Lucas 14:26 RV1960
26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su
padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su
propia vida, no puede ser mi discípulo.
Este pasaje ha sido controvertido porque hay
una aparente contradicción, ¿cómo un Dios de amor nos pide literalmente “odiar”
nada menos que a nuestra familia? Esa contradicción se aclara analizando el uso
adecuado de la palabra que en la Versión Reina Valera 60 se traduce por “aborrecer”,
pero que tiene un significado más amplio como “amar menos”, y que, por otro
lado, debe contextualizarse en la forma de hablar propia de aquel contexto.
Así, otras versiones lo traducen como:
Lucas 14:26 DHH
26 alguno viene a mí y no me ama más que a su
padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y
aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo.
Lucas 14:26 RVC
26 «Si alguno viene a mí, y no renuncia a su
padre y a su madre, ni a su mujer y sus hijos, ni a sus hermanos y hermanas, y
ni siquiera a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
Y podemos considerar el pasaje paralelo:
Mateo 10:37-39 RVC
37 El que ama a su padre o a su madre más que
a mí, no es digno de mí. El que ama a su hijo o hija más que a mí, no es digno
de mí.
38 El que no toma su cruz y me sigue, no es
digno de mí.
39 El que halla su vida, la perderá; y el que
pierde su vida por causa de mí, la hallará.
Que adquiere otra dimensión cuando vemos un
poco más del contexto en el que fue dicho:
Mateo 10:35-36 RVC
35 He venido para poner al hijo contra su
padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra.
36 Los enemigos del hombre serán los de su
casa.
La enseñanza es bien simple: el Señor está
por encima de mi familia, ¡porque también está por encima de mi propia vida! En
realidad, tomar sólo la frase en la que se nos manda a amarlo más que a nuestra
familia sin considerar lo que sigue inmediatamente es un error; el Señor no nos
está diciendo que debamos vivir vidas cuasi egoístas pensando en nosotros
mismos sólo en función de nuestro ministerio o nuestro servicio a la obra, sino
que Él debe ser el primero ANTES que nuestros propios proyectos, desarrollo
personal, deseos, familia, amigos, trabajo y lo que sea.
De ahí sacamos algunas conclusiones
interesantes.
En lo más básico, poner primero al Señor
puede tener implicaciones dramáticas, como por ejemplo:
Éxodo 32:25-29 RVC
25 Al ver Moisés que el pueblo estaba
desenfrenado, porque, para vergüenza de ellos ante sus enemigos, Aarón se lo
había permitido,
26 se puso a la entrada del campamento y
dijo: «¿Quién está de parte del Señor? ¡Únase a mí!» Y todos los hijos de Leví
se le unieron.
27 Entonces él les dijo: «Así ha dicho el
Señor, el Dios de Israel: “Fájese cada uno de ustedes la espada al cinto, y
vaya de puerta en puerta por el campamento, y mate cada uno a su hermano, a su
amigo, o a su pariente.”»
28 Y los hijos de Leví hicieron lo que Moisés
les ordenó, y ese día cayeron a filo de espada como tres mil hombres del
pueblo.
29 Entonces Moisés dijo: «Hoy ustedes se han
consagrado al Señor. Hoy el Señor les ha dado su bendición, pues cada uno de
ustedes se ha consagrado en su hijo y en su hermano.»
Deuteronomio 33:8-11 DHH
8 Acerca de Leví dijo:
“Tuyos son, Señor, el Tumim y el Urim;
tuyos y del hombre que te es fiel,
del que pusiste a prueba en Masá,
con quien reñiste en las aguas de Meribá,
9 el que dijo a sus padres: ‘Jamás los he
visto’,
y a sus hermanos: ‘Los desconozco’,
y a sus hijos: ‘No sé quiénes son.’
Ellos cumplen tus palabras,
se han entregado a tu alianza por completo.
10 Instruyen a Jacob, a Israel,
en tus leyes y decretos;
colocan en tu altar, en tu presencia,
incienso y ofrendas de animales.
11 Bendice, Señor, sus esfuerzos,
y recibe con agrado su trabajo.
Rómpeles la espalda a sus enemigos,
y que no vuelvan a levantarse los que lo
odian.”
La tribu de Leví no fue la tribu sacerdotal
porque eran parientes de Moisés, ellos demostraron su ardiente amor por el
Señor y en consecuencia recibieron ese honor y responsabilidad, en un tiempo en
el que la familia y en especial la descendencia era mucho más valorada de lo
que es hoy día en nuestra sociedad occidental.
Para Gedeón no fue tan dramático como matar a
sus propios parientes, pero significó rebelarse abiertamente contra su padre
(algo grave en ese entonces) y exponerse él mismo a la muerte:
Jueces 6:25-26 RVC
25 Esa misma noche, el Señor le dijo a
Gedeón: «Ve y toma el toro de siete años, es decir, el segundo del hato de tu
padre; luego derriba el altar que tu padre levantó en honor de Baal, y derriba
también la imagen de Asera que está junto al altar.
26 Luego, en un lugar conveniente, en la
cumbre de este peñasco, edifica un altar al Señor tu Dios, y cuando hayas
tomado el segundo toro, con la madera de la imagen de Asera que derribaste me
lo ofrecerás como holocausto.»
Jesucristo mismo, quien vino como Cordero,
dejó bien en claro las prioridades:
Marcos 3:31-35 RVC
31 Llegaron entonces la madre y los hermanos
de Jesús, pero se quedaron afuera y mandaron a llamarlo.
32 La muchedumbre sentada a su alrededor le
dijo: «Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están allí afuera, y te buscan.»
33 Jesús les respondió: «¿Y quién es mi
madre, y mis hermanos?»
34 Miró entonces a los que estaban sentados a
su alrededor, y dijo: «Mi madre y mis hermanos están aquí.
35 Porque todo el que hace la voluntad de
Dios es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»
Ahora bien, si leemos unos versículos más
atrás, veremos qué era lo que realmente querían hacer la madre y los hermanos de
Jesús:
Marcos 3:21 DHH
21 Cuando lo supieron los parientes de Jesús,
fueron a llevárselo, pues decían que se había vuelto loco.
No podemos esperar que la familia siempre nos
comprenda adecuadamente, y si no, preguntémosles a nuestros hermanos de trasfondo
musulmán que hoy se están convirtiendo y tienen que cuidarse muy bien de su
propia familia para que no los maten. Pero aún en nuestros países, donde hay
mucha más libertad, nuestra propia familia puede ser una fuerte oposición a
nuestra conversión o al ministerio a que el Señor nos llamó, y a veces de
formas muy sutiles.
Y en relación con esto último, hay también
formas más “sutiles” en las que debemos amar más al Señor que a nuestros
propios parientes:
3 Juan 1:5-8 RVC
5 Amado, procedes fielmente cuando prestas
algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos,
6 los cuales han dado testimonio de tu amor,
ante la iglesia. Bien harás en encaminarlos para que continúen su viaje, como
lo merece su servicio a Dios.
7 Porque por amor al Nombre ellos se pusieron
en camino, sin aceptar nada de los paganos.
8 Nosotros, pues, debemos acoger a tales
personas, para que seamos colaboradores con la verdad.
Aunque no se nos dice quiénes eran, estos
hermanos misioneros de aquel entonces no aceptaron ayuda de inconversos para no
comprometer su ministerio ni su mensaje, ¿y quiénes podían ser estos
inconversos? De nuevo, aunque no se dice explícitamente, sería bastante lógico
suponer que se trataba de familiares o amigos cercanos, ¿quién otro y por qué razón
los ayudaría?
Dios diseñó a la familia para que sea la
célula básica de la sociedad, pero el diseño masónico se está imponiendo
fuertemente desde hace unos siglos a esta parte, disolviendo esa unidad y
dejando a un ser humano totalmente aislado… el sujeto perfecto para ser captado
por el Gran Sistema y conducido dócilmente por sus mensajes.
Como latinos, todavía resistimos en buena
parte, y aunque hay una gran crisis de familia en nuestros países, sigue siendo
una institución valorada. Sin embargo, estos lazos familiares a veces pueden
ser una trampa para nosotros. Tengamos en cuenta que cuando Jesús está diciendo
las palabras de Lucas 14 lo hace en una sociedad mucho más cimentada en la
familia y mucho más obediente a los padres de lo que los hombres y mujeres de
este tiempo hemos llegado a conocer. Eso era realmente revolucionario.
Por supuesto, debe ser entendido en el
contexto de TODA la revelación bíblica y no de manera aislada, porque sino
tenemos lo que mencioné más arriba; en nombre del Reino de Dios seguimos
nuestro propio interés de desarrollo personal ministerial, despreocupándonos de
nuestra familia, ¡cuando en realidad es nuestra primera “iglesia”, nuestra
prioridad por encima de todo otro ministerio! Prioridad que, sin embargo, no
está por encima de Dios mismo, y esto quiere decir que eventualmente podemos
ser llamados a “descuidarlos”, a dejarlos en las manos de Dios mientras nos
ocupamos de otra cosa.
O podemos ser llamados a “desobedecer” los
mandatos familiares, aquellas directivas que son tan fuertes en nosotros y que
pueden guiar toda nuestra vida, conforme lo que nuestros padres mejor
entendieron y quisieron para sus hijos, pero que puede estar muy lejos del
propósito de Dios. Eso puede acarrear disgustos y separaciones; no es algo
agradable y no se supone que debamos ser rencillosos por puro gusto nomás, pero
si el Señor lo manda, debemos ponerlo a Él por encima de nuestra familia.
Lo paradójico es que solo podemos amar a
nuestra familia, a nuestro semejante y a nosotros mismos DE LA MANERA EN QUE
DIOS QUIERE que lo hagamos, es decir, nada menos que son SU amor, SOLAMENTE si
lo amamos a Él por encima de todo. Y ese amor puede implicar que a veces seamos
duros, que rechacemos lo que hace de malo nuestra propia familia, y eso es lo correcto.
Y una aclaración para terminar, el hecho de
que mi familia sea cristiana, o incluso que sean ministros del Señor
reconocidos y con iglesias a cargo, NO IMPLICA AUTOMÁTICAMENTE que todo lo que
me digan sea cierto o que yo deba seguir necesariamente sus pasos en todo.
Lamentablemente, he visto de sobra como hijos de reconocidos pastores quedan
“atrapados” en el sistema que armaron sus padres, repitiendo sus mismos pecados
y sus mismas formas que pueden haber servido antes, pero que no tienen nada que
ver con lo que Dios quiere hacer ahora. La perversión del ministerio apostólico
que vemos en la actualidad ha transformado a muchos líderes en pequeños
monarcas eclesiástico, cuyos hijos deben necesariamente seguir con la dinastía
y la “empresa” familiar. ¡Que el Señor nos libre de eso!
Danilo Sorti
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