miércoles, 8 de noviembre de 2017

314. Cuando la ofrenda se “independiza” del ofrendante, o la “magia cristiana”

Génesis 3:21 RVC
21 Luego Dios el Señor hizo túnicas de pieles para vestir al hombre y a su mujer.

Génesis 4:4-5 RVC
4 Y Abel también llevó algunos de los primogénitos de sus ovejas, de los mejores entre ellas. Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda,
5 pero no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda. Y Caín se enojó mucho, y decayó su semblante.


Dios mismo “inauguró” el sistema sacrificial y de ofrendas en la Tierra. Mucho tiempo después, Dios mismo se proveería de LA ofrenda perfecta, Su Hijo. Mientras tanto, el acto de ofrendar fue la forma en que el Señor se manifestaba a los hombres; bajo el Nuevo Pacto no necesitamos ya ninguna ofrenda material para acercarnos a Dios, no porque no sean “materialmente” necesarias, sino porque la principal ofrenda somos, o no, nosotros mismos.

Pero esta verdad no es ningún “invento” neotestamentario, tan temprano como Génesis 4 ya Dios dejó bien en claro que la ofrenda “separada” del ofrendante no sirve para nada: si el que ofrenda es aceptable ante Dios, su ofrenda también, pero la ofrenda por sí sola no hace aceptable a nadie.

Hay bastante discusión en torno a Génesis 4, si es que Caín debió ofrecer una oveja o no, sobre cuánta revelación tenían ellos acerca del tipo de ofrenda aceptable, y más. Creo que toda esa discusión puede aportar información válida, pero lo cierto es que en el texto no se nos aclara nada de eso, y si el Espíritu Santo no lo dejó expresamente dicho es porque quería que nos centráramos en lo que sí dejó dicho, breve y claro.

Cuando leemos la ley de Moisés y nos adentramos en la historia del Antiguo Testamento parece que la ofrenda “se independiza” del ofrendante, es decir, que el acto solo de ofrendar de acuerdo a una ley tal como estaba establecida, bastaba para que la persona fuera aceptada sin que importase demasiado su corazón. Es decir, parece que la ofrenda se transforma en un “acto mágico”, algo que vale por sí mismo independiente de quién lo aplica, una especie de fórmula física que puede ser resuelta por cualquier persona o computadora y va a producir el resultado esperado de manera infalible. Esta es la base de lo que en la iglesia católica y en otras denominaciones tradicionales se llama “sacramento”.

Obviamente, cualquiera que tenga el Espíritu Santo activo en su interior va a sentir un rechazo innato hacia esta forma de pensar, pero muchas veces la ofrenda, y particularmente el tema del diezmo, es tratado así en las iglesias; a veces de manera explícita y con fines de manipular, a veces por ignorancia y buena intención. Esta enseñanza que “independiza” a la ofrenda del ofrendante es por demás de cómoda para los cristianos de este siglo, ya que me “garantiza” buenos resultados sin necesidad de preocuparme demasiado por cambiar yo o dedicar tiempo a Dios. Es parecido a lo que solemos hacer los padres con nuestros hijos: les compramos cosas para no pasar tiempo con ellos… ¿¿pero acaso Dios necesita algo material de nosotros??

Oseas 6:6-7 DHH
6 Lo que quiero de ustedes es que me amen,
y no que me hagan sacrificios;
que me reconozcan como Dios,
y no que me ofrezcan holocaustos.
7 “Pero mi pueblo, lo mismo que Adán,
ha faltado a mi alianza y me ha sido infiel.

En otros artículos aclaré que el diezmo como ley no lo encontramos bajo el Nuevo Pacto, pero que su ejemplo sí es válido por lo que tampoco es correcto “luchar” en contra de él. El asunto en realidad no es si dar el 10 % o el 20 % o más o menos, si dar dinero, bienes o trabajo; el asunto es, primero, dónde y a quién darlo (por supuesto que a los lobos rapaces no) y luego CÓMO darlo. Si mi ofrenda en dinero o mi servicio a Dios, o incluso mi tiempo de oración o esfuerzo o sacrificio es para mí un “acto mágico” estoy en un verdadero problema. Pero si es por amor, dado dónde y cómo el Espíritu me guía (no donde me obligan a hacerlo) ENTONCES es una ofrenda agradable que Dios acepta, porque aceptó primero al ofrendante.

¡Dios quiera que unas cuantas súper estructuras que se llaman iglesias se queden sin un peso y ese dinero vaya a tantos siervos de Dios que deben sobrevivir solo con limosnas!



Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario