Jeremías 1:17-19 RVC
17 Pero tú, prepárate; disponte ya a decirles
todo lo que yo te mande. No temas delante de ellos, pues de lo contrario,
delante de ellos te quebrantaré.
18 Date cuenta de que hoy te he puesto contra
toda esta tierra como una ciudad fortificada; te he puesto como columna de
hierro contra los reyes de Judá; como un muro de bronce, contra sus príncipes y
sacerdotes y contra el pueblo de la tierra.
19 Ellos pelearán contra ti, pero no te
vencerán, porque yo, el Señor, te aseguro que estoy contigo y te pondré a
salvo.»
Más de una vez Jeremías pensó que Dios
simplemente le había “endulzado el oído” cuando lo llamó y le dio estas
palabras. Rechazado y vilipendiado, con gente complotada en contra, escondido
sin poder salir, aprisionado en el cepo, arrojado a una cisterna lodosa,
encarcelado en el patio de la guardia, con gente muriendo de hambre y de
enfermedades por todos lados, en medio de una ciudad que estaba siendo
conquistada por sanguinarios guerreros, llevado a Egipto contra la voluntad del
Señor… ¿EN SERIO el Señor estaba con Él?
Sorprende el mandato divino: “no temas
delante de ellos (sino) te quebrantaré”. ¡Uno solo contra una multitud
literalmente endemoniada! En varias partes del libro, más exactamente en la
primera mitad, Jeremías tuvo que luchar contra este agudo (y muy bien
justificado) sentimiento de: “¡Ay de mí! ¡Pobrecito de mí!”
Nuestro siglo se caracteriza, entre tantos
otros pecados, por la autoconmiseración, de tal forma que prácticamente nadie
está libre de ella. Bueno, seamos sinceros, es parte de la naturaleza humana
caída, porque es una parte fundamental de la esencia satánica. Aunque resulte
sorprendente, así es; en nuestra autocompasión uno puede escuchar el eco de
aquel reclamo “¡Ay de mí! ¿Por qué Dios no me ha puesto como Rey de la
Creación?” Pero este es un tema más largo de charlar.
El sistema económico mundial actual sólo
puede funcionar de la mano del consumismo (que no es lo mismo que comprar lo
necesario para vivir dignamente), y para eso debe crear y recrear las
necesidades, y una forma de hacerlo es lograr implantar en la mente de las
personas este pensamiento: “¡Pobre de mí! Me faltan tantas cosas para ser
feliz…. NECESITO comprar esto.” Algo parecido aprovecha el evangelio de la
prosperidad, implantando la misma idea pero con un barniz bíblico. En el fondo,
este pensamiento que es muy humano es la misma raíz de la caída de Satanás.
Lo cierto es que esta fortaleza mental de
autocompasión está por demás de extendida no solo en el mundo sino entre los
cristianos, en la predicación e incluso en la teología. Pero eso no tiene nada
que ver con la forma en que Dios piensa de nosotros. Una de las principales
razones del fracaso en la vida cristiana y de los traumas que duran años y
décadas es precisamente este pensamiento. “¿Por qué a mí?” va unido a la idea
de que “¡Yo merezco vivir bien y sin problemas!”. Pero el hecho teológico, es
que NO LO MEREZCO, es más, no merezco nada bueno de lo que me pasa en este mundo:
no merezco estar vivo, no merezco tener una casa o amigos, disfrutar de
alimentos o tener ropa, poder descansar en una cama o tener un trabajo
agradable. No merezco estar sano, ni poder hacer uso adecuado de mis
facultades. No merezco tener libertad para creer ni poder testificar de Cristo
sin ser perseguido. No merezco nada de eso, y si tengo algo o todo, en menor o
mayor medida, es sólo por Su gracia y en un propósito. Pero tampoco merezco ESA
DIMENSIÓN de Su gracia, y Él puede dárselas a algunos y no a otros, porque así
le place en Su perfecta voluntad en función de un plan mayor.
Sólo cuando entiendo esto es que puede llegar
la sanidad interior a todas mis heridas más profundas, y sólo cuando entiendo
esto es que puedo ser comisionado como Jeremías… y el hecho es que en este
tiempo Dios NECESITA comisionar a muchos Jeremías para que completen Su obra.
Pero lo maravilloso de este llamado es que,
habiendo descendido a lo más profundo de la humillación que consiste en
reconocer que no merezco nada y que por lo tanto Dios tiene todo el derecho a
pedirme que atraviese sufrimientos o incluso muera, recibimos una promesa de
protección asombrosa: “Date cuenta de que hoy te he puesto contra toda esta
tierra como una ciudad fortificada; te he puesto como columna de hierro contra
los reyes de Judá; como un muro de bronce, contra sus príncipes y sacerdotes y
contra el pueblo de la tierra. Ellos pelearán contra ti, pero no te vencerán,
porque yo, el Señor, te aseguro que estoy contigo y te pondré a salvo.”
Al principio hice una síntesis de las
principales dificultades que tuvo que pasar Jeremías; pero Dios lo libró de
todas ellas; no pudieron destruirlo, más de una vez estaban ya sus enemigos por
cantar victoria; pero uno a uno se fueron cumpliendo los anuncios de Jeremías,
y uno a uno sus enemigos terminaron avergonzados. Jeremías tuvo que pasar por
todos esos sufrimientos para dejarnos un ejemplo y un testimonio a los que
vendríamos después, de tal forma que Pablo pudo decir:
Romanos 8:35-39 RVC
35 ¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo?
¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada?
36 Como está escrito: «Por causa de ti
siempre nos llevan a la muerte, Somos contados como ovejas de matadero.»
37 Sin embargo, en todo esto somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni
lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
otra cosa creada nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo
Jesús nuestro Señor.
Jeremías no se “llamó a sí mismo”, Dios lo
llamó, lo comisionó y lo protegió. Es una necedad pretender asumir promesas que
Dios no nos ha dado. Pero si somos llamados, sabremos que tendremos la
protección divina EN MEDIO de los juicios previos por los que nos toca vivir.
Y algo más, un solo hombre comisionado por
Dios fue suficiente como para que una ciudad populosa y en extremo rebelde
fuera sacudida; ¿qué no podrán hacer un puñado de hombres y mujeres fieles hoy
en la Tierra? ¡Y cuánto mejor si en vez de ser sólo un puñado son más! ¿Estarás
dispuesto a recibir el llamado?
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario