domingo, 19 de noviembre de 2017

316. El Reino de Dios antes que la familia

Lucas 14:26 RV1960
26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.

Este pasaje ha sido controvertido porque hay una aparente contradicción, ¿cómo un Dios de amor nos pide literalmente “odiar” nada menos que a nuestra familia? Esa contradicción se aclara analizando el uso adecuado de la palabra que en la Versión Reina Valera 60 se traduce por “aborrecer”, pero que tiene un significado más amplio como “amar menos”, y que, por otro lado, debe contextualizarse en la forma de hablar propia de aquel contexto. Así, otras versiones lo traducen como:

Lucas 14:26 DHH
26 alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo.

Lucas 14:26 RVC
26 «Si alguno viene a mí, y no renuncia a su padre y a su madre, ni a su mujer y sus hijos, ni a sus hermanos y hermanas, y ni siquiera a su propia vida, no puede ser mi discípulo.

Y podemos considerar el pasaje paralelo:

Mateo 10:37-39 RVC
37 El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que ama a su hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.
38 El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.

Que adquiere otra dimensión cuando vemos un poco más del contexto en el que fue dicho:

Mateo 10:35-36 RVC
35 He venido para poner al hijo contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra.
36 Los enemigos del hombre serán los de su casa.

La enseñanza es bien simple: el Señor está por encima de mi familia, ¡porque también está por encima de mi propia vida! En realidad, tomar sólo la frase en la que se nos manda a amarlo más que a nuestra familia sin considerar lo que sigue inmediatamente es un error; el Señor no nos está diciendo que debamos vivir vidas cuasi egoístas pensando en nosotros mismos sólo en función de nuestro ministerio o nuestro servicio a la obra, sino que Él debe ser el primero ANTES que nuestros propios proyectos, desarrollo personal, deseos, familia, amigos, trabajo y lo que sea.

De ahí sacamos algunas conclusiones interesantes.

En lo más básico, poner primero al Señor puede tener implicaciones dramáticas, como por ejemplo:

Éxodo 32:25-29 RVC
25 Al ver Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque, para vergüenza de ellos ante sus enemigos, Aarón se lo había permitido,
26 se puso a la entrada del campamento y dijo: «¿Quién está de parte del Señor? ¡Únase a mí!» Y todos los hijos de Leví se le unieron.
27 Entonces él les dijo: «Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: “Fájese cada uno de ustedes la espada al cinto, y vaya de puerta en puerta por el campamento, y mate cada uno a su hermano, a su amigo, o a su pariente.”»
28 Y los hijos de Leví hicieron lo que Moisés les ordenó, y ese día cayeron a filo de espada como tres mil hombres del pueblo.
29 Entonces Moisés dijo: «Hoy ustedes se han consagrado al Señor. Hoy el Señor les ha dado su bendición, pues cada uno de ustedes se ha consagrado en su hijo y en su hermano.»

Deuteronomio 33:8-11 DHH
8 Acerca de Leví dijo:
“Tuyos son, Señor, el Tumim y el Urim;
tuyos y del hombre que te es fiel,
del que pusiste a prueba en Masá,
con quien reñiste en las aguas de Meribá,
9 el que dijo a sus padres: ‘Jamás los he visto’,
y a sus hermanos: ‘Los desconozco’,
y a sus hijos: ‘No sé quiénes son.’
Ellos cumplen tus palabras,
se han entregado a tu alianza por completo.
10 Instruyen a Jacob, a Israel,
en tus leyes y decretos;
colocan en tu altar, en tu presencia,
incienso y ofrendas de animales.
11 Bendice, Señor, sus esfuerzos,
y recibe con agrado su trabajo.
Rómpeles la espalda a sus enemigos,
y que no vuelvan a levantarse los que lo odian.”

La tribu de Leví no fue la tribu sacerdotal porque eran parientes de Moisés, ellos demostraron su ardiente amor por el Señor y en consecuencia recibieron ese honor y responsabilidad, en un tiempo en el que la familia y en especial la descendencia era mucho más valorada de lo que es hoy día en nuestra sociedad occidental.

Para Gedeón no fue tan dramático como matar a sus propios parientes, pero significó rebelarse abiertamente contra su padre (algo grave en ese entonces) y exponerse él mismo a la muerte:

Jueces 6:25-26 RVC
25 Esa misma noche, el Señor le dijo a Gedeón: «Ve y toma el toro de siete años, es decir, el segundo del hato de tu padre; luego derriba el altar que tu padre levantó en honor de Baal, y derriba también la imagen de Asera que está junto al altar.
26 Luego, en un lugar conveniente, en la cumbre de este peñasco, edifica un altar al Señor tu Dios, y cuando hayas tomado el segundo toro, con la madera de la imagen de Asera que derribaste me lo ofrecerás como holocausto.»

Jesucristo mismo, quien vino como Cordero, dejó bien en claro las prioridades:

Marcos 3:31-35 RVC
31 Llegaron entonces la madre y los hermanos de Jesús, pero se quedaron afuera y mandaron a llamarlo.
32 La muchedumbre sentada a su alrededor le dijo: «Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están allí afuera, y te buscan.»
33 Jesús les respondió: «¿Y quién es mi madre, y mis hermanos?»
34 Miró entonces a los que estaban sentados a su alrededor, y dijo: «Mi madre y mis hermanos están aquí.
35 Porque todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.»

Ahora bien, si leemos unos versículos más atrás, veremos qué era lo que realmente querían hacer la madre y los hermanos de Jesús:

Marcos 3:21 DHH
21 Cuando lo supieron los parientes de Jesús, fueron a llevárselo, pues decían que se había vuelto loco.

No podemos esperar que la familia siempre nos comprenda adecuadamente, y si no, preguntémosles a nuestros hermanos de trasfondo musulmán que hoy se están convirtiendo y tienen que cuidarse muy bien de su propia familia para que no los maten. Pero aún en nuestros países, donde hay mucha más libertad, nuestra propia familia puede ser una fuerte oposición a nuestra conversión o al ministerio a que el Señor nos llamó, y a veces de formas muy sutiles.

Y en relación con esto último, hay también formas más “sutiles” en las que debemos amar más al Señor que a nuestros propios parientes:

3 Juan 1:5-8 RVC
5 Amado, procedes fielmente cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos,
6 los cuales han dado testimonio de tu amor, ante la iglesia. Bien harás en encaminarlos para que continúen su viaje, como lo merece su servicio a Dios.
7 Porque por amor al Nombre ellos se pusieron en camino, sin aceptar nada de los paganos.
8 Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que seamos colaboradores con la verdad.

Aunque no se nos dice quiénes eran, estos hermanos misioneros de aquel entonces no aceptaron ayuda de inconversos para no comprometer su ministerio ni su mensaje, ¿y quiénes podían ser estos inconversos? De nuevo, aunque no se dice explícitamente, sería bastante lógico suponer que se trataba de familiares o amigos cercanos, ¿quién otro y por qué razón los ayudaría?

Dios diseñó a la familia para que sea la célula básica de la sociedad, pero el diseño masónico se está imponiendo fuertemente desde hace unos siglos a esta parte, disolviendo esa unidad y dejando a un ser humano totalmente aislado… el sujeto perfecto para ser captado por el Gran Sistema y conducido dócilmente por sus mensajes.

Como latinos, todavía resistimos en buena parte, y aunque hay una gran crisis de familia en nuestros países, sigue siendo una institución valorada. Sin embargo, estos lazos familiares a veces pueden ser una trampa para nosotros. Tengamos en cuenta que cuando Jesús está diciendo las palabras de Lucas 14 lo hace en una sociedad mucho más cimentada en la familia y mucho más obediente a los padres de lo que los hombres y mujeres de este tiempo hemos llegado a conocer. Eso era realmente revolucionario.

Por supuesto, debe ser entendido en el contexto de TODA la revelación bíblica y no de manera aislada, porque sino tenemos lo que mencioné más arriba; en nombre del Reino de Dios seguimos nuestro propio interés de desarrollo personal ministerial, despreocupándonos de nuestra familia, ¡cuando en realidad es nuestra primera “iglesia”, nuestra prioridad por encima de todo otro ministerio! Prioridad que, sin embargo, no está por encima de Dios mismo, y esto quiere decir que eventualmente podemos ser llamados a “descuidarlos”, a dejarlos en las manos de Dios mientras nos ocupamos de otra cosa.

O podemos ser llamados a “desobedecer” los mandatos familiares, aquellas directivas que son tan fuertes en nosotros y que pueden guiar toda nuestra vida, conforme lo que nuestros padres mejor entendieron y quisieron para sus hijos, pero que puede estar muy lejos del propósito de Dios. Eso puede acarrear disgustos y separaciones; no es algo agradable y no se supone que debamos ser rencillosos por puro gusto nomás, pero si el Señor lo manda, debemos ponerlo a Él por encima de nuestra familia.

Lo paradójico es que solo podemos amar a nuestra familia, a nuestro semejante y a nosotros mismos DE LA MANERA EN QUE DIOS QUIERE que lo hagamos, es decir, nada menos que son SU amor, SOLAMENTE si lo amamos a Él por encima de todo. Y ese amor puede implicar que a veces seamos duros, que rechacemos lo que hace de malo nuestra propia familia, y eso es lo correcto.

Y una aclaración para terminar, el hecho de que mi familia sea cristiana, o incluso que sean ministros del Señor reconocidos y con iglesias a cargo, NO IMPLICA AUTOMÁTICAMENTE que todo lo que me digan sea cierto o que yo deba seguir necesariamente sus pasos en todo. Lamentablemente, he visto de sobra como hijos de reconocidos pastores quedan “atrapados” en el sistema que armaron sus padres, repitiendo sus mismos pecados y sus mismas formas que pueden haber servido antes, pero que no tienen nada que ver con lo que Dios quiere hacer ahora. La perversión del ministerio apostólico que vemos en la actualidad ha transformado a muchos líderes en pequeños monarcas eclesiástico, cuyos hijos deben necesariamente seguir con la dinastía y la “empresa” familiar. ¡Que el Señor nos libre de eso!


Danilo Sorti




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