domingo, 19 de noviembre de 2017

321. El Espíritu de Grecia contraataca

Daniel 10:20 RVC
20 Y me dijo: «¿Sabes por qué he venido a verte? Pues porque ahora tengo que volver a pelear contra el príncipe de Persia, y cuando termine de pelear con él, vendrá el príncipe de Grecia.

La cultura e instituciones griegas constituyen una de las piedras fundamentales del Nuevo Testamento. A medida que se “redescubren” las raíces hebreas de nuestra fe, se tiende también a olvidar sus “raíces” griegas. Lo cierto es que el Nuevo Testamento está escrito en griego, la iglesia está tomada de la “ekklesía” griega y buena parte de la historia neotestamentaria ocurre en el ambiente grecorromano. Si reconocemos que Dios es también Dios de la historia, debemos aceptar que de la misma forma que preparó a Israel para que sea el depositario de la Ley y el pueblo del Mesías, también preparó al Imperio Romano para que configurara un mundo antiguo en el cual el Evangelio pudiera correr libremente (cosa que no volvería a pasar hasta los orígenes de la Edad Moderna) y a Grecia para que proveyera el idioma y muchos de los conceptos que serían utilizados en la proclamación del Mensaje.

Pero, por supuesto, ni Roma ni Grecia lo pensaban así, de hecho eran naciones plagadas de idolatría, que Dios usó grandemente, es cierto, pero que estaban dominadas por sendos principados. Podríamos decir que en Roma se había establecido el Principado Babilónico, el “espíritu del imperio”, que nación allá con Babel, y que fue “saltando” de imperio en imperio, hasta llegar hoy a los Estados Unidos y, en un futuro próximo, de vuelta a Europa para su aniquilación definitiva. Pero Grecia tenía lo suyo, precisamente el Espíritu Griego, aquel contra quien el Ángel que habla con Daniel tenía que combatir en breve. Si seguimos leyendo vemos que este Espíritu significaba una dominación militar, pero más que eso, también fuertemente espiritual.

Pero no hace falta sacar demasiadas conclusiones de este pasaje, porque cuando vamos al Nuevo Testamento, y cuando también leemos la historia clásica, podemos ver sobradamente todo lo que traía consigo el Espíritu de Grecia. Fue vencido en ese momento, fue una herramienta (involuntaria) en las manos del Señor en tiempos neotestamentarios, proveyó una base necesaria para el temprano desarrollo de la Iglesia (después podremos criticar muchas cosas, pero creo que los principios filosóficos griegos fueron útiles en la joven Iglesia), pero también permaneció agazapado, y rápidamente se infiltró en la naciente Iglesia Católica, contaminando con su filosofía, dualismo, idolatría e inmoralidad al cristianismo, contaminación que los protestantes y evangélicos aún no hemos podido limpiar del todo.

El Espíritu Griego fue vencido una vez en Israel, fue vencido otra vez por la naciente Iglesia, y por eso se infiltró para conquistar al Pueblo de Dios “desde adentro”. De allí pudo saltar fácilmente a la sociedad en la Edad Moderna y contaminar, ahora ya “libre” de la atadura eclesiástica, a toda la sociedad europea y de allí, a todo el mundo.

El humanismo contra el que luchamos hoy, que no es algo tan definido ni tan fácil de identificar como, por ejemplo, un fundamentalista musulmán o hindú, que es muy sutil e insidioso, y profundamente infiltrado en diversas ramas del cristianismo (particularmente en los adherentes a la teología liberal), NO ES una filosofía humana (por más que la utilice), NO ES pensamiento científico (por más que se disfrace de él), NO ES racionalidad (por más que use aparentes razonamientos), ES un sistema religioso dominado por espíritus inmundos, precisamente los espíritus griegos, que se han aggiornado y ocultado detrás de estructuras mentales, sistemas y pensamientos humanos de tal forma que exitosamente camuflaron su verdadera identidad espiritual para que no descubramos el verdadero origen de los pensamientos y postulados que florecen y se afianzan en la sociedad moderna.

No quiero decir que los “dioses” griegos sean los únicos espíritus malignos de alto rango operando en la sociedad moderna, pero creo que sí están entre los principales y más difundidos. Entonces, cualquier manual de mitología griega nos da buena parte del ABC de la guerra espiritual que deberíamos hacer hoy, no contra las filosofías y las personas que las sustentan, sino contra los espíritus que las inspiran. Los primeros cristianos no necesitaban que se les hablara demasiado del tema porque era por demás de conocido para ellos.

De paso digamos que Platón, uno de los principales filósofos del cual abrevó el resto, y muchos de los filósofos antiguos que construyeron en conjunto la base de la filosofía moderna, que es a su vez la base de la ciencia, adoraron a esos dioses.

Antes de quedarnos perplejos ante el avance del “humanismo” sin saber cómo combatir, entendamos que hay demonios con nombre y apellido detrás de todo eso. Sabemos que el mundo se encamina hacia los juicios y que la gente finalmente prefiere la voz de esos espíritus a la voz de Dios, pero mientras estamos en la Tierra, luz somos y debemos seguir combatiendo con las armas espirituales para que al menos algunos sean rescatados. El Espíritu de Grecia va a tener su “victoria” en el mundo durante un breve tiempo cuando la Iglesia sea quitada, pero antes de eso deberá ser definitivamente expulsado de la Iglesia fiel. ¡Señor, danos discernimiento!


Danilo Sorti




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