Apocalipsis 20:7-9 RVC
7 Al cabo de los mil años, Satanás fue puesto
en libertad de su prisión,
8 y salió a engañar a las naciones que están
en los cuatro extremos de la tierra, y a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para
la batalla. ¡Su número era incontable, como la arena del mar!
9 Y subieron por todo lo ancho de la tierra,
y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero del cielo cayó
fuego y los consumió.
El escenario de este suceso es realmente
extraño para nosotros. Han pasado mil años ya de los terribles juicios de la
tribulación, esos horrores indescriptibles quedaron en el pasado, quizás en la
memoria de los que todavía sobrevivan de ese tiempo, o a lo mejor solo en los
libros de textos y en el relato de los santos resucitados que estén sobre la
tierra. Como sea, fue hace mucho tiempo.
Milagrosamente, de esa destrucción casi total
de la vida sobre la Tierra el Señor, que a partir de ese momento se hizo
materialmente presente, restauró todo a un nivel que nunca había existido
antes. En medio de tanta bendición, tranquilidad y prosperidad, el ser humano
comienza a pecar de nuevo; hasta donde yo entiendo no absolutamente toda la
humanidad pero sí buena parte de ella. ¿Cómo es posible que, en medio de tantas
evidencias del amor divino, con el mismo Señor presente en el mundo, con los
santos glorificados interviniendo en la Tierra, testigos de los milenios de
pecado y maldición sobre el planeta, la gente vuelva a pecar? No tengo muchas
respuestas a eso, espero poder continuar el artículo de aquí a unos cientos de años,
durante el milenio, y decir por qué, pero lo cierto es que eso ocurrirá, a tal
grado que Satanás podrá ser suelto de su prisión, precisamente por el pecado de
la gente, no habría otra forma sino.
Engaña al mundo pecador, supongo que con la
misma estrategia que ha venido usando desde el Edén, en el que Adán y Eva
vivían en condiciones similares a las que vivirá el mundo durante el Milenio, y
los reúne para combatir contra los “abusivos” y “autoritarios” seres
brillantes, que dicen ser santos de la antigüedad, pero que le impiden a la
humanidad expresarse libremente y gozar realmente de la vida… el mismo discurso
de siempre. Inyectada nuevamente con el veneno mortal del odio, esta turba
enfurecida se dirige al campamento santo, rememorando la batalla de Armagedón.
Sin embargo, hay algo en el horizonte que les
causa un poco de temor, ¿esto no estaba ya escrito? ¿No era que iba a caer
fuego del cielo y consumiría a todos? Sin embargo el Adversario ya pensó en una
adecuada respuesta a esa inquietud: “¡Eso nunca pasó! ¡No hay registro de que
algo así haya pasado! Además, en este mundo de tranquilidad y seguridad en que
vivimos, eso no puede pasar…”
Que caiga fuego del cielo y acabe con
millones de personas será, al final del Milenio, algo por demás de extraño, no
habrá memoria de que tal cosa haya pasado. Durante mil años el mundo vivió en
una tranquilidad y protección sobrenaturales, aún cuando el hombre comenzó a
pecar nuevamente, el mundo seguía siendo bendecido, o al menos, la bendición
seguía estando al alcance de las personas que buscaran a Dios. El amor divino
se puede respirar en el aire, ¿cómo podría caer fuego del cielo…?
Pero volvamos a nuestro tiempo, nadie se
asombraría demasiado si tal cosa ocurriera. Sabemos por las profecías que de
hecho ocurrirá no solo durante la tribulación, sino también en los juicios
previos. En el contexto de juicio en el que estamos viviendo, ese texto no
tiene nada de extraño, pero en el contexto en el que estarán viviendo las
personas dentro de mil años, sí resultará extraño, y por lo tanto, será muy
fácil para el Adversario negarlo.
Ahora bien, ¿no es verdad que nos pasa lo
mismo con otras tantas cosas? ¿No es verdad que hoy mismo estamos diciendo que
tal o cual cosa que vienen anunciando los profetas “no puede pasar”, porque
“nunca pasó antes”? Hermanos, esto es una falacia del razonamiento, decir que
algo no va a pasar porque antes “no pasó” no es lógico y no es necesariamente
verdadero. Hay cosas que nunca pasaron y que nunca pasarán, pero hay cosas que
nunca pasaron y que sí pasarán. El hecho de que algo vaya a ocurrir o no
depende de que Dios así lo disponga y no de si pasó alguna vez.
Dicho esto, en realidad debemos reconocer que
eso que va a ocurrir al finalizar el Milenio SÍ PASÓ, y más de una vez, solo
que en un ámbito más reducido, pero lo suficiente como para que haya un
testimonio de que Dios lo hizo:
Génesis 19:24-25 RVC
24 Entonces el Señor hizo llover desde los
cielos azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra,
25 y destruyó las ciudades y toda aquella
llanura, junto con todos los habitantes de aquellas ciudades y los productos de
la tierra.
2 Reyes 1:9-12 RVC
9 Enseguida el rey mandó a un capitán con
cincuenta soldados a buscar a Elías, que estaba sentado en la cumbre del monte.
El capitán subió a verlo, y le dijo: «Varón de Dios, el rey te pide que bajes.»
10 Pero Elías le respondió al capitán: «Si
soy un varón de Dios, que caiga fuego del cielo y te consuma con tus cincuenta
soldados.» Al instante cayó fuego del cielo, y consumió al capitán y a sus
cincuenta soldados.
11 Entonces el rey envió a otro capitán con
otros cincuenta soldados, y éste le dijo lo mismo: «Varón de Dios, el rey te
pide que bajes pronto.»
12 Y Elías respondió: «Si soy un varón de
Dios, que caiga fuego del cielo y te consuma con tus cincuenta soldados.» Y al
instante cayó fuego del cielo, y consumió al capitán y a sus cincuenta
soldados.
Cuando decimos “eso nunca pasó antes” en
realidad estamos demostrando nuestra propia ignorancia. Ahora bien, no sabemos
todo, y no podemos saber si tal cosa ocurrió o no, o puede ocurrir o no; por
ello, mientras buscamos al Señor, debemos evitar ese error de razonamiento y
mantenernos abiertos a la voz del Espíritu. A veces tenemos que buscar bastante
atrás, en el pasado, para encontrar las respuestas que necesitamos hoy. Los
rebeldes del Milenio no serán capaces de hacerlo, aunque tendrán todo a su
disposición; voluntariamente ignorarán lo que, para ese entonces, habrá sido
escrito hace tres mil años. Pero no somos mucho menos rebeldes los hombres de
hoy, así que seamos un poco más humildes y entendamos las palabras.
Danilo Sorti
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