Mateo 24:11-13 RVC
11 Muchos falsos profetas se levantarán, y
engañarán a muchos;
12 y tanto aumentará la maldad que el amor de
muchos se enfriará.
13 Pero el que resista hasta el fin, será
salvo.
Engaño, falsos profetas, maldad y amor
enfriado, además de los juicios del Padre cayendo sobre una humanidad en
extremo pecadora… ¡vaya “combo” de los últimos tiempos! Hemos hablado sobre el
engaño, sobre los falsos profetas, sobre el pecado y la maldad extrema de los
últimos tiempos, sobre el espíritu de antinaturalidad que inunda toda la
humanidad, de lo cual la exaltación de la sodomía es nada más que “la frutilla
del postre”. Pero nos cuesta más hablar del amor… precisamente porque NUESTRO
PROPIO AMOR se ha enfriado.
¿Cómo podemos de amor si nosotros nos hemos
cerrado a él? ¿Cómo podemos discernir donde hay amor y donde no si nosotros
mismos estamos fríos? Hay algunas características del fin de los tiempos que
son relativamente fáciles de identificar y resistir, lo cual no significa que
nos resulte fácil vencer, es más, ¡para nada fácil! Pero sabemos de qué se
trata, están ahí, tienen “nombre y apellido”, y podemos realizar determinadas
acciones para resistir o combatir, o por lo menos para no ser engañados.
Pero eso es un nivel más bien “básico”, en
extremo necesario, por supuesto, pero no es todo. De nuevo, vale hacer un
paréntesis aquí y decir que sigue siendo urgente que muchos de nuestros
hermanos sean alertados sobre esto porque están siendo engañados y se aproximan
desprevenidos hacia el desenlace de estos últimos tiempos. Por ejemplo, cuando
comento acerca de los eventos antes del arrebatamiento, la caída del meteorito,
terremoto, tsunami, hambre, pestes, etc., normalmente recibo una mirada mezcla
de ignorancia e incredulidad, a pesar de que el Señor está hablando a través de
muchísimos profetas sobre eso.
Pero avancemos un poco más, aquellos que ya
están advertidos, que tienen sus oídos abiertos a la voz de los profetas y sus
ojos esclarecidos frente a la Palabra, ¿qué más hay? Algo más, MUCHO MÁS; el
amor.
Pero como el amor es un fruto del Espíritu,
porque no es nuestro, solamente podemos responder con amor cuando aceptamos el
testimonio del amor de Dios que el Espíritu pone en nosotros, es muy “fácil” de
perder, con tantas voces gritando tan fuerte, la voz silenciosa del Espíritu en
nuestros corazones se nos pasa desapercibida.
Los cristianos fieles se han enfriado en el
amor por varias causas, pero quizás la más importante hayan sido las heridas
recibidas dentro de la iglesia. Satanás ha venido desarrollando un plan desde
hace décadas para introducir a sus agentes y sus doctrinas satánicas, de tal
forma que el “ambiente interno” se vuelva tan “maloliente” y dañino,
especialmente contra los cristianos fieles, que estos terminan por huir
espantados y heridos. Pueden ser sanados, pueden llegar a entender qué pasó,
por qué tantos ataques de “adentro” (aunque en realidad esos que los atacaron
solo aparentaban estar “adentro”), pero el amor es mucho más difícil de sanar.
Los cristianos que fueron heridos y luego
restaurados ya no van a ser engañados fácilmente, saben discernir la voz de los
profetas, no serán arrastrados por las corrientes de error teológico de este
tiempo, no se van a dejar seducir por los predicadores de la prosperidad ni por
ningún “bonito espectáculo religioso”, se han vuelto hábiles en discernir a los
falsos hermanos y a los falsos discursos… ¡llegar a eso ha sido un camino muy
largo y difícil, y muchos quedaron tirados en la orilla! ¡Y encima el Fulano
que escribe este artículo dice que todavía no llegamos! Complicado el tema…
Pero lo cierto es que el amor es EL principal
fruto del Espíritu, y no hay tiempo o edad en la iglesia en que ese fruto no
deba estar, o que nos sea “quitada” la responsabilidad de tenerlo. Pero debemos
ser sinceros y a la vez recibir la misericordia divina: no hemos llegado aún, y
es posible que hayamos recorrido un camino muy difícil y largo, y eso de por sí
merece ya una recompensa delante del Padre (que también es por gracia, ¿qué
merecemos realmente?); el Señor no ha olvidado ninguna de las lágrimas, ninguna
de las traiciones, ninguna de las noches de dolor en soledad. Él nunca se
olvida de nuestras aflicciones, cuando permite que pasemos a través de ellas es
para producir algo más valioso dentro de nosotros y otorgarnos una mayor
recompensa en Su presencia, que es nuestra verdadera vida. El camino que hemos
recorrido será contado por la eternidad, como uno de los tantos testimonios de
la fidelidad del Señor, nos regocijaremos con los hermanos de todos los
tiempos, seguramente muchos de ellos se asombrarán de la perversidad de la
época que nos tocó vivir; esto ya está escrito y no será olvidado.
¡¡Pero aún estamos aquí!! Y no hemos llegado
todavía, y probablemente lo que nos falte (quizás no a todos, pero sí a unos
cuantos de nosotros…) sea el amor, porque precisamente es lo que más ha sido
atacado, y de una manera tan sutil y poderosa que ni siquiera sabemos que se
nos “escapó”. Dado que el amor es el centro de la vida cristiana, es el
principal objetivo de Satanás, por lo que su poder de engaño se concentra ahí,
pero resulta que cuando hemos podido discernir exitosamente muchos de los
engaños de este tiempo, y podemos “mostrar” las cicatrices de las heridas de
guerra (que son las verdaderas medallas de todo guerrero), llegamos a pensar
que “ya sabemos” como son las cosas, y nos quedamos a unos pocos pasos de la
meta. No hermanos, aún nos falta, y si nos hemos enfriado en el amor, nos falta
bastante.
Para escribir este artículo el Señor me
inquietó particularmente; porque Él está levantando muchas voces proféticas,
pero no de cualquier profeta, sino de los Jonases, de los Jeremías, de los
Elías, de los Juanes Bautistas… No es fácil mantener el amor con esos
ministerios…
Habría mucho para decir sobre el amor, no lo
voy a hacer aquí para no extender demasiado el artículo. Asumo que aquel que
puede recibir lo que aquí está escrito también puede escuchar la voz del Señor
ministrándole al respecto. Solamente concluyamos con esto: si hemos atravesado
todo el camino y hemos podido, por la gracia del Señor, vencer hasta ahora,
sigamos lo que nos falta y recuperemos el amor, precisamente hacia aquellos que
nos han rechazado y dañado, hacia el mundo sumergido en extremo en pecado, tal
como el Señor mismo los ama. Amor y justicia, sí, no perdamos de vista los
justos juicios del Señor, pero también amor.
Danilo Sorti
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