Lucas 13:34-35 RVC
34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar a
tus hijos, como junta la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no
quisiste!
35 Pues bien, la casa de ustedes va a quedar
desolada; y les digo que ustedes no volverán a verme hasta el día en que digan:
“¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”»
Mateo 11:20-24 RVC
20 Jesús comenzó entonces a reprender a las
ciudades donde había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían
arrepentido. Les decía:
21 «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!
Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en
ustedes, hace tiempo que en cilicio y cubiertas de ceniza ellas habrían
mostrado su arrepentimiento.
22 Por tanto les digo que, en el día del
juicio, el castigo para Tiro y para Sidón será más tolerable que para ustedes.
23 Y tú, Cafarnaún, que te elevas hasta el
cielo, hasta el Hades caerás abatida. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los
milagros que se han hecho en ti, hasta el día de hoy habría permanecido.
24 Por tanto les digo que, en el día del
juicio, el castigo para Sodoma será más tolerable que para ti.»
Mateo 23:13 RVC
13 »Pero ¡ay de ustedes, escribas y fariseos,
hipócritas! Porque le niegan a la gente la entrada al reino de los cielos, y ni
ustedes entran, ni tampoco dejan entrar a los que quieren hacerlo.
Hechos 5:8-10 RVC
8 Y Pedro le dijo: «Dime: ¿vendieron ustedes
el terreno en ese precio?» Y ella respondió: «Sí, en ese precio.»
9 Pedro le dijo entonces: «¿Por qué se
pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? ¡Mira!, aquí
vienen los que fueron a sepultar a tu marido, y ellos te sacarán también a ti.»
10 Al instante, ella cayó muerta a los pies
de Pedro, y cuando entraron los jóvenes y la hallaron muerta, la sacaron y la
sepultaron junto a su marido.
Hechos 8:20-23 RVC
20 Al oír esto, Pedro le dijo: «Que tu dinero
perezca contigo, si crees que el don de Dios puede comprarse.
21 Tú no tienes nada que ver en este asunto,
porque en tu interior no eres recto con Dios.
22 Arrepiéntete de tu maldad, y ruega a Dios.
Tal vez te perdone por ese mal pensamiento.
23 Por lo que veo, estás en manos de la
amargura y la maldad.»
Hechos 13:8-11 RVC
8 Pero el mago Elimas (que así se traduce su
nombre), se lo impedía y procuraba apartar de la fe al procónsul.
9 Como Saulo, o sea, Pablo, estaba lleno del
Espíritu Santo, fijó la mirada en el mago
10 y dijo: «¡Eres un hijo del diablo! ¡Estás
lleno de mentira y de maldad, y eres enemigo de la justicia! ¿Cuándo dejarás de
trastornar los caminos rectos del Señor?
11 Pon atención, porque la mano del Señor
está en tu contra y vas a quedarte ciego; no podrás ver el sol por algún
tiempo.» Y al instante quedó completamente ciego; y caminaba en círculos,
buscando alguien que lo llevara de la mano.
Normalmente no hay dudas en que los profetas
del Antiguo Pacto podían y debían declarar juicio sobre naciones e individuos,
el asunto que se les presenta a algunos cristianos hoy es si nosotros podemos
hacerlo. No quiero hablar de las exageraciones ni de aquellos que maldicen a
diestra y siniestra… a quienes no les dan abundantes ofrendas… Me estoy
refiriendo a ministerios genuinos, ¿podemos declarar juicio?
Algunos se confunden pensando que la
revelación del amor de Dios que se nos muestra en toda su profundidad bajo el
Nuevo Pacto nos impide declarar la justicia divina, sin embargo la realidad es
absolutamente lo contrario:
Hebreos 10:29 RVC
29 ¿Y qué mayor castigo piensan ustedes que
merece el que pisotea al Hijo de Dios y considera impura la sangre del pacto,
en la cual fue santificado, e insulta al Espíritu de la gracia?
Rechazar la Sangre del Cordero que ya fue
sacrificado y del que se dio abundante testimonio es hoy mucho más serio de lo
que fue en el pasado, cuando todavía no estaba la revelación plena del amor de
Dios.
Por supuesto que no encontramos en el Nuevo
Testamento declaraciones de juicio “a diestra y siniestra”, no porque en este
tiempo no pueda haberlas, sino porque no es el tenor del mismo y no se está
repitiendo lo que ya fue establecido en los profetas. Pero SÍ LAS HAY, lo
suficiente como para que tengamos la autorización bíblica para usarlas.
Otro tema no menor es la ocasión y el
contexto en el que fueron dichas; dado que no aparecen con demasiada
frecuencia, se hacen más importantes los motivos que las originaron. En los
ejemplos que leímos más arriba, y no estoy diciendo que eso sea lo único válido,
vemos que las declaraciones de juicio van dirigidas hacia los que estorban la
extensión del Reino de Dios y hacia los que rechazaron el mensaje. No es lo
único,
2 Timoteo 4:14 RVC
14 Alejandro, el calderero, me ha causado
mucho daño; que el Señor le pague conforme a sus hechos.
Pero quizás sea lo principal.
Ahora bien, o nosotros intentamos ser más
buenos que Pablo o que el mismo Señor, o debemos admitir que ES NECESARIO
declarar en ocasiones el juicio de Dios sobre personas y naciones. Tan
necesario hoy como antes. Y si admitimos eso, ¿por qué no lo hacemos?
Como dije al principio, no creo que debamos
andar por ahí “cortando cabezas” a quien se nos cruce, ni tampoco creo que
todos tengan la autoridad para declarar este tipo de juicios. Pero tampoco dudo
de que hay hermanos que sí la tienen, y deben hacerlo. Es la única forma en que
algunas puertas sean abiertas.
Jesús declaró juicio sobre Jerusalén y la
ciudad y nación fueron destruidas: el juicio se cumplió debido a su gran pecado
de rechazar al Mesías, y eso fue oportunidad para que muchos se volvieran de su
pecado y creyeran en Cristo. Lo mismo vale para las ciudades sobre las cuales
declaró el juicio: quedaron como ejemplo para que las generaciones siguientes
temieran a Dios.
Declaró juicio sobre los fariseos, y logró
que su engaño quedara expuesto al menos entre los cristianos.
Pedro declaró juicio sobre Ananías y Safira,
y la iglesia temió y se apartó del mal, y la gente seguía creyendo y Dios
seguía manifestándose.
Pedro declaró juicio sobre Simón, y el
avivamiento que estaba iniciando en Samaria no fue contaminado.
Pablo declaró juicio sobre Elimas, y el
procónsul creyó y se abrieron puertas para la predicación del Evangelio.
Hermanos, vuelvo a decir que hay puertas que
no se abrirán hasta que no traigamos los juicios de Dios sobre personas y
sistemas. No todos pueden hacerlo, no todos deben hacerlo, pero HAY QUE
HACERLO. Busquemos la guía precisa del Señor en oración y ayuno, congregacional
inclusive, pero busquémosla y apliquémosla.
Danilo Sorti
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