miércoles, 8 de noviembre de 2017

312. El diezmo y el temor

Proverbios 29:25 DHH
25 El miedo a los hombres es una trampa,
pero el que confía en el Señor estará protegido.


Encontramos dos “clases” de temor en la Biblia: el temor de Dios y el temor del hombre. El primero es mencionado como el “principio de la sabiduría”; por supuesto que es superado por la revelación más perfecta del amor en el Nuevo Pacto, pero de ninguna manera “desaparece”, ¡Dios no es Santa Claus!

El temor del hombre es el sentimiento básico de temor en el ser humano que NO está enfocado en Dios sino en las diversas cosas que puedan pasarle en la vida (en el fondo, está enfocado en Satanás) y no lo lleva a obedecer al Creador sino más bien a evitar aquello que pueda hacerle daño para vivir una vida “feliz” por sí mismo. Es lo que todos conocemos como “miedo”. Ese miedo es, según proverbios, una trampa para el hombre, es decir, exactamente todo lo contrario a lo que busca: por miedo el ser humano pretende evitar las “trampas” de la vida, pretender mantenerse “a salvo”, pero por ese mismo miedo CAE en dichas trampas.

Ahora bien, la práctica del diezmo (y en general, de la ofrenda de dinero) tal como ocurre en muchísimos cristianos, está principalmente motivada por el temor, por fortísimos espíritus de manipulación que se disfrazan de “ángeles de luz” y obligan a los cristianos a dar bajo pena de recibir las peores maldiciones económicas y desgracias familiares que jamás se hayan imaginado.

Muchos cristianos juran y perjuran que dan el diezmo “por obediencia”. Lo interesante en este caso es: ¿obediencia a qué?, porque bajo el Nuevo Pacto que hoy nos rige, no podemos encontrar un claro mandato que lo avale. Es extraño, porque SÍ ENCONTRAMOS muchos claros mandatos que avalan e incluso profundizan muchas de las leyes morales dadas bajo el Antiguo Pacto y sin embargo pocos los cumplen.

La fornicación es un pecado de tapa a tapa de la Biblia y quiere decir tener relaciones sexuales sin casarse. Sin embargo, hoy es relativamente común tener parejas en las iglesias que viven juntos desde hace años pero nunca han formalizado su relación. La mentira también, pero ¿cuántos jóvenes cristianos se “machetean” en las pruebas? (“machete”: chuleta, acordeón). La oración es otro mandato básico, ¿y? La lectura de la Biblia también…

En definitiva, esa cuestión de “por obediencia” suena muy espiritual y sacrificial pero, primero, ¿obediencia a qué?, y, segundo, ¿por qué no obedecemos lo que tiene mucha más relevancia en la Biblia? Ahora bien, si se trata de obediencia a lo que dice el pastor Fulano o el apóstol Mengano, bueno, estamos en un problema.

Por supuesto que el Nuevo Pacto nunca prohíbe el diezmo, simplemente lo coloca bajo una doctrina mayor de la generosidad, de las ofrendas, de sostener la obra del Reino. Y ahí es que podemos darlo por amor, que debería ser la principal ley que nos rija en este tiempo.

Pero lo cierto es que el TEMOR a la pobreza es, según entiendo, la principal motivación por la que los cristianos dan su diezmo y ofrendas, y no el AMOR hacia la obra. Este temor es hábilmente explotado por lobos rapaces a través de muchas manipulaciones discursivas, y fuertemente inspirado por espíritus de religiosidad.

Hermanos, oremos al Señor para que sean descubiertas nuestras verdaderas motivaciones: el temor a la pobreza es inspirado por esos mismos espíritus de pobreza, por lo que dar el diezmo o las ofrendas o lo que sea bajo esa “inspiración” no es NINGUNA OFRENDA AGRADABLE a Dios, en todo caso será una ofrenda a los demonios disfrazada de ofrenda a Dios. Si el momento de la ofrenda en una congregación está imbuido de esa atmósfera de manipulación y temor, a través de palabras que se dicen y no se dicen, de medias verdades, de música hipnótica y emocionalismo, bueno, yo consideraría seriamente si debiera seguir participando allí.

Como dije más de una vez, mientras tenemos algunos que hábilmente estrujan las magras billeteras de pobres hermanos, muchos siervos genuinos de Dios deben conformarse con vivir de migajas, o incluso ser duramente cuestionados por no haber dejado claramente asentado en los registro en qué se gastaron los $ 2,50 que recibieron de ofrenda.

Hermano, escuchá esa “vocecita interior” que te habla al momento de decidir sobre la ofrenda, o al dar dinero en la iglesia, ¿qué te dice? ¿Realmente te está diciendo lo que Dios dice o es algo parecido? Si tu contribución económica a la iglesia es motivada por el temor, no esperes bendiciones de Dios, menos aún bendiciones espirituales. Si luego de dar durante mucho tiempo seguís viviendo en pobreza y necesidad, más que nada en pobreza espiritual, pero también económica, revisá bien por qué estás dando y dónde lo estás haciendo. Dios no nos prometió grandes riquezas, pero sí provisión y presencia divina. Veo hermanos con un gran potencial que están en una situación de “limosna”, cegados y ofrendando donde no deben.

Hermanos, Dios nos llamó a libertad. Es seguro que mensajes como estos son fuertemente criticados porque no convienen a los comerciantes de la fe, pero son fuertemente aplaudidos en el Reino de los Cielos.



Danilo Sorti



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