos preparados para acumular y no perder, ya que en el ambiente natural el alimento y los recursos no sobreabundan, y los seres vivos deben aprovecharlos cuando se encuentran. Eso está muy bien para los organismos en la naturaleza, pero no necesariamente para nosotros hoy día.

 

Seguimos charlando sobre el tema en el próximo artículo.

 

 

Danilo Sorti

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