domingo, 19 de febrero de 2023

838. En el tiempo señalado – V: matar y curar

 

Eclesiastés 3:3 RVC

3 el momento en que se hiere, y el momento en que se sana; el momento en que se construye, y el momento en que se destruye;

 

Eclesiastés 3:3 DHH

3 Un momento para matar, y un momento para curar. Un momento para destruir, y un momento para construir.

 

En una cultura rural resultaba claro que habría un momento para cuidar y curar a los animales que se criaban y otro momento en el que había que sacrificarlos. También en la misma sociedad, acostumbrada a las guerras, vendría el momento del conflicto y la muerte y el tiempo de la paz y el cuidado. En este último sentido la humanidad no ha cambiado, lamentablemente, más bien, se ha perfeccionado para que los momentos de matanzas sean cada vez más rápidos, “eficientes” y abarquen a la mayor cantidad de personas; mientras que la acción de “curar” se encuentra, hoy, completamente cooptada por las mafias farmacéuticas y médicas…

 

Pero veamos la perspectiva espiritual de estas dos acciones.

 

Lo primero que encontramos es cierto paralelismo con el primer par: nacer y morir, solo que esta vez las acciones las ejecuta la persona sobre “un tercero” o sobre algo externo. Hay un momento para hacer morir algo, o, como también se puede traducir, para “herir”; y luego hay un momento para sanar.

 

Colosenses 3:5-6 RVC

5 Por lo tanto, hagan morir en ustedes todo lo que sea terrenal: inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia. Eso es idolatría.

6 Por cosas como éstas les sobreviene la ira de Dios a los desobedientes.

 

Todos somos portadores de una naturaleza caída que debe morir cada día, pero que no lo va a hacer de buena gana, más bien, debemos hacerla morir conscientemente, ¿y cómo se logra eso?

 

Hebreos 4:12-13 RVC

12 La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

13 Nada de lo que Dios creó puede esconderse de él, sino que todas las cosas quedan al desnudo y descubiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas.

 

La Palabra de Dios, tanto la escrita como el Espíritu, que la hace viva, es la que tiene el poder de HERIRNOS para exponer lo que verdaderamente hay en nuestro interior, de tal forma que seamos sanados.

 

Tenemos dos opciones: o dejamos que sea Dios quien haga la herida y “mate” lo que deba morir, o lo hacenos nosotros y nos ahorramos tiempo y sufrimiento. Justamente, el texto de Eclesiastés nos sugiere lo segundo.

 

Oseas 6:1 RVC

1 ¡Vengan, volvamos nuestros ojos al Señor! Ciertamente él nos arrebató, pero nos sanará; nos hirió, pero vendará nuestras heridas;

 

Si algo caracterizó el ministerio de Jesús fue el poder de sanidad que manifestó, que luego transmitiera a Sus discípulos. Tenemos que entender que esa sanidad no es solo física (que por cierto lo es) sino que en un sentido espiritual está indicando la sanidad profunda del alma. Así como usamos la Palabra para “atravesarnos” a nosotros mismos a fin de herir y matar la mala naturaleza, usamos luego el poder de sanidad para aplicarla sobre la herida, para que Dios construya allí una nueva naturaleza.

 

Si pudimos hacerlo en nosotros (o más bien, en la medida que estamos haciéndolo en nosotros) entonces podemos hacerlo en los otros.

 

Hay situaciones, actitudes, pensamientos, sentimientos, acciones que debemos decididamente “matar” con la espada del Espíritu. No podemos tolerarlas. Todo el Antiguo Testamento está lleno de guerras que Dios mismo inició contra Sus enemigos, y no pensemos que el Nuevo Testamento “cambió” en ese sentido: ahora las guerras no son físicas, sino espirituales, pero no por eso menos intensas o trascendentales, más bien, lo contrario.

 

A medida que los tiempos se oscurecen más, Dios nos está llamando a una guerra mucho más intensa contra las tinieblas. Si hemos pasado las dos etapas anteriores, podremos encarar esta tercera.

 

Y de esa guerra quedan “heridos”, que son aquellos que han abierto los ojos y se han dado cuenta del camino de condenación que llevaban y de cuán miserables son. Y los heridos que hoy tenemos están REALMENTE heridos, por lo que el poder de sanidad que debemos desplegar hoy es superior al que ha sido manifestado en todos los siglos pasados.

 

2 Corintios 3:5 RVC

5 Y no es que nos creamos competentes por nosotros mismos, como si esta competencia nuestra surgiera de nuestra propia capacidad. Nuestra competencia proviene de Dios,

 

La verdadera competencia espiritual siempre vino de Dios, solo que en tiempos pasados podíamos “disimular” con una buena capacitación humana. A medida que los tiempos se oscurecen más, esto no es posible.

 

La guerra sin cuartel es contra las huestes de maldad, que tienen cada vez más engañadas a las personas. Cuando alguien es liberado, saldrá de su prisión lleno de heridas, tantas que podemos creer que realmente no ha habido cambios en su corazón. Allí es donde nos toca sanar.

 

No voy a abundar en detalles porque hay bibliotecas enteras describiendo el proceso de sanidad del alma, aunque no seamos expertos en el tema (ya que hay ministerios específicos al respecto), tenemos que tener siempre el “botiquín de primeros auxilios”, tanto para los otros como para nosotros.

 

Herir, matar, curar y sanar son procesos que, como todos, debemos hacer conforme la guía del Espíritu.

 

Danilo Sorti

 

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